Lo admito, el año pasado sucumbí al fenómeno La chica del tren. Era un poco reticente al principio, pero acabé comprándolo en una estación cuando no tenía otra cosa para leer. Y es cierto que, a pesar de ser un poco predecible y teatrero al final, me gustó y me tuvo atrapada durante los dos escasos días que me duró. Desde el año pasado no he dejado de ver nuevos libros cuyas portadas anuncian algo así como: “si te gustó La chica del tren no te puedes perder esta novedad”. He ido esquivando estas recomendaciones como si estuviera huyendo de mil flechas lanzadas a la vez. Pero, si sois fans de Juego de Tronos y habéis visto la última temporada, sabréis de sobra que al menos una flecha, aunque solo sea una, da en el blanco.
Mi flecha particular ha sido Extraños, que también contenía un emblema haciendo mención a la ya famosa chica que viaja en tren todos los días y —sorpresa— a la saga Divergente. Qué mezcla, ¿verdad? Pero pensé ¿por qué no? Cosas más raras se han visto. El caso es que este libro me ha tenido muy engañada durante buena parte de la trama. Os cuento: la historia comienza cuando Wylie se entera de que la que fue su mejor amiga hace un tiempo, Cassie, ha desaparecido sin dejar rastro. Poco a poco se va descubriendo que Cassie últimamente ha estado pasando por una serie de altibajos que han hecho que se juntara con quien no debía, que llevara un modo de vida no adecuado para una chica todavía menor de edad y que se metiera en más líos de los que se podía permitir. También entrará en juego el padre de Wylie, un psicólogo excéntrico que se dedica a estudiar la inteligencia emocional de las personas y que recientemente ha perdido a su mujer, la madre de Wylie, en un accidente de coche. El último factor de la ecuación que queda por descubrir es Jasper, el novio de la desaparecida y que participará en su búsqueda junto con nuestra protagonista.
Al principio me imaginé que sería una historia de asesinatos, un thriller policíaco o algo así. Pero no. Los tiros no van por ahí. Aunque sí que hay misterio —y mucho—, porque la razón por la que ha desaparecido Cassie incumbirá a nuestra protagonista hasta límites que ni si quiera sospecha. Nosotros vamos a ser espectadores y testigos de cómo Wylie va desenredando la madeja de hilos en la que se ha convertido la vida de Cassie. Y la cosa no queda ahí, pues la historia se irá enredando aún más cuando entren en juego unas cuantas personas que harán que la búsqueda no resulte todo lo fácil que se pensaba en un principio. Y, por si fuera poco y la trama no estuviera lo suficientemente enmarañada, aparecerán los Extraños que, por supuesto, no os voy a contar quiénes son. Yo y mis manías de no hacer spoilers.
Es uno de esos libros que yo describo con una frase: “aquí es malo hasta el apuntador”. Me ha recordado un poco a Twin Peaks, donde sospechas de todo el mundo y de nadie a la vez. Donde todos tienen motivos para acabar con la vida de una pobre chica inocente y donde nada ni nadie es lo que parece. Cuando parece que ya entiendes todo lo que está pasando y que sabes de sobra quién es el malo, la historia da un giro de ciento ochenta grados y te quedas con la boca abierta porque vuelves a estar en el punto de partida.
Toda la trama, absolutamente toda, está perfectamente hilada de principio a fin. No quiero explicaros por qué, porque sería revelaros el final, pero sí os digo que todo, repito, TODO, lo que se dice sirve para resolver el misterio. Kimberly McCreight ha dejado el final totalmente abierto, por lo que parece ser que tendremos una continuación y que todo puede enrevesarse un poquito más, si cabe. Así que, poneos vuestra gorra de Sherlock e intentad resolver el misterio antes de que a Cassie le pase algo realmente grave. Entre tanto y mientras decido con qué libro continuar, voy a curarme la herida que me ha dejado esta flecha que, intuyo, tardará un poco en curarse.
Pinta bien¡¡¡ me lo apunto.
Está muy entretenido, ya nos contarás qué tal 🙂