Reseña del cómic “Hay algo matando niños Vol. 2”, de James Tynion IV y Werther Dell’Edera
Contrariamente a lo que suele ser habitual, no hemos tenido que esperar mucho desde la aparición del primer volumen (¿mayo?) de Hay algo matando niños hasta la de este segundo volumen, y eso es algo que se agradece en un mundo en el que las temporadas, ya sean editoriales o televisivas, suelen ser de frecuencia anual en el mejor de los casos, y en el que justo eso hace que olvidemos detalles y nombres de los personajes.
Este segundo tomo continúa la historia donde la dejó y si no has leído el primer tomo es muy posible que te tragues algún destripe.
Erica Slaughter, que sigue pareciéndome una clon de Emma Stone, mató al gran monstruo que se dedicó a matar (de forma muy gore) a un montón de niños para después comérselos, pero dejó huérfanos a cinco crías que van a querer comer y mucho.
El pequeño pueblecito en el que se amontonan los cadáveres sin identificar (o mejor dicho, los trozos de estos que han podido ser recuperados) no sabe qué es lo que está pasando y solo piensa en llorar a sus hijos y proteger a los que aún quedan.
Y en esas está Erica, dispuesta a acabar con todo monstruo viviente (monstruos que solo los niños y algún adulto aislado pueden ver) y viéndoselas también con la orden a la que pertenece, la Casa de Slaughter, que se preocupa más de “limpiar” todo y de que nadie conozca la existencia de esos seres que de acabar con ellos. Y eso es algo que a Erica le repatea.
“No soy un superhéroe. No soy más que una triste y agotada damita que sabe cómo matar a esas cosas y voy a hacer lo puñeteramente imposible para ponerle fin esta vez.”
Destaco, al igual que en el número anterior la fuerte personalidad de Erica. Es consciente de sus fortalezas y debilidades, sabe que no es superfuerte y que puede morir intentando acabar con estos bichos de pesadilla, pero está decidida a hacerlo y dejarse la vida en el intento si es necesario. Y además, el dibujo de Erica es sumamente expresivo, y no ya solo por sus enormes ojos.
Vamos a despejar algunos de los interrogantes que nos dejó el primer volumen (con quién habla Erica, qué pasa con el pulpo,…) e incluso vamos a conocer e intuir el pasado de la propia chica, que, a pesar de todo, seguirá irradiando un atractivo aura de misterio.
Se hace corta esta pequeña obra, al igual que el tomito anterior, en el que el dibujo y color juegan un papel tan importante para ambientar como se merece una historia de este género, que sorprende por ser a la vez un tanto manido como también original en su tratamiento.
Rápido, ágil y con un final que te deja con el culo torcido (¡¡¿pero cómo pueden dejarme así la historia?!! ¡Ni Hitchcock haría eso con el suspense!) y deseando leer más.
Sobre el dibujo solo puedo decir que se mantiene el gran nivel de su predecesor, un trazo sucio y sencillo que es bueno y aún más gracias al decisivo color del español Miquel Muerto.
Hay algo matando niños vol. 2 no decae en ningún momento y sigue la estela marcada del volumen 1. Entretenimiento y diversión asegurada, sangre, hostias finas, personajes bien definidos y una protagonista de la que enamorarse aunque te mande a paseo de una patada en los huevos. ¿Qué más se puede pedir en un cómic de terror?
Ah, sí, de regalo viene un pañuelo de la Casa Slaughter.