Reseña del libro “Harry Potter y la cámara secreta”, de J.K. Rowling
Ser amante de los libros también implica dejarse deleitar por sus ediciones y querer —que no poder— llenar nuestras estanterías con obras preciosas que perduren años y años y que pasen de generación en generación. A veces me dejo llevar por este sentimiento y termino comprando ediciones que ya tenía tan solo porque la nueva está mejorada o porque tiene una calidad que sé que me va a compensar. Es el caso del libro que vengo a reseñar hoy: Harry Potter y la cámara secreta, de la colección especial creada por MinaLima.
Con este ejemplar ya son tres las ediciones que tengo de este mismo libro en mi biblioteca (la original, que me regalaron unas Navidades allá por 1999, una en inglés que compré y leí en Argentina y, ahora, esta preciosidad. Y es que cualquier oportunidad es buena para volver a Hogwarts y más si se hace de la mano de las ilustraciones y extendibles que incluye esta edición.
Lo que no cambia es la historia, eso está claro. La editorial se mantiene fiel hasta a la última coma escrita por J.K. Rowling, pero sí que le da un aire… distinto. Mentiría si dijera que no me he imaginado a mí misma leyéndole este libro a un futuro pequeño fan de Harry Potter, dejándome llevar por todos los desplegables que incluye y disfrutando más que los pequeños de la casa. Y es que es un libro para eso: para coleccionar, para tener y para disfrutar.
Cualquier excusa es buena para volver a la escuela de magia donde tan felices fuimos los niños de los noventa que descubrimos la magia de la mano de la autora inglesa. Y es curioso, porque por mucho que vuelvo a esta historia (cosa que ocurre, más o menos, cada dos años), siempre me encuentro como en casa. Aunque tengo que decir que La cámara secreta fue el libro que menos me gustó de la saga durante muchos años. Quizás porque lo leí en un momento agridulce de mi vida, que si bien fue feliz en algunos aspectos, en otros me encantaría olvidar. Sin embargo, volver a él después, con los años y con perspectiva, hizo que me diera cuenta de que, en realidad, era uno de los mejores libros de la saga. No solo por la cantidad de elementos mágicos que incluye (siempre he pensado que los dos primeros libros son tan «mágicos» porque son una representación más íntegra del worldbuilding de la historia), sino porque empezamos a conocer al malo malísimo, a ver que hay una persona detrás de esa sombra que era en el primer libro. Le pusimos nombre y apellidos. Y eso marcó un antes y un después en la historia.
Volver a La cámara secreta ha sido reencontrarme con Dobby, con el sauce boxeador, con los partidos de Quidditch, con la poción multijugos, con Myrtle la llorona, con Gilderoy Lockhart, la Madriguera, los gemelos Weasley y con un Draco Malfoy mordaz y quisquilloso. Todos estos elementos, para nada olvidados y que se iban desplegando dentro de mi mente como si fueran una matrioska a medida que iba leyendo, se han visto resaltados por las increíbles ilustraciones que ha hecho el equipo de MinaLima. Y eso, como fan de la saga, es algo de agradecer.
Poco más puedo decir sobre este libro. Como siempre, la experiencia de volver a los libros de mi infancia ha sido maravillosa y estoy deseando que continúen con este proyecto porque, sin dudarlo ni un solo segundo, quiero y necesito que estas ediciones formen parte de mi biblioteca personal, esa que pasará de generación en generación —espero—.