Soy un cocinillas. Cuando entro en la cocina la mayoría de veces consigo no cortarme, no quemarme y al final ofrecer a los comensales algo comestible. ¿Sabes qué cocinero no se corta? El que no cocina. Sabias palabras pronunciadas por mi madre cada vez que me enfrento entre fogones a un problema que frustra mis expectativas de éxito. Mi progenitora, maestra jedi en las artes culinarias y celosa guardiana de sus utensilios de cocina y de sus recetas a los que solo permite aproximarse a padawans capacitados. Como el maestro Yoda (sin los problemas gramaticales que éste presenta y ciertamente menos verde) mi madre me ha ido mostrando los caminos de la gastronomía. Paulatinamente vendrían otros maestros. Karlos Arguiñano y su cocina típicamente casera, su gracejo innato y su ojo clínico a la hora de analizar nuestra sociedad actual. José Andrés, canterano de El Bulli y ahora chef universal abanderado de la cocina española. Anthony Bourdain, trotamundos en busca de la cocina más rutilante y exótica. Alberto Chicote, uno de los precursores de la cocina fusión, atleta en la disciplina del rapapolvo e invencible en símiles frikis.
Friki. Ya he dicho la palabra. Vocablo difícil de definir en unas pocas líneas. Soy un cocinillas; también soy un friki. Como buen friki, y mientras cultivaba mi conocimiento a lo largo de años a través de los cómics, las películas, las series y los libros que ahora forman parte de la cultura pop, y amante del buen comer, siempre me asaltaron dudas sobre las necesidades fisiológicas de los protagonistas que rondaban cualquiera de las historias en cualquiera de los medios anteriormente mencionados. ¿Y esta gente cuándo come? Eso que están saboreando, ¿qué aroma debe desprender? ¿Qué pinta debe tener lo que se están zampando? Y luego el deseo: ¡Ojalá pudiera probarlo! Gastronogeek, de los chefs y frikis Thibaud Villanova y Maxime Léonard viene a hacer ese deseo realidad.
Gastronogeek es un libro de cocina concebido por y para frikis. Aunque cualquiera que disfrute poniéndose el delantal no debería dejarlo escapar. La premisa del libro es única: los autores han tomado como referencia películas, cómics, series de televisión o literatura y han plasmado el espíritu de cada una de ellas en tres platos de cocina: entrante, plato principal y postre. Por las páginas de este singular libro de cocina encontraremos la ensalada de lechuga y pesto que probablemente los ewoks prepararon a sus amigos de la Alianza Rebelde en los festejos tras el fin del Imperio. Tal vez Biff Tannen degustara la deliciosa receta de hamburguesa de vacuno antes de que Marty McFly le hiciera tragar estiércol en Regreso al Futuro. Tolkien lo puso más fácil, pues a lo largo de su obra la comida tiene una importancia vital y no son pocas las páginas en las que se describen festines. Aun así, ¿os imagináis poder probar el estofado de conejo que Sam Gamyi preparó de camino al Monte del Destino? ¿Y qué me decís de comeros un buen pedazo de la tarta casera que seguramente Martha Kent le preparó a Clark Kent antes de que éste se enfundara el traje de la gran S y se convirtiera en el superhéroe más conocido sobre la faz de la Tierra? ¿Os apetece probarla? ¿El ojo de Sauron convertido en un postre? ¡De rechupete! ¿Crema catalana con puré de castaña concebida en las mismísimas cocinas del colegio Hogwarts? ¡Por primera vez al alcance de los muggles! No solo tendréis la oportunidad de aventuraros a crear las sabrosas, y de terrorífica apariencia, recetas que proponen para Drácula, Los mitos de Cthulhu o La noche de los muertos vivientes, también podréis descubrir cocina japonesa a través de Dragon Ball, nórdica con Thor o de estilo tropical con One Piece.
Si la mitad de Gastronogeek son sus recetas la otra mitad es su exquisita maquetación; una puesta en escena que hará babear al cocinero novel que se acerque con curiosidad a sus páginas. Gastronogeek lleva a otro nivel lo de comer por los ojos. Las fotografías, de calidad suprema, no solo muestran el plato acabado (la tersura de la salsa de ostras regando el buey marinado, el brillo nacarado de la fruta almibarada, la rústica calidez del pan de jengibre, etc) sino que el entorno recrea el universo en el que está basado. Así pues, junto a los platos de Star Wars encontraremos la pistola láser de Han Solo, en Doctor Who un destornillador sónico, Anduril (la espada de Aragorn) reposa al lado de un estofado de conejo, al igual que unos anteojos de corte steampunk (pertenecientes a Abraham Sapien, personaje del cómic Hellboy) lo hacen junto a una tarta fina de sardinas.
Por si esto fuera poco los chefs Thibaud Villanova y Maxime Léonard han añadido apartados sobre léxico gastronómico además de variados trucos para llevar a la práctica en la cocina. Algunos tienen que ver con cortar, otros con la técnica culinaria más acertada para llevar a cabo, y a buen puerto, una salsa y otros son listas con las verduras y frutas de temporada o las equivalencias entre volumen y peso.
Grastronogeek es el exitoso resultado de la unión de dos mundos en apariencia tan lejanos y dispares como la gastronomía y la cultura pop. Es una obra que te alienta para lanzarte a una aventura que primero se lee, luego, al contemplar sus páginas, se fantasea, y, finalmente se degusta tras hacer tangibles las recetas. ¿Eres un cocinillas y eres friki? Entonces éste es tu libro. Bon appétit y que la fuerza te acompañe.