«No eches raíces, no te establezcas. Cambia a menudo de lugar, lleva una vida nómada… No necesitas tener a alguien contigo para traer una nueva luz a tu vida. Está ahí fuera, sencillamente».
¿Algo que discutir a semejante declaración de independencia? Estas fueron las palabras que Chris McCandless, de veinticuatro años, le dedicó en una carta a un amigo que conoció en su viaje en soledad por las montañas de Alaska. Su propia odisea que le llevaría a encontrarse consigo mismo en un entorno salvaje y natural. El viaje que emprendió cansado de convencionalismos, normas y obligaciones; cansado de la falta de pureza en el alma de las personas, de pensamientos vacíos y adoctrinados por parte de una sociedad movida por el egoísmo, la desconfianza y los bienes materiales; un viaje que supondría la mayor aventura a la que el hombre pueda enfrentarse: la conexión directa y genuina con la naturaleza. Una aventura, por desgracia, que acabó con su vida.
La llamada de lo salvaje, la llamada del corazón helado de las tierras salvajes del Norte, en palabras de Jack London, fue lo que despertó un sentimiento tan fuerte y veraz en Chris que no tenía otra cosa en mente que llevar a cabo su aventura. Una aventura que quedó grabada en pequeños retazos sobre una guía de frutos silvestres a modo de diario, en fotografías reveladas de su propia cámara y en testimonios de personas que se cruzaron en el camino de un chico de Virginia que recorrió un largo viaje desde su tierra natal hasta la vastedad de los bosques de Alaska. Del trabajo de recopilación de información sobre su odisea se encargó el periodista Jon Krakauer. Todo cuanto sucedió viene reflejado en este libro, Hacia rutas salvajes.
Con motivo del 20º aniversario de la primera edición de este libro, la editorial Ediciones B lanza al mercado español en tapa dura una nueva edición de la historia que cuenta la aventura en la que se adentró Chris McCandless. Una historia que inspiraría a Sean Penn para dirigir una película premiada con un Oscar y acompañada de una sensacional banda sonora compuesta por Eddie Vedder.
En septiembre de 1992, cuatro cazadores de Alaska encontraron dentro de un autobús abandonado en mitad del bosque el cuerpo sin vida de un joven. La noticia se extendió por todo el país y supuso un cúmulo de especulaciones sobre los motivos que llevaron a un chico de veinticuatro años a adentrarse en las tierras salvajes del norte sin apenas provisiones y sin haber avisado a nadie. El periodista Jon Krakauer decidió realizar una ardua investigación sobre el caso. Para ello se valió de los restos que hallaron alrededor del cuerpo del joven: libros y anotaciones al margen en cada uno de ellos, fotografías y testimonios de personas que aseguraron haber conocido al chico. Comenzaba así la aventura del autor de este libro. Un viaje que desandaría los pasos que dio Chris McCandless desde que fue encontrado muerto hasta que decidió emprender su viaje.
Ha sido, sin duda, una gran lectura. Una lectura necesaria. Por su belleza en cada una de sus páginas con gran riqueza de detalles sobre los paisajes y el entorno; por su enorme trabajo de documentación y la estructura elegida para relatar los hechos; por el cuidado y respeto con el que ha tratado su autor tanto la vida de Chris McCandless como a cada uno de los testigos de esta gran aventura. Un libro que es a la vez una guía de viajes, una trepidante historia de aventuras y un documental narrado con la más absoluta veracidad. Y también, pese al trágico desenlace de la historia, un manifiesto y ensalzamiento a la libertad de pensamiento, a la independencia y al amor y encuentro con uno mismo en consonancia con la naturaleza.
La vida de Chris, o más bien, su largo y duro viaje, supuso una luz de guía para muchos otros soñadores que anhelaban enriquecerse a través de lo que la vida, en su estado más natural, podía ofrecerles. Personas perdidas en un mundo egoísta al que creen ya no pertenecen. Personas que huyen del desengaño o la súbita pérdida del sentido de su existencia. Todos vieron en Chris, al igual que él mismo vio en las lecturas de Jack London o Thoreau, un camino por el que transitar sin miedo y sin mirar atrás. Una larga aventura para espíritus soñadores que a veces tropiezan con su propia fantasía:
«Alaska ejerce una atracción magnética sobre los soñadores e inadaptados que creen que los enormes espacios inmaculados de la Última Frontera llenarán el vacío de su existencia. Sin embargo, la naturaleza es un lugar despiadado, al que le traen sin cuidado las esperanzas y anhelos de los viajeros».
Hacia rutas salvajes me ha resultado impactante. En cuanto a contenido y narrativa no tiene ni un párrafo que le sobre. Las aportaciones de cada uno de los testigos que formaron parte del viaje de Chris, entre ellos su propia familia, como los recortes anotados de los libros que sirvieron de inspiración y compañía en las duras noches en pleno bosque al joven soñador, han dejado una fuerte impronta en mí. No tengo el espíritu aventurero de este chico, pero algo ha despertado en mí al saber sobre su vida y su modo de sentirla. Ojalá consiga hacer lo mismo contigo. Al fin y al cabo, puede que algunos estemos esperando la llamada de lo salvaje.