Europesadilla: alguien se ha comido a la clase media, de Aleix Saló
Un fantasma recorre Europa. ¿Es una película de terror, de suspense, de intriga? No señores, es lo que nos está pasando, y a marchas forzadas. Que si limpiemos la casa a fondo porque viene la prima de riesgo (y ya sabemos todos como se las gasta), que si la bolsa baja y sube baja y sube (y no voy a hacer el chiste fácil), que si oímos el alemán y nos echamos a temblar cual terremoto masivo en la escala Richter, o que si Europa la tiene más grande que Estados Unidos, pero se le vuelve pequeñita cuando alguien da un puñetazo fuerte en la mesa. Qué quieren que les diga, un fantasma no sé si recorre Europa, pero lo que está claro es que esto ya no es lo que era. ¿Y qué era Europa? Según los griegos, una señora que retozaba con toros; según los mayas algo así como dioses que con patas de animales (es que el rollo zoofílico nos iba y mucho oiga); y según los de ahora, esto es, todos nosotros, algo que se resquebraja y que sólo se puede arreglar con, como decía la canción, parchecito por aquí, parchecito por allá, vamos juntos a bailar, ou ou ou ou. Lo que está claro es que si leen Europesadilla se darán cuenta de una cosa: Europa tranquilamente podría haberse llamado Jodidonia. Y es que ya no nos sirve aquello de “jodidos pero contentos” pero el sentido del humor, que no nos lo quite nadie.
Cuando sale una nueva obra de Aleix Saló lo primero que piensa uno es que se va a reír a mandíbula batiente y que casi casi se va a mear en los pantalones. Algo así como la secuencia estímulo y respuesta: tú me enseñas un libro del autor y yo me río, tú me enseñas un libro del autor y yo me río. Pero, ¿qué sucede cuando a parte de risas al azar lo que nos depara es una clase de Historia atípica, y además de las buenas? Pues lo que sucede es, ni más ni menos, un gran paseo por aquello que unos llaman Europa, y otros llamamos simplemente “que viva la pandereta, y olé y olé”. Estamos ante un recorrido por los orígenes de una situación que nos ha llevado al extremo de ver a gente trajeada rebuscando en la basura, y ante lo que te preguntas: ¿y a esto, cómo hemos llegado? Pues años de excesos señores y señoras. Una resaca borracheril tal que ríanse ustedes de la primera cogorza a los dieciocho años, cuando confundías tequila con Coca – Cola (aunque ahora que lo pienso, algunos se han confundido con derechos y represión, que es mucho peor) y te levantabas a la mañana siguiente pensando qué cojones habías hecho hace unas horas. Esto es lo que sucedió con Europa, esto es lo que sucede en Europesadilla y si todo no fuera cierto, casi podríamos decir que nos haría una gracia tremenda. Y el caso es que nos seguimos riendo, ¿por qué?
Porque no hacen falta explicaciones rigurosas para poder entender lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Quizá el éxito de Aleix Saló resida precisamente en eso: en sintetizar en pocas palabras y unas imágenes lo que todos nos hemos estado preguntando desde que el mundo se llamó crisis y la vida se convirtió en supervivencia. Esto es la jungla, y como se decía en una de las películas de Rocky, nada acaba hasta que tú sientes que acaba. Así que lo que toca es armarnos de paciencia, seguir luchando, seguir aprendiendo, y seguir riendo. Sí, sí, como lo leen. No hay nada más sano que saber entender la realidad con una sonrisa de por medio, mientras que con las manos vas dando mazazos a todo diestro y siniestro que pretende enfangarte hasta la médula. Y es que si el monstruo de Frankenstein viniera a hacernos una visita, seguro que se quedaba maravillado con la cantidad de morralla que nos han metido entre pecho y espalda y se enamoraría perdidamente de alguna de las partes que han utilizado los políticos (los nuevos hombres del saco) para crear una nueva Europa (ríanse conmigo, ríanse).
Europesadilla es eso, una pesadilla disfrazada de moneda única, de historias de mirar para otro lado y no centrarse en lo que realmente importa, de edificios majestuosos (aquello de que una cosa muy grande siempre significa una carencia en otra parte) y de contenedores de basura en los que vivir sin tener que pagar las rentas. Porque cuando Europa ya no es Europa, sino el trono en el que se sienta Alemania para dirigir nuestras vidas, ¿qué es lo que nos queda? Reír señores, reír mientras nos indignamos todavía un poco más.