Fiodor y Woody
“Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida.
La gente tiene miedo a reconocer que
gran parte de la vida depende de la suerte
Asusta pensar cuantas cosas escapan a nuestro control.
En un partido hay momentos en que la pelota
golpea el borde de la red, y durante una fracción de segundo,
puede seguir hacia delante, o caer hacia atrás.
Con un poco de suerte, sigue hacia adelante y ganas.
O no lo hace, y pierdes.”
Woody Allen, en Match Point
Soy una seguidora mediana de W. Allen. Esto significa que a veces hace cosas que me gusta, y otras muchas, no, aunque todo el mundo diga que es un genio. Si no lo hubiese leído en los títulos, nunca habría acertado que Match Point es una película suya. Y es, sin duda, mi favorita.
Desde el principio, en el que una voz en off lee la cita de más arriba. Pero lo que más me gusta de esta película, es que saca a Dostoieski de sus estrechos y sucios callejones de la Rusia de folletín, lo pasea por las galerías de arte de Londres, por la ópera, por los locales de moda donde cenar, las tiendas más exclusivas, y por las inmensas mansiones victorianas en el campo.
W. Allen inserta el alma de las criaturas de Dostoieski en la alta sociedad inglesa, y pronto descubrimos que su Roskolnikov es un guiño de sí mismo, que tumbado sobre su cama relee la novela de Crimen y Castigo.
Un hombre joven con algo de talento, que, por casualidad, entra a formar parte de la alta burguesía, y según afirma “llega a acostumbrarse a un cierto novel de vida”. Atormentado por las dudas, delirios grandilocuentes, entre lo que cree merecer y lo que tiene, elimina aquel factor que produce su malestar, del mismo modo que Roskolnikov clava el hacha en la cabeza de su usurera casera.
Pero un nuevo enloquecedor debate interno se abre entre lo que tiene, y lo que cree merecer, (el castigo) y casi anhela que su crimen se descubra, para confiar en que en este mundo hay justicia. Se deshace de algunas pruebas que podrían inculparlo arrojándolas a un río, y una de ellas, un anillo, rebota contra la barandilla de acero, y por un momento, podría caer al agua, y perderse para siempre, o dar a parar a la orilla.
Si bien en la novela de Fiodor al final su protagonista recibe su castigo, que abraza como una oportunidad de redención, en Match Point nuestro sujeto de hoy en día contempla desconcertado como su crimen se carga a un vagabundo que casualmente encuentra la alianza, “un pobre diablo ”y él prosigue indemne con su privilegiada vida.
Dostoieski se pondría de pie en la sala, y aplaudiría entusiasmado esta adaptación, que sin pretensiones de serlo, alude a la naturaleza universal y atemporal de los conflictos internos del alma humana.
Eva MMJ
Muy bueno Eva!!!
Es cierto lo que comentás de que de Dostoievski se pondría de pie. No recordaba el desenlace de Match Point pero al igual que Raskolnikov, recuerdo ese debate interno que se arma y que tiene sus consecuencias externas. Esa característica tan propia del ser humano en conflicto, es la que más me atrajo de la representación de Crimen y Castigo.
Te felicito!
Yo soy de las que vio primero la película y se hizo fan Woody Allen por esta obra maestra. PEro cuando cogí Crimen y castigo… me enfadé mucho con él. Me sentía engañada: quién era el verdadero genio, Woody o Dostoievski? La verdad es que al cabo de un tiempo le sigo admirando enormemente, pero de otra manera. Ya no es sólo el creador de una gran película, si no el autor de una gran versión e interpretación de Crimen y castigo.
Yo soy de las que vio primero la película y se hizo fan Woody Allen por esta obra maestra. PEro cuando cogí Crimen y castigo… me enfadé mucho con él. Me sentía engañada: quién era el verdadero genio, Woody o Dostoievski? La verdad es que al cabo de un tiempo le sigo admirando enormemente, pero de otra manera. Ya no es sólo el creador de una gran película, si no el autor de una gran versión e interpretación de Crimen y castigo.