Fotografías: The New York Times Magazine, de Kathy Ryan y Gabriel Marzorati
Así como la literatura nos enseña partes de una realidad que creíamos desconocida, la fotografía nos hace una representación de ésta, la retrata, enfocando con el objetivo, pulsando un simple botón, pero capturando para nosotros la luz, las sombras, y en definitiva, el reflejo de una imagen para que los observadores de la imagen puedan darle un sentido determinado. Los fotógrafos son pequeños artistas que, con una herramienta a veces sencilla, crean sensaciones que oscilan entre la ternura más profunda o el odio más visceral. Esa es la magia de la fotografía, de la imagen impresa, del retrato de un mundo que aparece ante nosotros, con o sin retoques, para que podamos ser capaces de lo que nos depara nuestra existencia.
“Fotografías, The New York Times Magazine” es un compendio de algunos de los mejores trabajos realizados hasta la fecha en materia de fotografía. Hasta ahí, podría parecer un simple libro de ensayo, uno de tantos. Pero dentro de sus páginas, dentro de cada una de las imágenes que aparecen en este libro, hay una historia, una vida. Y somos nosotros los que tenemos que darle nuestra propia existencia.
Cuando nos dicen que la realidad sólo es una, es raro que nos lo creamos. ¿Por qué va a ser una sola si somos millones de personas en el mundo? Kathy Ryan y Gabriel Marzorati nos recuerdan que, como los libros, como esas novelas que leemos durante nuestra vida, las fotografías reclaman un público, necesitan de unos ojos que las miren, que las observen, para después hablar de ellas,
sentirlas en lo más profundo y conseguir así, como si de un efecto de magia se tratara, que a partir de esa imagen se creen historias, se compartan, se establezca un diálogo con nosotros mismos y con el resto de personas que nos rodean, para apropiarnos de ellas y conocer lo que nos depara la existencia. Por eso, “Fotografías, The New York Times Magazine” es una mirada rápida, pero a la vez lenta; es una búsqueda de placer, en boca de sus autores, para que todo aquel que se siente, se levante, o simplemente pose sus ojos en uno de los detalles de las imágenes, pueda sentir que todo lo que se retrata en ellas son pequeños pedazos de una realidad que, cercana o lejana, no dejan indiferente a nadie. Cada una de las fotografías, de las colecciones que se han creado para la edición de este libro están elegidas con mimo, con esa verdadera pasión que tienen los profesionales que creen en su trabajo. Si no fuera así, ¿cómo podría explicar yo entonces los escalofríos, la sonrisa tenue, las pequeñas lágrimas que aparecían en las cuencas de mis ojos, cuando mi mirada se posó durante largo tiempo en alguna de estas imágenes? ¿Acaso no es, precisamente eso, lo que hace una fotografía única, especial? ¿Si no sintiéramos nada, de qué serviría?
Y aunque las formas de tomar fotografías hayan cambiado a lo largo del tiempo, siempre queda ese poso de inmediatez, de rapidez en la noticia que retratan. Es difícil conmover hoy en día. Cada año aparecen casos que nos conmocionan, que nos hacen vibrar, que nos alegran. Y un fotógrafo siempre está ahí, a la espera, a la caza de una imagen que enviar al mundo para que se conozca lo que está pasando. Porque al final ellos, incluso nosotros, que paseamos inmersos en un mundo de tecnología e individualismo, tendremos imágenes que mostrar al mundo, como si nuestros ojos fueran el objetivo, nuestras retinas la memoria y nuestro corazón, el pulsador que guardará ese instante, como lo hacen “Fotografías, The New York Times Magazine” muy adentro.
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