Fabulas 1 – Edición de lujo, de Bill Willingham
Erase una vez… Así empezaban casi todos los cuentos que nos leían de pequeños. Seres de otro mundo que se paseaban por nuestro mundo, haciéndonos vivir con ellos sus aventuras: princesas que caían en un sueño profundo al morder una manzana, niñas con caperuza roja que huían de lobos buscando atajos, hermanos que caían presos de las redes de brujas con casitas construidas con dulces. Y érase una vez que se era que aquellos personajes, entraron en guerra con un reino enemigo, que los desterró a otro universo, a un mundo mucho más despiadado, donde tendrían que morar hasta que pudieran regresar al suyo, sólo cuando tuvieran los recursos necesarios para derrotar a quien les había robado todo lo que conocían. Pero, un momento, ¿qué universo es ese? Y, ¿por qué acabo de conocer a una chica que se llama Blanca? ¿Por qué hay un detective que tiene la nariz tan desarrollada que es capaz de olerlo todo a kilómetros? Y, madre mía, ¿Por qué hay un príncipe encantador, a la vuelta de la esquina?
Conocía la serie “Fábulas” desde hace tiempo, pero no ha sido hasta que la editorial Ecc ha hecho esta recopilación que me he decidido a leer los diez primeros número que contiene este volumen. ¡Y qué acierto!. No sólo he vuelto a recuperar ciertos aspectos de los cuentos que tenía olvidados, sino que la ironía, el humor corrosivo, las vueltas de tuerca que llenan las páginas a color de esta novela gráfica, me han hecho pasar un rato tan agradable que tenía que reseñarlo. Pero, ¿qué nos encontramos en este primer volumen? Un asesinato sin resolver y una rebelión granjera al más puro estilo Orwell, de los personajes que todos conocemos. Y es que, en este mundo de personajes de cuento, en estas “Fabulas” podemos conocer la verdadera historia de una Blancanieves que ha sido engañado por el príncipe encantador; un lobo feroz que paga su penitencia por los delitos cometidos; hermanas que se dan la buena vida rodeadas de alcohol y fiestas, matrimonios entre Bellas y Bestias que están más próximos del divorcio que del sueño romántico, y todo rodeado con un halo de fantasía, con la aparición fugaz de tantos personajes conocidos en nuestra infancia que, madre mía, si os soy sincero, todavía me hace sonreír cuando recuerdo su lectura.
Pero, ¿si somos adultos, este juego de fantasía en el mundo real nos puede gustar? La respuesta es un sí rotundo. El creador de la serie, Bill Willingham, ha sabido mezclar la dosis perfecta de cuento épico con realidad tan sarcástica, que los más veteranos podrán disfrutar de una historia llena de crítica al mundo moderno, una visita a un universo completamente diferente, una visión tan auténtica de aquello que se nos contó en nuestra infancia con lo que todos sabremos conectar. Porque, además, ¿qué hay de malo en revisitar los clásicos infantiles cuando ya se es mayor? La respuesta es, de nuevo, que nada en absoluto. Comprobar que algunos de tus personajes favoritos han crecido contigo es algo estimulante; conocer las vidas de aquellos seres fantásticos que te hicieron soñar de pequeño es algo muy divertido (el momento en que Pinocho se queja de su hada madrina es de risa continua); y, por último, entregarte a una lectura que puede refrescarte las tardes, mañanas o noches, es algo tan importante que, aunque sea sólo por eso, merece una lectura por muy rápida que sea.
Algunos pueden pensar que esto ya está muy visto. Dados los últimos estrenos de series y películas con una visión distinta de los cuentos de hadas, parece que ya está casi todo contado. Pero no os equivoquéis, en absoluto lo está. Porque no hay que olvidar que “Fábulas” es muy anterior a todo este boom por los personajes de cuento, y además, Bill Willingham no lo viste con un disfraz romántico. Aquí, los personajes no ganan o pierden, porque en realidad ya están perdidos en un mundo que no es el suyo. Y es que, en un mundo de cuentos de hadas, ¿quién se atreve a decir aquello de “fueron felices y comieron perdices? Desde luego, en estas “Fábulas”, seguro que las perdices se pondrían en huelga para protestar por sus derechos.