Incógnito, de David Eagleman
Las últimas investigaciones, y las antiguas también pero parece que eso se olvida, apuntan que nuestro cerebro sólo se utiliza en un tanto por ciento muy pequeño, con respecto a las capacidades que podría llegar a tener. Curiosos los humanos, ¿no?. Resulta que tenemos una máquina asombrosa en nuestra cabecita pensante, y ale, no la utilizamos como debiéramos. Por ello yo siempre me ha sentido atraído por libros que me hablen del funcionamiento del cerebro, no para saber utilizarlo en un porcentaje mayor, sino porque quiero saber qué posibilidades hay de desarrollarlo, qué nuevos descubrimientos nos traen los estudiosos del tema, y cómo se ha llegado donde estamos como sociedad, precisamente sin haber utilizado todos los potenciales que la mente esconde. “Incógnito” es un libro sobre el cerebro, cierto, pero todo aquel que se sienta tentado de pasar página y no hacerle caso a una reseña que habla sobre nuestra mente, esperen, que lo que traigo bajo el brazo en esta reseña es canela fina para todos aquellos que algún día quisieron enterarse, de una vez por todas, por qué a veces hacemos cosas que no tenemos pensado, y por qué el ser humano es un laberinto de contradicciones en su gran mayoría. El cerebro no lo utilizaremos demasiado, pero los errores que se cometen son para ponernos un monumento.
Pongamos por caso que yo te digo: tú no sabes qué hace tu cerebro la mayor parte del tiempo. Y tú diría que lo que te acabo de decir es obvio, que cómo es posible que sepas lo que hace tu cerebro las veinticuatro horas del día, si además no lo ves, si está escondido en el cráneo. Bien, pero yo no me refiero a eso. Lo que intento explicarte es que, en lo más visible, en tu capacidad de visión, en las cosas que decimos, en los movimientos más cotidianos, esos que no nos paramos a pensar porque son lo suficientemente automáticos ya como para prestarles atención, tú no sabes, ni de lejos, qué es lo que hace tu cerebro. Porque él mismo se encarga de que tú no te des cuenta. Porque el cerebro es un pequeño granuja señores, se esconde, empieza a elucubrar, y nosotros resulta que vamos por la vida pensando que somos los dueños de nuestra existencia. Craso error. Pongamos por caso que yo os enseñara la foto que veis a mano derecha. Es una de las láminas tipo para estudiar la percepción. Si yo os preguntara, ¿qué veis? Un porcentaje de los lectores me diréis que dos caras, y otro que una copa. Eso no es lo extraordinario del hallazgo. Lo extraordinario es que, por mucho que se intente, ninguno de vosotros podrá ver las cosas cosas a la vez, porque el cerebro no está establecido para que eso pueda realizarse. ¿Curioso no? Si sucede eso con una imagen, ¿qué podría suceder en la vida diaria? Esa es una de las cosas que David Eagleman nos enseña.
Pero si de algo se nutre “Incógnito” es de los debates que se originan una vez que una ciencia se topa con otra de las disciplinas básicas de los profesionales: la ética. Pongamos por caso, esta vez, que os enteráis de una noticia, de una persona que se sube a lo alto de un campanario, que empieza a disparar a todo lo que encuentra a su paso, y que tras su refriega con la policía, acaba muerto. Una vez realizada la autopsia, se detecta que un tumor presionaba una zona de su cerebro que gestionaba los impulsos violentos. ¿Se podría decir entonces que esa persona es culpable o que simplemente era una persona llevada a la violencia por su enfermedad? Las implicaciones éticas de estos descubrimientos, de muchos más que se plantean en este libro, abren un apasionante debate entre aquellos que disfrutan con estas discusiones encendidas. Pero por si no había quedado claro que este libro me parece una obra maestra, os haré una serie de preguntas que, si os resultan interesantes podréis verlas respondidas en este libro: ¿somos racistas? ¿por qué hay personas que se sienten atraídas por otras cuyo nombre empiezan por su misma letra? ¿por qué guardar un secreto se nos hace tan complicado? ¿somos dueños de nuestros actos o es el cerebro el que nos guía? Siempre he pensado que cualquier libro, sea el que sea, tendría que ser capaz de suscitar un encendido debate, al menos cualquier tipo de discusión, para que haya merecido la pena. “Incógnito” no sólo hace eso, sino que eleva a la categoría de tema fundamental, cada una de las páginas que conforman este apasionante viaje por el cerebro, por la existencia, y por todos aquellos recovecos que no sabemos que están ahí, pero que nos supone, en innumerables ocasiones, la respuesta entre lo que es la vida y lo que es la muerte.