Reseña del libro “Huaco Retrato”, de Gabriela Wiener
Walt Whitman escribió en Song of myself: Pues sí, me contradigo. Y ¿qué? (Yo soy inmenso, contengo multitudes). No somos seres binarios, la complejidad conlleva a una amplia escala de opciones que nos hace ser únicos, infinitos. La contradicción es algo puramente humano, algo con lo que tenemos que vivir, forma parte de nosotros por lo que debemos resignarnos a domar esta cualidad complicada, casi siempre molesta. Los personajes de Huaco Retrato son así, contradictorios, reales, muy bien pincelados. Incluso el propio libro no se encuentra cómodo encasillado en un solo género, sino que va cambiando, va contradiciéndose de alguna manera. Siendo en algunos momentos libro de autoficción, una autobiografía en otras, incluso en ciertos pasajes podríamos calificarlo como un ensayo. La autora Gabriela Wiener (Lima, 1975) es escritora y periodista. Su obra está marcada por el género periodístico gonzo y ha escrito diversas obras, algunas de ellas fruto de la literatura experimental como es la titulada: Dicen de mí. Con estas referencias me lancé al vacío y sin cuerda a descubrir la literatura de esta autora aún desconocida para mí.
El punto de partida lo encontramos en un museo de París, donde la autora, Gabriela Wiener, ve reflejado su rostro en una vitrina donde están expuestas miles de piezas precolombinas llamados huacos retratos. Todo este patrimonio fue saqueado por Charles Wiener, antepasado que da a Gabriela su apellido, un explorador austríaco del siglo XIX que luchó por formar parte de la comunidad científica e imperialista europea de la época. Nuestra protagonista se identifica con estas figuras que fueron robadas de su lugar de origen. Origen saqueado y devastado producto de la colonización. Con esta poderosa imagen reveladora comienza un relato gobernado por una idea fuerte, arraigada que domina, esta es, el poder, las estructuras hegemónicas imperantes. El colonialismo que aún resuena en la actualidad de manera irremediable provocó y provoca heridas que siguen abiertas y que llegan invadir diversos espacios. En Huaco retrato nuestra protagonista se romperá en mil pedazos para volver a reconstruirse y hablar sobre sus relaciones de pareja y familiares y como el colonialismo y el racismo las atraviesa. Gabriela nos deja el siguiente fragmento:
Es aterrador pero los celos solo mueren con el cuerpo. No sé cuantas veces he tenido ganas de morir para liberarme de ellos
¿Cómo deshacernos de este sentimiento esclavo y arcaico que forma parte de nosotros y de la forma que tenemos de entender las relaciones? Este libro también va de herencias, sin duda. Gabriela no solo es heredera del apellido Wiener, un apellido blanco y colonizador, sino que es, (somos) herederos de los celos, de la incomprensión, herederos del racismo e hijos de la violencia. Hay un momento en el relato en el que asegura entender a su tío Charles, él siempre intentó que sus hazañas fueran recordadas, bien rellenas de heroicidad y ella, como él, pinta su biografía de ficción, la moldea a su gusto, la maquilla, sintiéndose una farsante al igual que el explorador. El amor también tiene cabida y encontramos pasajes esclarecedores:
Venimos de no tener nada. Por eso queremos vivir un rato en el mundo al revés en el que tenemos todo. En uno en que nos sacan a bailar a nosotras primero. En el que tenemos dos maridos y dos amantes.
Desde esta perspectiva nos habla también de la relación poliamorosa que mantiene con su marido cholo y su mujer blanca. Las lesiones ocasionadas pesan como una losa, llegan susurrantes desde tiempos lejanos para recordarle que lo bonito y lo deseable es lo blanco. El sexo y el deseo no actúan al margen del racismo, y por ello Gabriela abre un debate interno, poniendo sobre la mesa estos temas también. El racismo estructural también gobierna estos ámbitos, atacando nuestras formas de vivir, retándonos al desmoronamiento. La relación que tenían sus padres por otro lado, era complicada, marcada por las infidelidades y los engaños. Uno de mis momentos favoritos del libro es la carta que le escribe a Gabriela su madre. En ella conocemos los entresijos de la relación, hace un retrato profundo y complejo del amor por su marido y nos damos cuenta de que hemos vuelto a caer en la trampa, de que prejuzgamos mal a la madre, que la madre no es sólo eso, una madre, sino una mujer feminista, fuerte con sus anhelos y deseos pero sobre todo con sus contradicciones. De Huaco Retrato me quedo sin duda con el aprendizaje de no olvidar quienes fuimos, de la necesidad de corresponsabilizarnos con el pasado para poder construir el futuro deseado.