Hace años leí una adaptación del clásico El maravilloso mago de Oz. Sin embargo, en este retelling la protagonista no era Dorothy, sino Elphaba, la bruja mala del oeste. Y puedo decir que yo me sentí mucho más identificada con Elphaba que con Dorothy.
¿Será porque me encantan los villanos? Seguramente sea porque los seres humanos tenemos más en común con los malos, que al final no son ni blancos ni negros, sino grises. Y cuando conocemos un poco más a fondo a los villanos, nos damos cuenta de que nos parecemos a ellos. Tenemos las mismas dudas e incertidumbres y un pasado que nos ha hecho ser como somos.
Y no solo Elphaba es una de esas malvadas de las que se han hecho adaptaciones en la actualidad, ya que en Hermanastra, de Jennifer Donnelly, encontramos a otra antagonista con malas intenciones. ¿Adivináis qué cuento clásico es con ese título? Fácil, ¿no? ¿Será tan mala esa hermanastra como nos la han pintado siempre? Voy a ponerme los dichosos zapatos de cristal que me aprietan para volar al mágico mundo alternativo de Cenicienta y contaros esta historia.
Isabelle, nuestra protagonista, se corta algunos dedos de un pie con tal de agradar a su madre y así engañar al príncipe y entrar en un precioso zapato de cristal que no le pertenece. Desafortunadamente, el engaño no surte efecto e Isabelle es descubierta. Su hermanastra Ella, a la que Isabelle, su hermana Tavi y su madre siempre han tratado mal, es la auténtica dueña del zapato. Ella se casa con el príncipe y el pueblo se burla de Isabelle y de su familia. El odio consume a Isabelle. Sin embargo, su destino y su suerte lucharán a vida o muerte y nada volverá a ser igual. Isabelle tendrá que buscar en el fondo de su corazón para cambiar el cuento.
Como veis, esta es la historia de lo que les pasó a la madrastra y a las hermanastras de Cenicienta después de que esta se casara con el príncipe. Pero la verdad es que es mucho más que eso. Es la historia de dos hermanas, Isabelle y Tavi, que nacieron en la época equivocada, en un tiempo en el que se premiaba la belleza y la sumisión en la mujer y no la inteligencia y la sabiduría en las ciencias, las matemáticas o la historia.
Pero ante todo, esta es la historia de Isabelle. La historia de una chica, de una mujer, de una persona. Alguien con muchas virtudes, pero con un gran defecto: ser fea. O mejor dicho, no ser lo que consideramos guapa dentro de los cánones de belleza que seguimos en nuestra sociedad. Sin embargo, capítulo tras capítulo, podemos descubrir todas sus virtudes.
Muchas de esas virtudes son tener una voluntad de hierro, ser una guerrera, saber montar a caballo y ser buena con la espada. Todas esas cosas sí que pueden hacer que sea bella una mujer sin ser necesariamente guapa. Pero claro, todos sabemos que lo primero que nos entra por los ojos es el físico, y si no tienes una apariencia bonita, el camino para demostrar tus cualidades no será de rosas, sino de espinas.
No obstante, en la primera parte de la novela, Isabelle también es el claro reflejo de la envidia y de cómo la sociedad nos empuja hacia ese sentimiento de odio hacia otra persona a la que una vez quisimos.
Pero yo pienso, ¿realmente deberíamos envidiar una cara bonita sin más opciones o pretensiones que casarse con un príncipe? Lo que deberíamos hacer es pensar en las otras muchas cosas que poseemos y comernos el mundo sin necesidad de tener a nuestro lado a un hombre para ser su florero. Pero es difícil, sobre todo cuando tienes una madre como la de Isabelle, dispuesta a casar a sus hijas con nobles a toda costa.
Por otro lado, una de las cosas que más me ha gustado de esta novela es ese narrador omnisciente que nos introduce dentro de Isabelle para conocerla a fondo, al mismo tiempo que nos pone en la mente de los otros dos personajes relevantes de la novela para que no perdamos ningún detalle: Azar y la Parca. Además, he disfrutado mucho con la prosa de la autora, que es clara, directa, rápida y concisa.
Y también están los capítulos, que al ser cortos, hacen que la lectura sea amena. Lo interesante es que se alternan los que giran en torno a Isabelle con los que hablan sobre Azar y la Parca, hasta que los caminos de los tres se funden en uno solo. Eso le da mucho ritmo a la historia y así el lector no se aburre.
En resumidas cuentas, esta novela me ha apasionado. Y es así porque Jennifer Donnelly me ha permitido recorrer y vivir de manera intensa el camino de Isabelle. De una chica que evoluciona de un modo sorprendente a lo largo de las páginas de este libro, demostrando que si nos lo proponemos, podemos convertir el dolor en algo bello, en algo bueno, en algo mejor.
Así que, ¿qué opináis? ¿Creéis que es posible dejar atrás a la persona horrenda que fuisteis? ¿Es posible reunir los pedazos de un corazón desaparecido para encontraros a vosotros mismos? Después de leer Hermanastra, me atrevo a decir que si confiamos en nuestro valor y en nuestra fuerza de voluntad, solo tendrá poder sobre nosotros la magia. Pero no la magia de los hechizos, sino la magia que reside en nuestro interior.