Vuelvo a Ben Brooks porque desde que leí Lolito (atraída por el nombre y por esa edición tan cortina de la abuela, tan sumamente vintage) decidí que iba a leer todo lo que este autor tan gamberro escribiera. Y no defrauda.
“Hurra por la hermana que salta desde un aparcamiento de varias plantas y lleva ropa interior sin combinar. Hurra por imaginar un entierro al que van Harry Potter, las últimas vaquitas marinas y los dos Murakamis. Hurra por dormir hasta tarde, las cervezas para desayunar y los universos paralelos donde todo es un poco mejor (…)”.
Estos son algunos de los Hurra que se pueden leer en la contraportada su nueva novela.Yo quiero añadir otro: Hurra por Ben, porque lo ha vuelto a hacer, porque ha vuelto a escribir una novela hilarante y desquiciada, una novela donde los extremos se tocan, una novela que tiene sin duda el sello Brooks en cada una de sus páginas. ¿Cuál es el sello Brooks? Es como hablar de sexo con tu abuela mientras veis El precio justo y desde tu trinchera de mantas encadenas pensamientos sobre osos polares, desodorantes y bigotes absurdos. Algo así de loco.
Ben Brooks es uno de los escritores fetiches de la genial editorial Blackie Books. Después de Crezco y Lolito, Hurra es la tercera novela que la editorial publica del autor. A pesar del éxito que han obtenido sus novelas, traducidas a varios idiomas y con miles de ejemplares vendidos, puede que todavía haya gente que no conozca a Ben. No pasa nada, amigos. Todo tiene remedio. Os diré que de Ben Brooks se han dicho muchas cosas. Elogiado por artistas de la talla de Nick Cave, se le ha comparado con un J.D Salinger de nuestra época. Esta comparación, personalmente, me escama un poco. Sinceramente, no sé qué carajo tienen que ver estos dos autores ni quién ha sido la lúcida persona que se ha atrevido a compararlos. Holden Caulfield (protagonista de El guardián entre el centeno) jamás encajaría con ninguno de los personajes imaginados por Brooks. A su lado, Caulfield es un auténtico tostón. Y ojo, no tengo nada en contra de El guardián entre el centeno, pero es que hay comparaciones que no tienen sentido. Ésta es una de ellas. Estúpida manía esa de comparar, como si un autor no pudiese ser él mismo.
Ben Brooks es un enfant terrible que conoce a la perfección a los jóvenes de ahora. Una generación tan desquiciada como la que aparece en sus novelas, una generación a la que él mismo pertenece, pues este autor británico, nacido en 1992, es uno más de ellos.
Hurra arranca con el suicidio de la hermana del protagonista, Dan, y los desconcertantes preparativos para su entierro. Algo trágico que para cualquier familia quedaría simplemente en un momento de tristeza. Lo que ocurre es que en esta familia la normalidad es una excentricidad más. La madre, una mujer algo perdida que quiere a sus hijos pero no sabe bien cómo cuidarlos y que repite una y otra vez que ella también tiene derecho a salir; el padre, que vive en una tienda de campaña en el jardín porque su mujer le ha echado de casa y que está atemorizado por el inminente ataque de un puma; Adam, el otro hermano, un personaje tan desconcertante que no admite otra descripción. Y el protagonista, Dan, el hermano mayor que vive en Londres y trabaja desde la cama para una página web escribiendo toda clase de artículos para hispters y personas que deben estar tan desesperadas como él para leerlos y entre cuyas aficiones, que comparte con su hermano, está la de beber. Beber cerveza para desayunar. Beber las cervezas calientes que esconden debajo de la cama. Beber cualquier cosa que tenga alcohol para perder, de algún modo, el contacto con la realidad. Una realidad en la que su hermana Ellen ya no está.
Averiguar por qué su hermana decidió quitarse la vida es difícil y más si aparecen ciertos rumores en torno a su muerte. Pero Dan y Adam deciden hacer justicia, estén o no en lo cierto. Eso es lo de menos. Lo importante es que por un momento todo tenga sentido y la muerte deje de doler. Y así es como, en compañía de Saskia, una amiga de su hermana, emprenden un viaje con las cenizas de Ellen que les llevará a Francia, a Alemania y Barcelona. Un viaje de huida, de culpas, de destrucción y de recuerdos. Un duelo al más puro estilo Ben Brooks.
Ben tiene la maravillosa habilidad de dotar a sus personajes de fuerza, pero también de miedos, de ansiedad, de desequilibrios y desesperanza. Eso es lo que ocurre con Hurra. Al leerla uno tiene la sensación de que los miedos del protagonista son también nuestros miedos, de que puede que nosotros también estemos tan locos como sus personajes. Y quizá lo estemos, porque para entender su mundo hay que dejarse llevar. Hurra por Ben y la evasión. Hurra por las novelas que atrapan y nos sacuden por dentro.