Jadzhi Murat / El cupón falso

Jadzhi Murat / El cupón falso, de Lev Tolstói

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Jadzhi Murat es probablemente la mejor novela corta de Tolstói y, por tanto, una de las mejores que se pueden leer, y El cupón falso es una pequeña joya por descubrir.

Hace hoy cien años, en una remota estación de ferrocarril perdida en medio de la Rusia de Nicolás II, un anciano moría rechazando los cuidados de los alarmados desconocidos que trataban de asistirle:

“Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren, ¿por qué me cuidáis solo a mí?”

Lev Tolstói, con 82 años, había escapado de su casa en pleno invierno, cansado de intentar, sin que su familia se lo permitiera, repartir su fortuna entre los campesinos más pobres.  Hastiado de ser un privilegiado en un mar de miseria, ni siquiera en el momento de su muerte pudo evitar ser centro de atenciones y desvelos.

En realidad, la huida de Tolstói había comenzado mucho, muchísimo antes: un largo trayecto, en el que empleó buena parte de su vida, desde la rica residencia de su noble familia en Yásnaya Poliana, pasando por la bohemia moscovita y la vida castrense de la campaña del Cáucaso, hasta convertirse en un ferviente defensor de la igualdad de las gentes y los derechos de los oprimidos.

Pero si hoy nos detenemos a recordarle en el centenario de su fallecimiento no es por su filosofía anarco-pacifista, sino por haber llevado la novela realista –junto con otros autores contemporáneos– a niveles de perfección tales que la siguiente generación de escritores se vio obligada a refundar el género y reinventar las reglas del juego para continuar escribiendo novelas.

Actualmente Guerra y paz o Anna Karénina son obras fundamentales de la literatura universal, títulos conocidos incluso por aquellos que nunca han leído un libro.  Es tan grande el prestigio que rodea a estas novelas que pueden llega a asustar: ¿Cuántos lectores no habrán demorado indefinidamente el momento de enfrentarse a estos gigantes de la literatura, temiendo no ser capaces de abarcarlos?

Un temor completamente infundado; la obra de Tolstói recoge la esencia misma de la naturaleza humana, con sus luces y sus sombras, y eso la convierte en universal, recomendable para cualquier lector, en cualquier momento.  Pero hoy, con la excusa de la celebración de su centenario, tenemos una ocasión inmejorable para recuperar cualquiera de los títulos de uno de los escritores más grandes de todos los tiempos.  Aún así, para quien quiera iniciarse en la lectura de la obra de Tolstói de manera más gradual, le propongo disfrutar de dos novelas extraordinarias, muy breves, tanto que casi podríamos llamarlas cuentos, que Nórdica reunió hace algún tiempo en un volumen de cuidadísima edición: Jadzhi Murat y El cupón falso.

Aunque escrita hacia el final de su vida, Jadzhi Murat recoge las experiencias del joven Tolstói durante su estancia en el ejército ruso, en el Cáucaso, combatiendo a los separatistas de Chechenia y Daguestán.  (No deja de sorprender que estemos recordando el centenario del fallecimiento de alguien que, en su juventud, combatió en una guerra que hoy sigue activa.)  Tolstói siempre recordó su etapa militar con nostalgia y, a pesar de su carácter radicalmente pacifista, no podía dejar de reconocer en aquellos combatientes –en los de ambos bandos– una dignidad de la que carecían los nobles y terratenientes de los que se rodeó buena parte de su vida.

Y es precisamente la admiración por uno de estos hombres el eje central de esta historia.  Jadzhi Murat es uno de los lugartenientes de Shamil, líder de los rebeldes.  Caído en desgracia, se entrega a los rusos, con los que se compromete a colaborar para derrotar a Shamil.  En parte prisionero de guerra, en parte invitado de honor, el bárbaro checheno comienza a intimar con los refinados oficiales rusos.  El choque cultural es brutal, pero no deja de ser evidente que a pesar de sus zafios modales y su inclinación a la crueldad, Jadzhi Murat es más noble que sus captores, del mismo modo que, a pesar de su cautiverio, se siente más libre que ellos.

