Reseña del libro “Hija del Destino”, de Margaret Weis y Tracy Hickman
Cada generación ha tenido su saga de fantasía.
Algunos lectores se lanzaron de cabeza con las aventuras de una compañía de nueve que transportaba un anillo mágico. Otros se decantarían por seguir las andanzas de un mago, por una tierra donde el mar reina, y su afán en descubrir los misterios de la magia a través del poder de las palabras. ¿Qué tal un poco de fantasía y sátira? Algunos seguidores del género fantástico crecieron riendo en medio de dragones, magos ineptos y una guardia que hacía lo que podía. Un elfo oscuro, un mago con una marca en la frente, un invierno que siempre está al acecho… Y podría continuar. Podría añadir diez o doce mundos ficticios más que fueron el resguardo de no pocos adolescentes. Lugares que podemos descubrir en cualquier momento, pero que si lo haces en la edad adecuada, en esa en la que meterse en un libro es tan simple como pestañear, se quedan contigo para siempre. En mi caso, ese lugar seguro al que siempre me gusta volver, esa colección de libros que son pura nostalgia, es la saga de la Dragonlance escrita por Margaret Weis y Tracy Hickman. Regresar una y otra vez con Los Héroes de la Lanza y descubrir cómo se inicia su leyenda en la posada de El Último Hogar me da la vida. Así que no puedo ni describir el alegrón que me dio descubrir que los autores rescatarían a los personajes clásicos para una nueva trilogía titulada Destinos. El libro del que hoy os voy a hablar, y probablemente con el criterio de alguien abrumado por la morriña, es Hija del Destino, primer libro de la trilogía publicado por la editorial Minotauro en una edición espectacular.
En Hija del Destino conoceremos a Destina Rosethorn, la hija de un caballero de Solamnia. Su familia es adinerada, tienen tierras y un castillo además de honor y prestigio. Y entonces llega la guerra. Una guerra que una vez pasada se la conocería como la Guerra de la Lanza. Una guerra que crearía héroes pero que también engendraría mucha desdicha. La tristeza alcanza a Destina en cuanto su padre muere en el conflicto. A partir de ahí todo su mundo se va cayendo a pedazos: su prometido la deja en la estacada y el castillo, así como sus tierras, ya no le pertenecen. Casi con lo puesto, y tras haber estudiado algunos de los libros de su padre, emprende la búsqueda del Ingenio de Viajar en el Tiempo. Si viaja atrás en el tiempo, si evita que su padre vaya a esa fatídica contienda, si evita que muera todo volverá a ser como antes. Lo único que tiene que hacer es encontrar a Tasslehoff Burrfoot el famoso kender que fue capaz de viajar en el tiempo y que parece ser que todavía tiene el Ingenio. Pero como habréis imaginado las cosas no serán tan fáciles como ella piensa, y más cuando metemos en la ecuación a un kender.
En Hija del Destino el tiempo es esencial. Es un factor a tener en cuenta que marcará la narración pero que también servirá para ubicarnos en la saga de novelas. Los saltos narrativos consiguen situarnos en los primeros capítulos de la novela un poco antes de Crónicas de la Dragonlance para luego, llegado el momento de buscar un método de viajar en el tiempo, trasladarnos a un poco después de Leyendas de la Dragonlance. Un chanchullo temporal que se marcan los autores para poder traer a la vida a personajes que ya dábamos por muertos y que resulta todo un gustazo para los fans. Para los no iniciados cabe señalar que Weis y Hickman dan explicaciones sobre razas, conflictos y objetos mágicos, consiguiendo de esta forma que la novela sea una puerta de entrada (aunque no la más recomendable) al mundo de Dragonlance.
Weis y Hickman vuelven a sorprender con una trama muy ágil que juega con los tropos más clásicos del rol: viajar hasta un lugar, explorar una mazmorra, conseguir un objeto mágico que a su vez te abre las puertas de un nuevo lugar… De esta manera, y a medida que van perfilando personajes, nos adentraremos en las entrañas de Thorbardin, el impresionante reino de los enanos. Mientras exploramos todos esos túneles, todas esas maravillas en busca de una pieza mágica fundamental que pondrá patas arriba el mundo, parece que casi podemos sentir como unos dados poliédricos repiquetean contra la mesa para guiarnos en nuestro periplo. Y a medida que la aventura avanza, los personajes se suceden. Weis y Hickman siempre han tenido muy buena mano para crear personajes, clichés en algunos casos con vuelta de tuerca y otros que marcarían la historia de la fantasía. Destina se muestra como alguien con una personalidad decidida, de ir a por todas. La ética la irá dejando de lado a medida que se empecine en su misión. Y si hablamos de poca ética (sobre todo profesional) tenemos al mago Ungar: más charlatán que mago pero germen de la mala idea de alterar el tiempo. Y en la disciplina de alterar cosas (cambiarlas de lugar más bien) y vidas (poner de los nervios más bien) tenemos a un verdadero campeón además de uno de los mejores retornos en el género de fantasía: Tasslehoff Burrfoot. Es entrar el kender en escena y convertirse la aventura en algo imprevisible. Y para rematar el asunto, cuando se pone en marcha el engranaje de los viajes en el tiempo (a mí ya me tenían con el tema Dragonlance, pero añadid esto y soy vuestro para siempre) brotarán como setas las paradojas temporales. Personajes muertos que ahora viven, una catástrofe que está por llegar además de una historia que se reescribe y pone en peligro presente y futuro son aliciente más que suficiente para leer Hija del Destino de un tirón, sacar la cabeza por la ventana y gritar muy emocionado qué día se publicará su continuación.