Por mucho que leamos sobre el nazismo y la Segunda Guerra Mundial, nos será difícil entender a quienes llevaron a cabo el Holocausto judío. Sin embargo, siguen publicándose libros que tratan de explicarlo, recopilando fechas clave, acontecimientos decisivos, cifras de muertos y testimonios de los supervivientes. Y yo, de vez en cuando, me fijo en alguno de ellos; en aquellos que me parece que aportan una visión distinta, si es que eso aún es posible en un tema tan recurrente y saturado. No me equivoqué con Últimos testigos, de Svetlana Alexiévich, y tampoco lo he hecho con El Holocausto, de Laurence Rees.
¿Qué es lo que hace diferente a El Holocausto? Pues que también da voz a los verdugos, aquellos que fueron capaces de semejante barbarie, que la justificaron, que incluso la disfrutaron. En un intento de condenarlos por sus atroces acciones, la historia apenas ha dado cabida a las declaraciones y opiniones de quienes idearon o llevaron a cabo el exterminio de los judíos. Ni siquiera se han escuchado los testimonios de esos ciudadanos que presenciaron el progresivo avasallamiento de la población judía y miraron a otro lado o, directamente, jalearon para que fuera a más, movidos por los prejuicios religiosos, el miedo a la crisis económica o la pura envidia. Pero Laurence Rees sí ha recogido sus argumentos y sus diarios, por incómodos o crueles que sean. Porque es necesario adentrarnos en las cabezas de los culpables y de los cómplices del Holocausto para tratar de discernir qué ocurrió en aquellos oscuros años.
Laurence Rees recoge «Las voces de las víctimas y de los verdugos», como reza el subtítulo de esta obra, para dotar de carga emocional a su análisis del Holocausto. Recorre el periodo de entreguerras y toda la Segunda Guerra Mundial, desde el origen del odio de Hitler a los judíos y su ascenso al poder, hasta su huida hacia delante en su cruzada antisemita, incluso cuando ya sabía que Alemania iba a ser derrotada en el conflicto bélico. Pero El Holocausto no solo aborda el papel de Hitler y los nazis, sino que hay muchas páginas sobre cómo Bélgica, los Países Bajos, Noruega, Dinamarca o Francia colaboraron en el exterminio, algo que ha quedado silenciado gracias a la sobreexposición de la barbarie del Estado alemán. De igual manera, le dedica capítulos a los discapacitados, gitanos, testigos de Jehová y otros grupos sociales que también fueron perseguidos, torturados y asesinados por los nazis y cuyo sufrimiento pocas veces es mencionado.
El Holocausto es el resultado de los veinticinco años de vida profesional que Laurence Rees ha empleado en crear documentales sobre la Segunda Guerra Mundial y el exterminio de los judíos de Europa. Durante estos años, ha acumulado gran cantidad de testimonios de primera mano, documentos de la época y estudios, y todos estos le han servido para analizar exhaustivamente la historia del Holocausto. Aplaudo la valentía que ha tenido al dar cabida a todas las voces y ahondar en los aspectos más controvertidos. Y admiro su capacidad de conseguir que este libro sea de lectura ágil, a pesar de sus más de quinientas páginas.
El Holocausto demostró hasta dónde podían llegar los seres humanos, capaces de ser víctimas, espectadores o verdugos según las circunstancias. Y los acontecimientos actuales nos vuelven a avisar de lo poco que hemos aprendido de ello, por muchos libros que haya al respecto. Dudo que la obra de Laurence Rees abra los ojos a quienes están cegados por los prejuicios y el racismo, pero al menos espero que su lectura sirva para que el resto del mundo no miremos a otro lado cuando veamos ante nosotros las injusticias que sufren nuestros semejantes por motivo de sexo, raza, ideología o religión. Que no vuelvan a repetirse hechos tan terribles como los relatados en este libro es responsabilidad de todos.