Reseña del libro “Fumadores de manos sucias”, de Jerónimo García Tomás
Tras Lidia y La rabia del peón, Fumadores de manos sucias es la tercera obra de Jerónimo García Tomás que voy a reseñar aquí, en Libros y Literatura. En este caso, se trata de una recopilación de relatos y en cada uno de ellos el autor vuelve a dejar sus señas de identidad: historias sobre los bajos fondos o sobre personas comunes en situaciones desagradables; descripciones minuciosas y objetivas, como si todo nos lo mostrase una cámara de cine; ausencia de explicaciones sobre los pensamientos o las motivaciones de los personajes (excepto en los relatos narrados en primera persona, donde meternos en sus cabezas resulta inevitable) y ambiente gris. La mezcla de todos estos elementos suele abocar a desenlaces trágicos, como no podía ser de otra forma.
Como señalaba al principio, Fumadores de manos sucias es una recopilación de relatos, siete en total, cuyas extensiones van desde ocho páginas los dos más cortos hasta sesenta y seis páginas el más largo. En «El intérprete», asistiremos a las negociaciones entre una banda de chinos y otra de gitanos, donde el intérprete que asiste a sus reuniones jugará un papel crucial. En «Chaquetas rojas», comprobaremos cómo el hecho de que dos chicos lleven la misma prenda en un tugurio conllevará fatales consecuencias. En «Gasolineras», una ricachona pondrá patas arriba la vida de una de las jóvenes que le atiende en una gasolinera. En «No me moveré de aquí», una mujer obligará a un hombre a sincerarse con una tercera persona, y a este no le resultará nada fácil. En «Cajero automático», un hombre le contará su historia a otro que duerme con él dentro de un cajero automático. En «Gatillo fácil», unos ladrones elegirán a la peor víctima posible. Y en «Fumadores de manos sucias», relato que da nombre a la antología, un empleado de almacén verá su rutina alterada por culpa de un novato.
Como es habitual en las obras de Jerónimo García Tomás, nos presenta personajes ambiguos que difícilmente catalogaremos como buenos o malos, y he ahí su riqueza: si hemos de juzgarlos, que sea a raíz de sus gestos y sus palabras, no por sus oficios ni por justificaciones de más por parte del narrador.
Aunque predominan los relatos de género negro, el favorito del autor vistas sus anteriores novelas, también hay otros de marcado corte social, lo que me hizo recordar una de mis lecturas recientes, Todo en orden, de Luis Sánchez Martín, que también plasmaba en su antología a personajes arrastrados por las condiciones laborales precarias y las expectativas sociales frustradas.
En definitiva, Fumadores de manos sucias es un conjunto de historias narradas con precisión, agilidad y sumo realismo que reflejan ese lado de la sociedad al que no solemos mirar, ya sea por su decadencia o por su aparente insignificancia. Y la galería de personajes resulta muy creíble (incluso cuando los retrata con un par de pinceladas), aunque a menudo no logremos empatizar con ellos, dados sus intereses o sus circunstancias. Una lectura que resulta sencilla pero que deja poso.