Harry Potter y la cámara secreta, de J.K. Rowling
Así como leí en dos días la primera parte de la heptalogía del pequeño mago, Harry Potter y la Piedra Filosofal, también me llevó el mismo tiempo culminar su continuación, pese a que en cantidad de páginas supere al primer libro; y todo gracias a la fascinación y atracción que producen sus 18 capítulos y a la capacidad de J.K. Rowling de dotarnos de un mundo fantástico por demás.
La estructura narrativa de esta segunda parte es similar a la primera, ya que al comienzo Harry Potter se encuentra de nuevo conviviendo (o mejor dicho, sobreviviendo) en casa de sus tíos, quienes no dejan de tratarlo mal. Se nota sin embargo un cambio en Harry Potter, quien en diversas ocasiones los enfrenta, aunque no tanto como los lectores deseamos; es que en el fondo no deja de ser un niño que acaba de cumplir doce años y cuyo mundo se vio trasformado de un día al otro al pasar de ser un simple y triste mortal huérfano a enterarse de su condición de famoso mago que es seleccionado para estudiar en un mundo totalmente diferente y asombroso como lo es el Colegio de Magia de Hogwarts, en el que tendrá que comenzar su segundo año.
Existen dos puntos que definitivamente hay que resaltar de Harry Potter y la Cámara de los secretos: la acción y la amplitud. La acción domina cada una de sus páginas, y cuando digo “cada una” es literal, ya que a diferencia del primer libro, en el que la acción se presentaba de menor a mayor, en éste se encuentra casi siempre bien arriba, poniendo una y otra vez ante los lectores diversos elementos y personajes que superan al anterior creando así un vértigo constante que devora capítulos y hace muy visual cada página. El segundo punto a destacar, la amplitud, viene de la mano con el primero, ya que esa acción repetida (pero no cansina) requiere necesariamente de decenas de nuevos personajes, ya sean mortales o fantásticos y la profundización de las historias personales de aquellos protagonistas que ya conocemos del primer libro. Nos enteramos así de varios puntos que no fueron revelados en Harry Potter y la Piedra Filosofal, como por ejemplo el porqué del castigo al gigante Hagrid (que lamentablemente no aparece mucho en esta segunda parte), además de permitir que conozcamos más a personajes claves como Voldemort y Dumbledore y que tengamos ante nosotros a decenas de seres fantásticos como el Elfo Dobby (hilarante, divertidísimo), arañas terroríficas o un auto volador con libre albedrío. Y por supuesto, cientos de pociones, encantos, recetas y renovados elementos como la Nimbus 2001, la mejor escoba fabricada hasta el momento, ideal para destacar jugando al Quidditch, mezcla de fútbol y baloncesto que se disputa en Hogwarts.
En cuanto a la trama en sí, también es bastante similar a la del primer libro, ya que en esencia Harry Potter y sus amigos Ron y Hermione deben descubrir un secreto que se esconde, otra vez, en el colegio: La cámara de los secretos, que luego de muchos años fue reabierta por el “heredero de Slytherin” y que promete la muerte a todos aquellos que no sean puros, o sea que no desciendan de familias de magos; como ya sabemos, en la escuela de Hogwarts pueden estudiar tanto hijos de magos como aquellos que descienden de seres humanos. Resulta inevitable pensar en una analogía con la exaltación de la raza aria por parte del Nazismo, lo que nos demuestra que J.K.Rowling no solo cuenta y escribe bien, sino que va dejando mensajes morales muy sutiles que hacen más interesante la saga; por supuesto, Harry Potter luchará y vencerá en su lucha para no permitir que los malvados eliminen a los “impuros”
La tercera parte de esta hermosa heptalogía, que ahora mismo tengo frente a mí, es aún más grande que los primeros dos tomos, y allí voy, con mi capa y mi varita dispuesto a sumergirme en ella para ver si el viaje vale tanto la pena como ocurre con los dos primeros tomos: luego les cuento.
Me encantaron estos libros. Y últimamente me tientan mucho desde la estantería. Y si encima leo tu reseña, más ganas me dejas de volver a vivir las aventuras de este joven mago.
Besotes!!!
Es lo que tienen los buenos libros siempre podemos volver a ellos ¡Gracias por tu comentario!