Reseña del libro “Estaré sola y sin fiesta”, de Sara Barquinero
Este año estoy leyendo a muchas autoras, sobre todo jóvenes que son totalmente desconocidas para mí o que están comenzando su andadura como escritoras. No ha sido algo predeterminado, comencé con Lectura fácil de Cristina Morales, ya que había oído maravillas, así que decidí salir de mi zona de confort y empezar a leer algo diferente. Esta novela me encantó, y la verdad es que estoy teniendo muchísima suerte con los hallazgos que estoy descubriendo. El último que me ha maravillado ha sido Estaré sola y sin fiesta de Sara Barquinero, una jovencísima filósofa que ha sido todo un hallazgo. Nunca había leído una novela con una prosa con tintes poéticos pero que a la vez fuese tan ágil y dinámica. Una lectura extremadamente placentera de 293 páginas, que he acabado en dos días muy a mi pesar.
La protagonista de Estaré sola y sin fiesta encuentra el diario de una mujer llamada Yna en un contenedor y automáticamente se interesa por ella; quiere saber quién fue, quién era el hombre del que se enamoró en los años 90 y porqué lo amaba. Para ello, decide embarcarse en un viaje por diferentes puntos de España, con el fin de contestar a todas estas preguntas y acercarse a esa vida que en un primer momento se antoja lejana, pero que en realidad comparte mucho más con nuestro tiempo de lo que pueda parecer a priori. En este viaje, no sólo descubriremos cómo fue la vida de Yna, también iremos conociendo a nuestra narradora, a la vez que se irá conociendo ella misma en un viaje de autodescubrimiento. El hecho de que nuestra narradora no tenga nombre, en mi caso, ha supuesto un acercamiento, una manera de ponerme en su piel. Yo he colocado mi nombre en el espacio en blanco que Barquinero me ha dejado, para vivir experiencias propias a través de nuestra narradora. En definitiva, es lo que ella hace a través de Yna; la necesidad por anclarse al mundo, le lleva a vivir a través de ella, que yo interpreto como un intento por buscar una mayor realidad de la que es capaz de encontrar en su propia vida.
El dolor, la soledad que viven los personajes, tanto los reales como los del diario, son sentimientos universales pero al mismo tiempo volátiles, sujetos al paso del tiempo, y me fascina como en Estaré sola y sin fiesta aparecen nuevas formas de expresión de los mismos. Me interesa mucho cómo la soledad se presenta desde diferentes perspectivas generacionales y cómo los personajes conviven con ella. Lo complicado que se hace abrazar la soledad, elegirla y sentirnos cómodos con ella, confrontarla, vernos tal cual somos.
En Estaré sola y sin fiesta la autora aborda temas tan intrincados como el amor y cómo estamos aprendiendo a relacionarnos con él, a través de nuevas vías, que suponen un desafío. Tenemos claro que no queremos el amor romántico representado en Yna, pero tampoco tenemos una alternativa que nos satisfaga. En tiempos donde es muy fácil conocer a alguien haciendo match, es a la vez tremendamente difícil no sentirse solo, crear un vínculo. Vivimos en la sociedad de usar y tirar, donde el amor es un producto de consumo más. En esta búsqueda tan complicada, se encuentra nuestra narradora; un personaje complejo, lleno de dudas y cuestionamientos acerca de su propia existencia.