Reseña del cómic “Historias probables”, de Neil Gaiman y Mark Buckingham
No voy a repetir otra vez cómo me inicie en los cómics gracias a Gaiman y otros. Es una historia que ya he contado muchas veces y seguro que ya estaréis hartos de esas batallitas que repito cada vez que toca reseñar algo del autor inglés, así que me voy a saltar esa parte.
Dice la RAE que la probabilidad es la “fundada apariencia de verdad” pero, ¿quién hace caso a la RAE? Lo probable es, de toda la vida, algo que, sin ser seguro es muy posible que suceda y eso es lo que Gaiman nos ofrece en estas Historias probables.
Cuatro historias cortas siniestras, oscuras, originales y alguna incluso terrorífica. El aire de irrealidad flota en todas ellas como en un episodio de The Twilight Zone. Desde un pajillero con una extraña enfermedad venérea que no acaba de explicarse porque hace siglos que no folla, a una amable y anciana vecina que come carne cruda, pasando por otro hombre obsesionado con una chica de Penthouse (sí, otro pajillero, Gaiman está desatado perdido) que no envejece y cambia de nombre en cada ocasión en la que aparece en dicha revista, para terminar con la historia más acojonante de todas, en la que tres chicos entran en una casa deshabitada en medio del bosque.
Las historias se desarrollan como Gaiman sabe, con naturalidad, con la anodina realidad que a todos nos acompaña en la vida diaria y sin prisa, pero introduciendo de vez en cuando como quien no quiere la cosa esas típicas notas de intranquilidad que tan bien domina.
Historias probables se lee con gusto y rapidez. De un tirón y te deja una sensación al final de cada cuento un poco agridulce. Te gusta cómo acaban pero a la vez te deja un ligero escalofrío en alguna de ellas, sobre todo la de la anciana vecina y la última y piensas con calma en lo que te acaban de contar, en encontrar una explicación a ese cuento probable con final abierto. ¿Ha ocurrido o no? ¿Podría ocurrir en nuestro mundo algo así? Desde luego son originales porque no acaban como esperas.
“Tenía el pelo cobrizo despeinado, la mirada provocativa, y sonreía como si conociese todos los secretos de la vida y los guardase pegados a su pecho desnudo.”
En 2016 se adaptaron estas cuatro historias autoconclusivas al formato de miniserie de veinte minutos aproximadamente cada uno y aunque pasó desapercibida y no ha corrido la misma suerte que, por ejemplo, Black Mirror, yo la veo muy similar.
En cuanto al dibujo, tenemos a un Mark Buckingham (el mismo de Fábulas) solvente que resuelve el asunto con corrección sin mayores florituras ni grandes alardes y se pone al servicio de las distintas historias.
Los fans de Gaiman, completistas y amantes de las buenas y, sobre todo, extrañas historias tienen en este pequeño tomo una compra y lectura obligada (si bien son adaptaciones de relatos aparecidos en Humo y espejos y Objetos frágiles) que no va a decepcionarles, como viene siendo habitual en él.