Sorprende que se ensalce la nobleza de alguien que casi desde el comienzo de la historia se presenta a sí mismo como traidor a los suyos y conspirador para lograr la victoria del invasor.  Jadzhi Murat es un hombre con muy pocos principios, pero extremadamente fiel a los que tiene.  Y en todo momento, incluso pasándose al enemigo, es capaz de mostrarse orgulloso y digno.  Colocando a este personaje arquetípico rodeado de oficiales rusos tan educados como pusilánimes, Tolstói traza su particular visión del conflicto entre oriente y occidente.

El volumen se completa con El cupón falso, la historia de una pequeña estafa, un delito sin importancia.  El dinero conseguido de forma tan poco honrada irá pasando de mano en mano, llevando la ruina y la desgracia a cuantos lo toquen.  Este cuento, cruel y oscuro, con apariencia de drama social, sorprende por la modernidad de su estructura y la agilidad de su narración.

Si podemos afirmar que Jadzhi Murat es probablemente la mejor novela corta de Tolstói y, por tanto, una de las mejores que se pueden leer, no es menos cierto que El cupón falso es una pequeña joya por descubrir.  Leyendo ambos títulos, tan opuestos formalmente y tan similares en su esencia, se entiende perfectamente por qué en estos cien años no ha hecho más que crecer.

Javier BR

javierbr@librosyliteratura.es

7 comentarios en «Jadzhi Murat / El cupón falso»

  1. Gracias por conmemorar un centenario alrededor del cual ronda un silencio oficial tan estruendoso como incomprensible. Para mi Tolstói es el mejor escritor de todos los tiempos, y Guerra y Paz la mejor novela aun y todo reconociendo que tengo muy claro, como el autor tampoco lo tenía, que se pueda considerar que es una novela, pero sin embargo mi homenaje al maestro, íntimo y silencioso como sospecho que le habría gustado, ha consistido en leer en estos días el libro que él querría que hubiésemos leído, el que consideraba más trascendente de cuantos había escrito y no por sus valores literarios, ya que en sus últimos tiempos no se dedicó tanto a la ficción como al pensamiento, que es su evangelio abreviado. Su faceta de pensador es quizá más desconocida y está peor valorada que la de literato, pero no se puede dejar de lado cuando se trata de un hombre que, por ejemplo, inspiró a Gandhi, con el que mantenía una fluída correspondencia, o que se propuso fundar una nueva fe gracias a la cual los hombres pudieran vivir en paz y armonía. Objetivos modestos no se marcaba, no. Consiguió fundar esa religión que anhelaba, pero no pudo vivir según sus preceptos y cuando se marchó para intentarlo (recomiendo leer, además de sus diarios, el libro de su hija Tatiana, “Sobre mi padre”, o la biografía de su mujer antes de formarse una idea distorsionada de los motivos de su huída, que fue sin duda un acto de amor), aunque no le sirvió de mucho ya que los tolstoianos fueron perseguidos por el zar primero y exterminados después por los soviéticos, al menos queda su obra como testimonio. El prólogo de estos evangelios es una verdadera maravilla por su simplicidad y su brillantez expositiva, y convierte la lectura del libro en un verdadero placer incluso para los que, como yo, no estamos especialmente interesados en la religión.

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  2. Ahhhh si hay algo que me gusta es la literatura rusa y todo lo que me lleve a esa tierra, me genera placer.
    Debo confesar que Anna Karenina está en mi biblioteca, esperando que lo lea. Ya habrá momento…quizás a fines de diciembre.
    Linda recomendación Javier!!!

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  3. Es normal que esos dos títulos eclipsen el resto de la obra Tolstói. Estas dos novelas breves se leen casi del tirón; ideales para cuando uno necesita una dosis urgente de literatura rusa. Gracias por tu comentario, Susana.

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  4. Andrés, no sabes cuánto me alegro de leerte de nuevo aquí, aunque esta cita era inexcusable, ¿no?. Es muy difícil elegir al mejor escritor de todos los tiempos, además de que sería una tarea inútil, pero no cabe duda de que Tolstói estaría en cuaquier lista de candidatos que se pudiera elaborar.
    Pero si hablamos de su dimensión humana (no sólo de su profundidad como pensador, sino de su compromiso con los más débiles), entonces tendría muy poca competencia.
    Gracias por tu comentario. Un abrazo.

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