Estamos acostumbrados a leer y reseñar biografías de grandes personajes de la Historia, gente cuya contribución, positiva o negativa, ha dejado una impronta imborrable. Y entonces llego yo y me desmarco reseñando una biografía de un futbolista, muy querido por gran parte del país, pero también bastante odiado (o ridiculizado) por otro sector también amplio. Y para colmo, es un futbolista del Atleti, del equipo que ha vuelto a dejar escapar una Liga de Campeones cuando más a mano la tenía. Él es Fernando Torres, El niño de toda una generación de atléticos. No esconderé mis colores (Quedaron muy claros en la reseña que hice del libro sobre Godín), pero como siempre intentaré hablar más de literatura y menos de sentimiento futbolero.
Estamos esta vez ante una biografía cuanto menos original, y es que viene escrita por el propio implicado, que acompaña con sus textos las 102 viñetas realizadas por Jorge Crespo Cano, humorista gráfico de referencia para los rojiblancos, cuyas caricaturas y dibujos recogen como pocos el sentimiento que todo atlético siente en los buenos y los malos momentos. El mercado editorial ya ha publicado en España y en otros países biografías sobre Fernando Torres, pero no hay mejor manera de conocer a una persona (y a su personaje) que con su propia historia contada de primera mano.
Todo empieza en marzo de 1984, en Fuenlabrada, ciudad que vio nacer a El niño y de la que Fernando siempre tendrá palabras de agradecimiento y cariño. Desde ahí, mas de 32 años y cien viñetas con las que disfrutar de un icono futbolístico. Y no me enzarzaré en debates sobre su calidad o sobre sí es mejor o peor futbolista. Fernando ha sido uno de los futbolistas españoles más reconocidos de la última década, a pesar de las filias y las fobias que levanta a su paso. Pero el libro no debería servir solo para conocer al futbolista, del que mucho ya sabíamos, sino para conocer a la persona, al Fernando cercano y sencillo, humilde y poco amigo de los focos, que se convirtió de la noche a la mañana en el santo y seña de toda una afición, y que ha labrado sus éxitos a base de trabajo y esfuerzo.
Sus años en el Atlético de Madrid, Liverpool, Chelsea, Milan o la selección española son de sobra conocidos por muchos, por eso se centra más en hablar de los entresijos, de todo lo que no cuentan los medios de comunicación. Fernando habla con devoción de varios futbolistas como Raúl o Gerrard, otros dos mitos modernos de este deporte. Pocos reproches lanza para lo ingrato que es esta industria. Más bien al revés, del fuenlabreño salen siempre palabras de respeto y cariño para la gente que le ha ayudado a convertirse en lo que hoy es, desde su abuelo Eulalio a Luis Aragonés. En cuanto al trabajo de Jorge Crespo Cano, como siempre, cumple su cometido a la perfección. Sus viñetas emocionan y alegran a partes iguales, dejando patente la simbiosis entre futbolista y humorista. Aunque quizá cuando se comparte la misma pasión, es mucho más fácil contarla, sea mediante un dibujo o un texto.
A mí poco me tenía que contar Fernando Torres para que me uniera a su causa. Soy Torrista desde hace lustros, pero leyendo esta amena biografía reafirmo todo lo que pienso y siento. Y detalles como su afición a mi admirado Andrés Calamaro o ese sentimiento de pertenencia tan fuerte (a Fuenla y al Atleti, esté donde esté, y juegue donde juegue), solo sirven para tenerle aún en más alta estima.
Como decía al principio, las biografías deben hacerse a gente que haya dejado impronta en la sociedad, y parece que un futbolista no encaja en ese requisito. Pero hubo un día, en 2008, en el que una jugada de El niño hizo feliz a millones de españoles, y eso es algo que todavía hoy seguimos recordando con una sonrisa. Y a día de hoy ese niño ya no es tan niño, y puede que esté viviendo sus días más duros como futbolista. Puede que nunca gane un título con el equipo de sus amores. Pero seguro que una vez más, Fernando Torres habrá recordado las palabras de su abuelo Eulalio. “Si te caes, te levantas. Una y otra vez”. Eso deberíamos hacer todos nosotros. Futboleros o no. Una y otra vez.
Sinceramente, no encuentro un regalo mejor para todos los niños (y no tan niños) atléticos (o no) que terminan estos días sus estudios. Irte de vacaciones con este libro en la maleta garantiza gratos y grandes momentos.
César Malagón @malagonc