Invierno

Reseña del libro “Invierno”, de Ali Smith

Invierno

“Y sé que
si no hacemos algo,
el hielo
durará mil años.
¿Crees que
alguien nos encontrará?”

Estas poéticas frases, tan breves pero también tan sugerentes, pertenecen a una canción que alguien que se parecía mucho a mí escuchaba hace ya unos cuantos años. Una canción que habla, ni más ni menos, que del invierno. O de algo que podría ser como el invierno. Del invierno que es estar siempre peleados, golpeándose contra el de enfrente y contra uno mismo a todas horas. El puro invierno, ya sabe a lo que me refiero. El de la rabia, la soledad o la tristeza. El de la desolación, la desnudez. El invierno de la congelación y de la melancolía. El de la destrucción. El invierno interminable, en definitiva, y que la mayoría de la gente (pero no toda) está deseando que pase de una vez por todas para que otra vez vuelva a lucir el sol, aunque sea tenuemente.  

El Invierno de Ali Smith, la esperadísima segunda parte de su ya famoso Cuarteto Estacional, es justamente este invierno del que ahora le hablo. El invierno de los seres humanos de aquí y de ahora, el suyo y el mío. El de todos. El de este planeta azul que se está quedando blanco, helado a pesar del creciente deshielo. Es el invierno (o los más de treinta inviernos) que transcurren entre dos hermanas tan distintas como dos cristales de hielo. El invierno que llega para instalarse en mitad de la casa y llenar la vida de una pareja de escarcha y mentiras. El frío y desolador invierno que nos rodea a todos desde hace casi una eternidad (coronavirus aparte). La crueldad, la insolidaridad, la pobreza o la muerte, la injusticia, el desapego, la frenética (e irreal) telerrealidad en la que vivimos hoy en día. Ese invierno. ¿Y usted? ¿No tiene usted frío usted?

Ali Smith no es un soplo de aire fresco. Ali Smith es un vendaval. Un huracán literario en cada una de sus propuestas (no deje de leer su fantástico libro de relatos La historia universal, cuya reseña, además, puede encontrar aquí). Smith, definitivamente, es de lo mejor que podemos leer hoy en día. Una autora de un estilo radical, nada ortodoxo, imaginativa hasta lo insospechado. Culta, perspicaz y mordaz, irónica, divertida y con un profundísimo compromiso con el arte (al que no solo incluye en sus novelas como una pieza importantísima del decorado, si no al que, además, señala como objeto de análisis y reflexión constante en cada texto), con la literatura clásica y, sobre todo, con los problemas que asolan el mundo que le rodea. Sus historias (y la forma de contarlas) se alejan siempre de cualquier lugar común, pero, a la vez, y desde su particular mirada, la autora nos habla de los sentimientos más universales y reconocibles que existen, de aquellos de los que ya hablaba Shakespeare o su admirado Charles Dickens hace siglos y que viven su constante y actualizada representación en esta sociedad tecnológica y deshumanizada de hoy en día que se nos muestra en sus novelas.

En Invierno, como ya ocurriera anteriormente con Otoño, la escocesa parece contarnos una historia común que se escribe en tiempo real, una trama que transcurre. Sin más. Las novelas de Smith avanzan, pero vuelven constantemente al pasado (a diferentes puntos del pasado, en realidad) para arrastrarnos desde allí hasta un lugar presente distinto del anterior y hacernos más conscientes de ese paso. ¿Hay otra forma más imaginativa y a la vez realista de representar la vida? En mitad de este fluir, sus ingeniosos y ágiles diálogos. No se los pierda. Y los escenarios, tan reconocibles, pues el contexto que rodea a sus personajes es, en realidad, la verdadera historia que Ali Smith quiere contarnos con este, hasta la fecha, excepcional Cuarteto Estacional.

En esta ocasión, nos habla de dos hermanas. Sophia e Iris. Dos visiones del mundo totalmente opuestas pero iguales en lo más profundo de las mismas y cuya historia común hace muchos años que se resquebrajó. Por tanto, Sophia e Iris viven alejadas la una de la otra desde hace más de treinta años, separadas por el frío invierno de sus rencores y reproches compartidos. También se nos narra la historia de Arthur, el hijo de Sophia, un joven que trabaja buscando en la red infracciones de los derechos de autor y que mantiene una relación tortuosa con una tal Charlotte, con la que se ha peleado recientemente y que, para hacerle daño, le ha suplantado en su canal sobre naturaleza (Art-e en la naturaleza), y ahora incluye publicaciones absurdas con las que destrozar el proyecto de influencer naturalista del pobre Arthur. También hay sitio (y mucho) para Lux, la chica desconocida que, tras un acuerdo económico de lo más lucrativo, se hará pasar por Charlotte a petición de Art y acompañará a este hasta la vieja casa familiar donde va a celebrar con su madre las fiestas navideñas.
Desde allí, desde una antigua casona podrida de recuerdos, Sophia, Arthur y la falsa Charlote (junto a la aparición de la vieja activista tía Iris) veremos los estragos que el invierno (y los secretos del pasado) hace en el corazón de los seres humanos pero también presenciaremos cómo, al contrario de lo que pasa en el famoso relato de Los muertos de Joyce, la nieve que ha caído sobre el mundo de los vivos se va derritiendo poco a poco.

Se atisba, por lo tanto, una gran primavera. Al menos en lo que a Smith se refiere. De lo otro, del otro invierno, prefiero no decirle a usted nada. ¿Para qué? Mejor vamos a esperar. Y a confiar. Que el hielo se vaya derritiendo poco a poco también por aquí. Y luego, ya veremos. Mientras tanto, será mejor leer buenos libros como este de Ali Smith. Y seguir caminando sin más. Con los ojos bien abiertos, eso sí, no vaya a ser que en ese andar hacia quién sabe dónde, algún infeliz y desgraciado carámbano se desprenda de su privilegiada altura (moral) y, con esa inquina característica de los hijos de puta, nos atraviese al caer, ya sin remedio, nuestro renqueante corazón de hielo y fuego.

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