Cuando era adolescente y oía hablar de Franz Kafka, pensaba que era el súmmun del aburrimiento. No sé cómo, me habían hecho creer que La metamorfosis era incomprensible, y no me atrevía ni a asomarme a su primera página. Con venti pocos, me dio por comprobar si era para tanto. Y al leer ese inicio magistral («Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto»), caí rendida a sus pies. ¡Kafka no era incomprensible ni aburrido, sino fascinante!
Después de esa lectura, me compré el estuche con su obra completa. Y cuantos más libros suyos leía y más detalles descubría sobre su persona, más me cautivaba. Por eso me llamó la atención Franz Kafka. El hombre que trascendió su tiempo, la biografía escrita por Radek Malý, con ilustraciones en tinta negra de Renata Fučíkova.
Como es habitual, la edición de Libros del Zorro Rojo es una preciosidad, en la que el texto y las ilustraciones se integran a la perfección. Pero no es una biografía al uso que empiece con el nacimiento de Franz Kafka y finalice con su muerte, resaltando el legado dejado a la literatura universal. En realidad, Franz Kafka. El hombre que trascendió su tiempo es un recorrido por los aspectos que marcaron al escritor en lo personal y artístico. Arranca hablando de Praga, donde Kafka vivió gran parte de su vida, una ciudad por la que sentía un amor-odio intenso. Después, comenta cómo veía su religión, el judaísmo. Cómo no, hace hincapié en sus vínculos familiares, sobre todo en la relación con su padre, con el que nunca se entendió, y en su amistad con Max Brod, al que le debemos que disfrutemos de las obras de Kafka hoy en día. Hay espacio para su trabajo de oficinista y para sus amores, pues hubo varias mujeres en su vida, aunque su entrega a la literatura nunca le permitió comprometerse con ninguna. Su enfermedad, que acabó con su vida demasiado pronto, también tiene varios capítulos dedicados. Incluso la historia de las cartas a una muñeca, que unos creen leyenda y otros se empecinan en demostrar. Radek Malý también aprovecha para romper algunos mitos sobre su personalidad, que no era tan extraña e inaccesible como sus relatos pueden darnos a entender. Estos capítulos biográficos están intercalados por fragmentos y análisis breves de varias de sus obras (La preocupación del padre de familia, La condena, Carta al padre, La metamorfosis, Un viejo manuscrito, El artista del hambre), y demuestran que, casi un siglo después de la muerte de su autor, tienen plena vigencia, lo que resulta más angustioso (y admirable) para los lectores actuales. Para cerrar, Franz Kafka. El hombre que trascendió su tiempo adjunta en las páginas finales un listado de películas que han adaptado las obras de Kafka, para ofrecernos otra forma de acercarnos al escritor.
Quienes se hayan interesado por Franz Kafka tanto como yo, seguramente conozcan la mayoría de los datos que aparecen en esta biografía ilustrada. Es corta, apenas da pinceladas, pero coincidirán conmigo en que logra mostrar la esencia humana y artística de este escritor, tanto con el texto como con las ilustraciones. En cambio, para quienes todavía no se hayan atrevido a leer nada de él, esta biografía es una excelente forma de acercarse a sus obras y decidir por cuál empezar.
Pero ya lo he avisado al principio: descubrir a Kafka es rendirse a él. Así que, quien abra Franz Kafka. El hombre que trascendió su tiempo, que lo haga con todas las consecuencias.