Historias de Londres, de Enric González
Los viajes más que de lugares están hechos de momentos. Como que te sorprenda una puesta de sol, o dos si hay suerte, a orillas del río Támesis después de un día despejado de esos que dicen que allí hay pocos. Conocí Londres en una reciente escapada de algo más de dos días y con un libro de algo menos de 200 páginas. De la ciudad, me lo han preguntado mucho desde que volví, no sabría decir qué es lo que más me gustó. Probablemente, en palabras de Enric González, fuera algo que tuviera que ver más con el aire. En realidad, fue un viaje de primeros contactos y de sensaciones buenas e ininterrumpidas. Pero sigo sin tener una respuesta.
En cuanto al libro me refería a este que, como no podía ser de otra forma cuando el que escribe es el propio periodista, él mismo bromea con que es un vago titulador, lleva el nombre de Historias de Londres. Antes, aunque no en orden cronológico de edición, pasaron por mis manos sus Historias de Nueva York, Historias de Roma e Historias del calcio. Son cualquier de ellos una lectura más que recomendable sin que previamente exista la necesidad de viajar o conocer el lugar de destino. Pero reconozco que hay algo de mágico en descubrirlo todo a la vez. Esa sensación de poder pasear, literalmente, entre sus palabras. De reconocerse allí, de repente, en alguna calle o en algún pub por el que él, o las personas de las que nos habla, se pasean en nuestro presente entre sus párrafos.
Y es que los viajes además de por momentos están hechos de relatos. Historias, en este caso. Anécdotas que pasan por la propia experiencia personal del autor, en muchos casos, y que acaban por diseminar la ciudad en casi todos sus aspectos. Desde la política, hasta los pubs, la cerveza, el café, las tiendas, las calles, el fútbol, Buckingham Palace, los túneles subterráneos o la literatura. También Jack el Destripador. Y los gatos. Y tantas otras cosas que se me escapan. Porque esto es Londres y no solo no es su libro una guía al uso, ninguno de los que ha escrito lo es en realidad, sino que además es, según confiesa el propio Enric González, toda una declaración de amor a la capital inglesa.
Publicado por primera vez en 1999, algo a tener en cuanta aunque no interfiera en el curso de las historias, solo en aquellas que hacen alusión a su presente y de una manera esporádica, el estilo de su autor, lo he escrito otras veces, es pausado, como un susurro, y profundamente carismático. Una mezcla extraña entre ironía y nostalgia que se desliza entre una y otra historia, a cada cual más interesante, con esa capacidad que tienen los escritores de relatos de fijar la mirada en la esencia y deshacerse de todo lo demás. Hasta convertir esta Historias de Londres, además de en una lectura, en un viaje rápido y profundo por la ciudad inglesa. Y digo rápido porque uno empieza a leer a Enric González sin saber un poco dónde le lleva, y acaba sin saber si quiera dónde parar. Aunque se haya llegada ya al final del trayecto y uno esté de vuelta en casa.