Aprender. Conocer lo que nos rodea. Ser felices. Reconocernos. Compartir con aquellos a los que amamos lo que nos sucede, lo que acontece en nuestro interior. Y vivir, hacerlo con las fuerzas necesarias para podamos crecer, más si cabe, en un entorno que no quiera comernos vivos. Aprender. Ser nosotros mismos. Con todos nuestros defectos y nuestras virtudes. Sin ser perfectos, sin pretenderlo, simplemente entendiendo que aquello que los demás creen que nos define, no lo hace en absoluto. Y de repente, cuando vamos por ese camino que nos lleva a alguna parte que no hemos descubierto todavía, aparece un libro como George que nos demuestra que, cuando se habla de literatura juvenil, por fin las cosas están cambiando. No hablamos lo suficiente, todavía queda un largo camino hasta alcanzar una normalidad que, en nuestro país, parece realmente imposible ni siquiera rozar. Pero el pesimismo no debe ganar la batalla y quizás en una mirada, como en la de la persona que vive en este libro, es donde se encuentren las verdaderas respuestas que a muchos de nosotros, adultos, aún nos quedan por encontrar. Y es que no se trata de simplemente tolerancia. No se pide aquí que toleremos nada. Simplemente que sepamos que cada uno puede vivir como quiera, como sea.
George es un niño. Pero él se siente niña. Una obra de teatro en su colegio hará que todo su mundo se transforme y que, quizás, pueda mostrar quien es realmente.
Solemos ver ensayos, novelas e incluso películas con personajes transgénero. Pero casi siempre dirigidos a un público adulto. Pero no hay que olvidar – y eso parece que lo hacemos a la perfección los seres humanos – que hay una parte de educación necesaria para que los jóvenes de hoy en día entiendan otras realidades que les son ajenas. Alex Gino construye una historia que, ojalá, fuera una lectura recomendada en todos los colegios, ya que la creación de un personaje como George es tan necesaria hoy en día como cualquiera de las posibles obras maestras que pueblan las librerías. Una historia para jóvenes que guarda dentro mucho más de lo que podría pretenderse. Porque lo que nos encontramos en George es superación, es respeto, es educación, es la realidad de aquellos que no quieren entender que no todos somos iguales, es la capacidad de amar de una familia, es la visión de una sociedad que se viste de tolerancia pero que guarda en su interior hipocresía, es felicidad pero también lágrimas. Es, en definitiva, un paseo por los sentimientos de aquellos que, desde pequeños, sintieron que su cuerpo no les correspondía y lucharon por ser como realmente querían. Como decía, una prueba más de que la literatura puede ayudar en la educación de aquellos que, en un futuro, son los que construirán un nuevo presente.
¿Es, por tanto, George una lectura únicamente para jóvenes? Si pretendemos ver esta novela únicamente por su concepto estilístico, es cierto que la prosa de Alex Gino está pensada para jóvenes. Si nos vamos más allá de las simples cuestiones de unión de frases e ideas, estaremos ante una lectura para todos los públicos que nos hará entender, de una vez por todas, lo que puede sentir alguien que siente en su interior que no es realmente quien quiere ser. Me gusta, y mucho, descubrir estas lecturas que, de otra forma, sería muy complicado descubrir. Pero si de algo estoy seguro es de que los tiempos están cambiando. Que los libros ya no nos presentan la misma realidad una y otra vez, repetida hasta la saciedad, y que deje un poso de aburrimiento en nuestras experiencias. Los jóvenes de hoy en día, afortunadamente, pueden descubrir a través de los libros que ciertas realidades, ciertos presentes, deben ser entendidos y respetados. Porque si de algo habla esta novela es de eso, de respeto.