Ya tenemos de vuelta a la payasa sociópata más sexy del panorama comiquero. Si en el tomo anterior, Entre besos, tiros y puñales, acabábamos con la idea de Harley de formar una banda, aquí ya está montada, con unos cimientos frescos y débiles, dispuestos a combatir el crimen de la ciudad por un módico (o no tan módico) precio y con el visto bueno, previo chantaje (“si es que hay que poner etiquetas a todo”), del alcalde.
La banda tendrá que hacer frente a varios sucesos, de los cuales el que más páginas ocupará será el de un marinero convertido en Popeye malvado gracias a unas extrañas algas alienígenas, que llevarán de cabeza a Harley para poder pararle los pies.
Pero también habrá tiempo de ensoñaciones lisérgicas varias, citas interrumpidas, una misión de rescate en la que se cruzará con Deadshot, y un viaje en caravana junto con Catwoman y Hiedra Venenosa para despedir las cenizas del tío de nuestra pálida majadera.
Y todo con el humor característico y mala leche dosificada de una mujer que podrá o no salir victoriosa de sus enfrentamientos, pero que no se lo piensa dos veces antes de plantar cara y atacar, sea el tamaño que sea el que tenga el rival de turno. ¡Ja! ¡Esta sí que es una wonder woman!
Harley Quinn 4: La llamada del deber tiene muertos, acción, violencia, historias bizarrísimas (incluso veremos un cameo de Bizarro), pérdidas de maletas en el aeropuerto, secuestros, millonarios gordos desnudos en bañeras hidromasajes en medio de una fiesta, sueños con Batman, Joker, Green Lantern, Aquaman…, réplicas ingeniosas (no siempre), y personajes estrafalarios (aunque a muchos de ellos ya los hemos visto con anterioridad).
Los dibujos son muy variados. Los hay de mi gusto y los hay que ya no tanto. En general cumplen su función en un tebeo de estas características y el cambio de dibujantes, a pesar de parecer brusco en el contraste, no reviste mayores complicaciones y la lectura no se resiente, no distrae la atención de la línea argumental.
No obstante, a pesar de ser un cómic que solo piensa en entretener sin más, se empieza a notar un decaimiento. De los cuatro tomos este es quizás el más flojo, el que pega un bajón respecto a los tres primeros. Las historias no son tan frescas y pecan de ser demasiado absurdas. Es normal. Tarde o temprano tenía que pasar; no es fácil mantener el excelente nivel que llevaba la colección hasta ahora. Confíemos en que haya sido algo puntual y que el próximo número nos devuelva a la payasa a la gloria y esplendor de los tomos pasados, que es donde debe estar. Un personaje como Harley puede dar aún muchísmo juego y Conner y Palmiotti pueden con ella, ¡faltaría más!, ya lo han demostrado. Siendo como han sido capaces de lo mejor, mi fe y esperanza sigue con ellos.
Con todo esto no quiero decir que el cómic sea malo. En absoluto. Tal vez la pareja guionista me ha malacostumbrado y me he vuelto exigente. Es mucho mejor que cualquier cómic de humor. (Hay que admitir que la serie de Harley pertenece al género de la comedia y acción). Ya les gustaría a muchos cómics tener la mitad de categoría que tiene este. Es simplemente que, en comparación con sus antecesores, no es el mejor. Ni más ni menos, pero Harley Quinn 4: La llamada del deber sigue siendo un cómic recomendabilísimo.
Así pues, chalada, espero tus próximas aventuras. A ver en qué líos te meten esta vez…