No suelo dudar a la hora de hacer una reseña. Normalmente, mientras estoy leyendo el libro, en mi cabeza ya tengo clarísimo qué quiero poner en la reseña, cómo la voy a empezar, cómo la voy a terminar, a qué cosas le voy a dar importancia y a cuáles no.
Pero esta vez… no ha sido así. Pensé que lo tenía todo claro, pero ahora, que me enfrento a mi ordenador con la única compañía de Kenya, mi labradora negra, no se me ocurre qué decir. Y esto se debe a una razón muy sencilla: mientras leía el libro, vi que una de mis compañeras de Libros y Literatura, Virginia, también estaba leyéndolo. Iba a asistir a un encuentro organizado por la editorial en la que el autor, Eloy Moreno, daría una charla sobre su libro. Cuando terminó esa charla, Virginia me escribió preguntándome si había hecho la reseña, a lo que le contesté que no. Y todo era porque el autor pidió, por favor, que si alguien reseñaba el libro no hablara directamente sobre el tema que trata. Yo en ese momento no lo entendí, incluso me enfadé. Pensé: “¿pero qué se ha creído este tío? Cada uno hablará en su reseña de lo que le dé la gana”.
Pero lo he ido pensando estos días y me he dado cuenta de que tiene razón. Ocurre con este libro lo que ocurrió en su día con El niño del pijama de rayas. Había un halo de misterio alrededor de ese libro, ya que la sinopsis no era nada descriptiva y no sabías lo que te ibas a encontrar dentro. Incluso la persona que te lo recomendaba te decía que no podía contarte de qué iba la historia, que simplemente lo tenías que leer y que te iba a encantar. Me imagino que serán muchas las reseñas que hablen de la trama de este libro abiertamente y que podréis encontrar spoilers en cualquier red social o blog de literatura. Pero yo no sé si quiero hacer eso.
Así que he decidido que voy a hacer lo siguiente: voy a olvidar todo lo que tenía en la cabeza, ese esquema que siempre me hago antes de hacer una reseña, y voy a dejar que mi corazón hable por mí. Así que, si no os gusta lo que leéis o no estáis de acuerdo, perdonadle: es nuevo en esto y no sabe muy bien lo que hace.
La sinopsis del libro es la siguiente: “¿Quién no ha deseado alguna vez ser invisible? ¿Quién no ha deseado alguna vez dejar de serlo?”. Y ya está, nada más. En la portada podemos encontrar la sombra de un chico rodeada de gotas de agua que parecen no tocarla. Y las letras del título bien grandes y brillantes: INVISIBLE. No se sabe nada más del libro. No se sabe quién es el protagonista, por qué es invisible o quiere dejar de serlo. No se sabe si el libro trata de marcianos o contiene ricas recetas de cocina. No sabemos nada. Por eso he decidido unirme al club de los que quieren guardar ese misterio para que sea el lector quien lo descubra.
Dentro de sus páginas, el lector encontrará capítulos muy cortitos contados en primera o tercera persona. También podrá ver que son varios los narradores y que cada uno tiene un punto de vista y una posición en el juego muy diferente.
También encontrará un dragón, que está a punto de despertar. Un ratón, un cerdo y un montón de animales más. Por supuesto, encontrará a alguien que es invisible, porque tiene súper poderes, como los protagonistas de los comics y que, aunque no lo admita, a veces le gustaría no tener ese poder.
Y encontrará a una chica con cien pulseras y a un chico con nueve dedos y medio.
Con esas piezas y unos capítulos que al principio parecen no tener sentido, el lector tendrá que ir descifrando la historia, hasta llegar a un final que le dará ganas de volver al principio para leerlo todo de nuevo. Porque entonces todo tendrá una explicación lógica.
No sé hasta cuándo durará este misterio. No sé si directamente esto es una tontería y debería hablar abiertamente del contenido del libro, pero nunca he sido una persona a la que le haya gustado chafar la historia a nadie. Por eso mi corazón ha decidido no contarlo. No porque lo haya pedido el autor, ni porque me parezca imprescindible “guardar el secreto”. Sino porque igual que yo, que no tenía ni idea de qué iba el libro cuando lo abrí por primera vez y me pasé las primeras páginas sin entender demasiado, habrá mucha gente a la que le gustará sorprenderse cuando entiendan toda la historia.
Ahora, mi corazón quiere que os diga también que cuando cerré Invisible mis lágrimas caían a raudales por mis mejillas, como hacía tiempo no me ocurría leyendo una novela. Y que él, mi corazón, estuvo encogido dentro de mi pecho durante las casi trescientas páginas de este libro. Ya solo por eso, mi recomendación está servida.
Recuerdo muchas veces en las que quise ser invisible. Pero yo no tenía ese súper poder que el protagonista de la última novela de Eloy Moreno tiene. A veces lo conseguía y me volvía un poquito invisible, solo un poco. Ahora me encantaría tener un súper poder, pero otro diferente: el de tener un visión que me permitiese detectar a todos los invisibles que hay a mi alrededor que, desgraciadamente, no serán pocos.
Me he tenido que leer “invisible” para mi insti. A mi me encanta leer pero nunca me había leído libros de este tipo soy mas de ciencia ficcion y de amor asi que cuando nuestra profe nos dijo que íbamos a leer llamado INVISIBLE,me imagine que iba a ser de los típicos que no gustan a ningún alumno,pero después de leerlo llore y disfrute un monton .Eloy Moreno me ha sorprendido y me ha encantado
He leído los tres primeros libros de Eloy Moreno y he de decir que me han encantado, aunque me quedo con “El Regalo”. Este nuevo lo tengo pendiente. Gracias por mantener el secreto. Saludos.
¡Gracias por tu comentario! Yo tengo apuntado El regalo desde hace mucho tiempo, pero no encuentro el momento de leerlo. ¡Espero que este te guste!
Lo tengo…y no veo el momento de empezarlo. Miedo me da, yo que lloro enseguida, pero quiero emocionarme, necesito emocionarme para saber que sigo viva.
Yo lloré bastante con el final, pero volvería a leerlo. Una historia imprescindible y de la que se aprende una barbaridad. ¡Ya me contarás!