En los 80 y 90 tuvimos a Stallone, Schwarzenegger, Van Damme, Seagal, Mel Gibson e incluso a Eastwood. Y no, no me olvido de Chuck Norris. Para mí nunca fue ninguno de esos héroes. Bastante tuve soportando eventualmente su serie Walker, Texas Ranger. Nunca me gustó ni me convenció, por más que haya miles de frases de loas y alabanzas a lo duro que es. Prefiero mil veces más a Bruce Willis. A ese sí me lo creo.
Y después de eso ya nos quedamos un poco huérfanos, ¿no? La fórmula de ese tipo de pelis de acción ya se había agotado, el público había cambiado/crecido/madurado, los tiempos cambiaban y el espectador demandaba otro cine. Aparecieron los Statham, Diesel, Neeson se reconvirtió y especializó, Dwayne Johnson, Will Smith, Matt Damon…
Pero el tío más elegante de todos los que reparten hostias como panes y que ha logrado que los memes y frases dedicados a Chuck Norris sean trasladados a él, es Neo Keanu Reeves encarnando al icónico y siempre bien trajeado John Wick. Y ha sido un ¿héroe? relativamente reciente, ya que apenas hace cuatro o cinco años desde que irrumpiera discretamente y sin hacer casi ruido en nuestras vidas, como un buen sleeper. Pero desde luego, lo necesitábamos. Me viene a la mente la frase final de Jim Gordon en Batman: El caballero oscuro: “Un héroe. Quizá no el héroe que nos merecíamos, pero sí el que necesitábamos” y no puedo estar más de acuerdo. Y ahora caigo en que es tan parco en palabras y en sonrisas como el propio Batman…
John Wick, está retirado de su vida de asesino a sueldo de la mafia rusa. Es un tío que no busca problemas. De verdad. Es tranquilo hasta cierto punto, educado, amigo de sus amigos, buen vecino, y tiene valores… Pero son los problemas los que van directos a él. Y él es el mejor. Es Baba Yagá, el hombre del saco, así que cuidadito con hincharle los cojones porque no se anda con chiquitas, y un perro no es solo un perro. Nunca lo es.
John Wick, el cómic nos ilustra sobre los comienzos del personaje. Quién era antes de convertirse en el mejor en su trabajo, cómo llega por primera vez a una de las sucursales del Continental (a ese hotel sí que me gustaría ir alguna vez, con alguna que otra monedita de oro) y aprende las “reglas de comportamiento”. Y, como parece ser una constante en su vida, la venganza fue lo que hizo que Wick se decantara por la carrera de asesino. Aunque ingresó con algunas asignaturas convalidadas. Una venganza que lleva cociéndose desde que era niño, doce años antes, y que acabará con ríos de sangre, porque para eso sirve la sangre en estas pelis y cómics.
Básicamente eso es lo que nos encontramos en este cómic. Venganza, flashbacks y un matiz muy marcadamente cinematográfico, que no es ni más ni menos que lo esperado, lo que andábamos buscando.
Tal vez el dibujo no sea del todo el mejor (aunque mejora a partir del tercer bloque), y los fondos en las viñetas podrían haberse mejorado. Es la única pega que puedo poner a una historia que creo que agradará a los que quieran indagar en la historia de este Baba Yagá. A mí, por descontado, me ha convencido, y creo que puede ser el principio de unos cuantos tebeos en los que podamos conocer algunas de las misiones del personaje así como de profundizar en los secundarios que hemos visto en las pelis.
Tiros a mansalva, traje y corbata, venganza, sangre, alguna que otra mascota por medio, el Mustang, el Continental y la reconocible cara de Keanu Reeves.
Un cómic que puede leerse sin haber visto las pelis, pero cuya gracia es haberlas visto antes (al escribir esto aún no he visto el capítulo 3 –Parabellum—), para tener una mejor comprensión global.
Lo dicho, buen entretenimiento y ojalá disfrutemos más cómics sobre este héroe del noble arte de la repartición de hostias y tiros.
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