Reseña del libro “Haunting Adeline: Nunca te dejaré”, de H. D. Carlton
Polémica y más polémica. Eso es lo que ha generado Haunting Adeline: Nunca te dejaré, primer volumen de una bilogía escrita por H. D. Carlton. ¿Y a qué se debe tanto escándalo? Os lo explicaré. El libro del que hoy vengo a hablaros es ficción pura y dura, no lo olvidemos. Eso es lo que debemos tener claro desde el primer momento. Es un dark romance en mayúsculas, sí, de los más potentes que he leído. Hay toxicidad, hay violencia, hay uso de armas, problemas mentales, abusos sexuales, sacrificios humanos, tráfico de personas, acoso, tortura, mutilaciones, secuestro y lenguaje soez, por lo que si sois personas extremadamente sensibles o pensais que no os vais a sentir a gusto leyendo una historia que toque estos temas, entonces Haunting Adeline no es para vosotros. Si por el contrario y a sabiendas de todo esto, queréis darle una oportunidad, os seguiré contando.
La autora crea desde el comienzo una atmósfera lúgubre y oscura que envuelve la historia de nuestros dos protagonistas: la manipuladora y la sombra, Addie y Zade. No quiero contaros mucho sobre quiénes son ellos y cómo son, porque yo me sumergí en este relato sin saber mucho, solo partiendo de esas conocidas y temidas advertencias de las que tanto se ha hablado en redes sociales. Y puedo decir que de esa forma he disfrutado mucho esta historia.
Solo os diré que ella es una joven escritora que vive en la mansión heredada de sus abuelos, es introvertida pero hay algo roto en su interior que la empuja a sentirse atraída por lo prohibido, por el peligro y la oscuridad. Y él es… ¿un obseso? ¿Un asesino? ¿Un stalker? Quizás todo eso y mucho más, pero Freddy Krueger también era un asesino y de los más chungos, y es un personaje de culto muy querido. ¿Y Patrick Bateman? Sí, el asesino en serie interpretado por Christian Bale en American Psycho. No sé vosotros, pero yo lo adoré y me lo pasé en grande con dicha película. Con esto quiero decir que si abrimos nuestra mente y tenemos claro que estamos ante personajes de ficción bien construidos a los que en ningún momento debemos romantizar, entonces disfrutaremos de la historia y de lo que H. D. Carlton nos ofrece.
La trama engancha desde el comienzo debido a los capítulos alternos que nos muestran los puntos de vista de ambos protagonistas. A esto debemos sumarle los fragmentos de esa historia del pasado en formato diario sobre la bisabuela de Addie que inquieta a nuestra joven escritora —junto con la presencia de algún que otro espíritu— y nos mantiene alerta por la similitud de los dos casos.
Además, y siendo franca, aunque Zade sea un hombre perturbado, debo admitir que hay aspectos de su forma de ser y de su “trabajo” que me han gustado, ya que la mayoría de la gente suele mirar para otro lado ante ciertos temas, y él decide hacer justicia de la forma más directa y cruda que pueda existir. Él no es el bueno, pero elimina a los malos. Por eso y aunque cueste verlo en un primer momento, Zade no llega a ser un villano, sino que más bien es un antihéroe peculiar y depravado.
Por otro lado, debo decir que la primera parte del libro empieza muy fuerte y me mantuvo intrigada las 200 primeras páginas, pero luego pierde fuerza y la historia se estanca un poco. Aun así, el desarrollo de los acontecimientos entre Addie y su acosador y ese juego del gato y el ratón consiguen que el lector no pueda despegarse de las páginas y deba seguir leyendo para saciar su curiosidad. Al menos la mía ha quedado saciada y tengo muchas ganas de saber más de este dark romance en la segunda y última parte de la bilogía que espero Montena no tarde en traer.
En resumidas cuentas, Haunting Adeline: Nunca te dejaré es una lectura diferente, excitante y muy original, no apta para menores de 21 años ni para todo aquel que al leer las advertencias que he comentado al comienzo de la reseña haya sentido náuseas o ciertas incomodidades con los temas que aquí se tocan. No obstante, si habéis llegado hasta aquí probablemente sea porque no os asuste conocer un poco más a fondo a Addie y a Zade, sus complejas personalidades y sentimientos, el caos mental de cada uno y la conexión enfermiza que les une.
Y si os gustaban las rosas… lo siento, tendréis que elegir otra flor, porque nunca más volveréis a mirarlas del mismo modo.