Frankenstein

Frankenstein, de Mary Shelley


frankenstein

Todos tenemos en nuestro imaginario figuras que asociamos al terror: las momias, los trolls, las brujas, los lunes por la mañana,… De pequeños probablemente éramos de los que mirábamos tres veces debajo de la cama antes de acostarnos. O de los que no podíamos evitar bañarnos cerquita de la orilla no fuera a ser que…

Con esto a cuestas, y tras haber leído la célebre novela de Mary Shelley, me pregunto cómo es posible que Frankenstein haya quedado fijada como una de las figuras de terror más recurrentes para los niños de mi generación. Tal vez su tamaño gigantesco y sus grotescas facciones de bobo hayan tenido algo que ver en ello (¡quién no ha reproducido sus balbuceos a la par que andaba como un robot con los brazos estirados!).Al margen del aspecto que el cine se ha prodigado en grabarnos a fuego en la memoria, no se me ocurre qué más puede provocar terror en él: si precisamente Frankenstein es un monstruo dulce e inadaptado. Como un recién nacido encerrado en un cuerpo de adulto, que lo único que quiere y pide es cariño. Así lo he podido contrastar en la novela de Shelley.

¿No nos sentiríamos nosotros enfadados con el mundo si nada más nacer todos nos señalaran con el dedo por nuestro aspecto e incluso nuestros propios progenitores nos rechazaran? Éste es el tema central que se nos plantea en la novela (el que nos posicionemos del lado del creador o del ser creado ya es cosa nuestra) y que la autora introduce de manera brillante.

El tono épico utilizado al comienzo me traía reminiscencias de El perfume de Süskind, con ese modo ágil de avanzar en la historia pero deteniéndose en la sensibilidad de los personajes o en la descripción del entorno que les rodea.

Una de las cosas que más me gustó de la novela fue el uso de las historias concéntricas para llegar a lo que yo llamoel meollo de la cuestión: el monstruo y su dilema.

En primer lugar la historia comienza desde el punto de vista de Robert Walton, un aventurero cuyo máximo empeño es llevar a cabo una expedición (idea que viene impulsada por sus lecturas de jovenzuelo). La prosa es ágil en esta parte, en forma de cartas a su hermana. Robert va narrando los sucesos que le llevan a abordar su empresa con gran alegría e ilusión.

Tras el encuentro de éste con el doctor Frankenstein, al que encuentra desfallecido, cambia el narrador y éste comienza a contarnos su historia en primera persona. Y así, de modo progresivo, hacia el núcleo de la novela, después de que el doctor nos explique el proceso de creación del monstruo, es el mismo monstruo el que nos cuenta de su boca las diferentes peripecias que tuvo que pasar desde su creación.

Tal vez resulte un poco increíble el grado de conocimiento que adquiere el monstruo una vez nace, pues no tiene la ayuda del doctor que, nada más abrir los ojos, le abandona a su suerte (¡el monstruo sabe hasta leer y escribir!). Pero es un dato que resulta perdonable pues en el centro de la historia hay muchos más detalles bien contados (muertes despiadadas, sentimientos de amistad exaltados, una mini-historia bella y dulce de monstruovoyeur…) que salvan el conjunto.

No duden en acercarse a este clásico, no le tengan miedo, esterroríficamenteentretenido y les aseguro que les dejará huella.

8 comentarios en «Frankenstein»

  1. Me encantó lo de “monstruo dulce e inadaptado”, es un punto muy interesante recuperar la verdadera dimensión de Frankenstein, tan contaminada por las mil versiones cinematográficas.
    Tal vez ahora, que se ha publicado el manuscrito original con el que Mary participó en el famoso “concurso” de cuentos descubramos una faceta aún más conmovedora del monstruo.

    Muy sugerente, la reseña. De todas formas tengo que reconocer con vergüenza que no lo he leído.

    Saludos,

    Javier

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  2. Un gran libro, si señor. a mí me obligaron a leerlo en el instituto en clase de valenciano. Lo que quiere decir que leí una versión traducida en verdad al catalán. Pero aun así no me arrepentí.
    Es un libro que me encantó. Lo que nunca entenderé es por qué ha llegado a quedar grabado en el imaginario colectivo que el nombre de la criatura es Frankenstein. De hecho la mayoría de la gente que no ha leído el libro está convencida de que es así. En fin…
    Muy recomendable.

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  3. Exacto, el monstruo no se llama Frankenstein. De hecho, en el libro no tiene nombre, más que ‘monstruo’. Frankenstein es en realidad el doctor que le da vida.

    Javier,
    no sabía que se había publicado el manuscrito original ahora.

    Me parece una idea muy interesante la que Shelley explicaba en el prólogo, que en realidad el cuento/novela formaba parte de un reto entre amigos para ver quién creaba el cuento de terror más terrorífico (hay un relato de Cortázar que me recuerda a esta idea, ahora recuerdo el título de dicho relato, pero es buenísimo… tiene que ver con Caperucita).

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  4. Si no me equivoco el manuscrito original se publicó este año, por Espasa-Calpe, en una edición bastante lujosa.

    La “leyenda” dice que, para soportar una aburrida tarde de verano en que el mal tiempo les obligaba a permanecer encerrados en casa, Lord Byron retó a sus huéspedes, los Shelley, y a su médico, a escribir cada uno un cuento de terror. Lo curioso es que el único que lo consiguió dentro del plazo fue el médico. Y más curioso aún es que el cuento de Mary Shelley fuese mucho mejor que el de su marido, filósofo y escritor, y que el del propio Lord Byron.

    Pero como los hombres son como son, Percy Shelley rehizo el texto de su mujer, Mary, y esa versión es la que ha circulado hasta ahora.

    Por cierto, no caigo en el cuento de Cortázar.

    Saludos,

    Javier

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  5. Mary Shelley escribió una gran obra. El monstruo de Frankenstein (que no, Frankenstein, que es quien lo crea) es todo corazón, una criatura que sólo busca el amor y que es desdeñada por su apariencia monstruosa.
    Lo que dices de la vida de Shelley es cierto, le influyó mucho su tremenda vida, pobre.

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