Es probablemente la ola más famosa del mundo. La hemos visto cientos, miles de veces. Algunas marcas de ropa la han tomado como referencia y modificándola un poquitín la han transformado en su logo. El emoji de WhatsApp de una ola de mar embravecida no es más que otro claro ejemplo de las veces que podemos encontrarnos con ella casi sin darnos cuenta. Se han hecho multitud de versiones de esa fuerza brutal de la naturaleza: algunas con animales, otras cambiando el paisaje de fondo, en Dresden incluso tienen una escultura. Si hablamos de música, acostumbra a ser la portada de La Mer, la composición musical para orquesta que el compositor Archille-Claude Debussy estrenó en Paris a finales de 1905. En lo referente al cine, Hayao Miyazaki, intencionadamente o no, en la maravillosa película de Ponyo en el acantilado parece que haga una y otra vez clara alusión, un bonito homenaje, a esa gran ola.
La ola en cuestión es una estampa que forma parte de una colección de treinta y seis ilustraciones en las que el monte Fuji es el verdadero protagonista. Sí, la ola le roba protagonismo, pero ahí, tras tanta furia, impertérrito, se halla el Fuji. Treinta y seis vistas del monte Fuji: La gran ola frente a Kanagawa (normalmente más conocida simplemente por La gran ola) es el verdadero nombre de esta obra de arte del estilo japonés ukiyo-e que pintó el artista conocido como Hokusai durante el periodo Edo. ¿En qué pensaba Katsushika Hokusai cuando la pintó? ¿Qué hacía? ¿Con quién estaba? En el manga de título Hokusai, Shotaro Ishinomori trata de dar repuestas a tales preguntas en esta biografía que recoge los 90 años de vida del artista de una forma un tanto especial.
¿Qué hace especial a este manga creado por Shotaro Ishinomori? Su forma de narrar no lineal. El prólogo nos cuenta la agonía de un hombre que se encuentra a las puertas de la muerte para seguidamente dar un salto hacia atrás en la historia. Lo más esperado hubiera sido hasta el nacimiento, primeros días o incluso años de vida de ese hombre que está muriendo, pero entonces nos encontramos ante un hombre de cuarenta y dos años. El autor del manga nos traslada hasta ese momento trascendental en el que el artista había logrado cierto renombre y estabilidad y decide que debe comenzar de nuevo, de cero, cambiarse el nombre y buscar su propio estilo. De aquí en adelante seguiremos las andanzas de un pintor obsesionado con plasmar lo que ve y lo que siente, un hombre al que llegaremos a odiar por su obsesión y lascivia enfermiza por el sexo y por cómo trataba a algunas mujeres y al que respetaremos cuando llegado el momento utilice la sabiduría que le otorguen los años para defender a amigos o ciudadanos de baja clase social que serán injustamente acusados por personas con más poder.
Shotaro Ishinomori, autor de cómics como Cyborg 009 o la adaptación al manga del videojuego The Legend of Zelda: A Link to the Past, discípulo de Osamu Tezuka y conocido como “El Rey del manga”, utiliza las obras más conocidas de Hokusai, las recrea, y luego nos muestra con su propio estilo la historia que hay tras ellas. En algunas viñetas Ishinomori incluso se atreve a juntar, pero sin llegar a mezclar, su dibujo de manga clásico con los diferentes estilos que Hokusai llegó a dominar a lo largo de su longeva vida.
En definitiva, Hokusai (publicado por Panini Cómics en una cuidada edición) es un manga que nos muestra de una forma tan natural como original todos los claroscuros de un genio; un inconformista de su época, un revolucionario en su disciplina artística que buscó a toda costa mostrar el alma que habitaba tras lo que pintaba y que, mediante su obra, llegó a atravesar lejanas fronteras e influenciar a pintores que se encontraban en la otra punta del mundo.