Como norma general, si lo que busca es leer a alguien que hable con pasión de su lengua y su literatura, elegir a un autor ruso es una opción inmejorable. Si además es poeta, no cabe duda que la cosa promete, pero si se trata de Osip Mandelstam, no hay muchas probabilidades de equivocarse. Gozo y misterio de la poesía, editada, traducida y prologada por Víctor Andresco, es exactamente eso, una muestra de amor a la lengua y la literatura rusas, un viaje por su poesía y su narrativa, una variadísima colección de reflexiones que arrojan tanta luz sobre la cultura contemporánea como pasión derrochó el autor en su escritura.
El autor escribió los textos que se recopilan en Gozo y misterio de la poesía entre 1910 y 1923, una época especialmente convulsa, y sorprende la lucidez que despliega Osip Mandelstam en ellos cuando dice cosas como La poesía es un arado que revienta el tiempo de tal forma que las capas más profundas, su humus, quedan en la superficie.
No solo diserta el autor sobre la historia de la poesía, sobre el clasicismo o el simbolismo que él representaba junto a Tsvietaiéva o Pasternak, también trata de otros temas y personajes, como la novela, Blok, Chaadáev, Chénier o Villon, pero siempre lo hace con esa vocación de explicar su época que convierte a los escritores, además, en intelectuales, en figuras clave de su sociedad y su mundo.
Tampoco les voy a engañar, aunque los textos sean fluidos la erudición del autor hace de Gozo y misterio de la poesía un libro para el que conviene elegir su momento. Requiere de tranquilidad, de una lectura reposada y, probablemente, de consultas con las que saciar la curiosidad que los temas planteados va suscitando. No es un libro fácil, pero es un libro magnífico.
He leído más cosas sobre Mandelstam que de Mandelstam, fundamentalmente las memorias de su mujer Nadiezhda Mandelstam (“Contra toda esperanza”), imprescindibles, y cuando por fin se encuentra uno cara a cara con él, comprende la imagen que se ha formado por las referencias de terceros. Porque Osip Mandelstam fue un poeta cuando hizo poesía tanto como cuando escribió estos pequeños ensayos o como cuando vivió, un poeta en cada uno de los aspectos de su vida, un valiente, una referencia cultural para su país y para el mundo. Entenderán que no hay otra opción que encontrar sumamente interesantes estos textos, son los destellos de una mente imprescindible.
La poesía rusa actual no ha caído del cielo, sino que estaba anunciada en todo el pasado poético de nuestro país; acaso con el fragor y las estridencias de Yazykov no se anunciaba a Pasternak, o acaso no basta un ejemplo para demostrar cómo hablan entre sí, con fuego cruzado, las baterías confundiéndose en la indiferencia del tiempo que las separa. Siempre hay guerra en la poesía. Y solo en épocas de idiotismo social aparece la paz o la tregua. Quienes tienen el mando sobre las raíces se enfrentan entre sí como generales. Las raíces de las palabras luchan en la oscuridad, arrebatándose unas a otras el alimento y los jugos terrestres. La lucha de la lengua rusa, esto es, de la tradición oral, del léxico familiar, de la lengua seglar con la lengua eclesiástica escrita, con la escritura eslava eclesiástica y bizantina enemiga, continúa hasta ahora.
Andrés Barrero
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