Hay dos formas de leer el cómic Joker: La muerte de la familia. La primera, la más cabal, la que abordará cualquier lector que esté en su sano juicio, es ver a Batman, Robin, Batgirl y demás troupe de personajes enfundados en trajes ajustados como los héroes del asunto. El Joker es un psicópata y no viene solamente a por ellos también busca acabar con la cordura que rige Gotham últimamente, así que a los héroes no les quedará más remedio que defenderse, defender a la ciudad y defender a susconciudadanos. Esta, como he dicho, es la forma más razonable de leer este cómic.
John McTiernan, director de la saga La Jungla de Cristal, llegó a confesar al cabo de los años que Hans Gruber, villano que interpretó exquisitamente Alan Rickman en la primera de las películas, era en realidad el protagonista. Hans tenía un sueño, un propósito (que fuera loable ya era otra historia) pero el maldito, y buen policía de la ciudad de Los Ángeles, John McClane (al que dio vida Bruce Willis) no dejaba de interponerse, de chafarle los planes. Esta es la forma que propongo para leer este Joker: La muerte de la familia. ¿Y si vemos al Joker como un tipo que persigue sus sueños? ¿Y si no es más que un pobre hombre enamorado (a su retorcida forma) de un romántico ideal que quiere conseguir a toda costa? ¿Y si el Joker resulta ser la persona que más aprecia a nuestro querido Batsy?
El Joker desapareció hace un año. Se fugó del Asilo Arkham no sin antes arrancarse la cara y dejarla tras de sí. No se supo más de él, así que los más esperanzados le dieron por muerto. Descanse en paz. Pero el Joker solo estaba reculando para coger carrerilla, pues ahora ha vuelto, con su propia y putrefacta cara a modo de horrible careta. ¡Qué tierno! Y es que el psicópata más temido, y por qué no, también más querido del universo Batman ha tenido un año para montar un gigantesco, esperpéntico y macabro plan para recuperar a su querido enemigo. El Joker quiere que Batman vuelva a ser el tipo oscuro, violento y taciturno de siempre, pero para ello debe eliminar a todos esos amiguitos que se ha ido buscando: Robin, Batgirl, Catwoman, etcétera. Simplificando: el Joker ama a Batman. “Las personas como tu sois un lastre para él. Os agarráis a su capa y lo asfixiáis con empatía y compasión.”
En Joker: La muerte de la familia el Príncipe Payaso del Crimen se da un garbeo por diferentes series, introduciendo el caos en Batman, Detective Comics, Batman y Robin, Batgirl, Escuadrón Suicida, Nightwing, Capucha Roja y los forajidos, Jóvenes Titanes y Catwoman. Sus primeros pasos, más perceptibles gracias a esos lacayos que se dejan arrastrar por su locura que por su propia presencia, se dejan entrever en una historia detectivesca en la que Batman utiliza sus dotes como investigador y repartidor de hostias finas para desentrañar un misterio. Su esperada y rocambolesca aparición llega tras un retorcido juego de ajedrez en el que Catwoman se convierte en un mero peón. Y entonces el plan se pone en marcha y la primera en mirar a los ojos del enajenado Joker y descubrir que su querido Señor J. ha descendido a los infiernos es Harley Queen. Siete capítulos más, incluyendo conclusión y un onírico epílogo, cargados de juegos siniestros y asesinatos con un marcado toque gore al más puro estilo Saw es lo que nos espera en este tomo editado por ECC.
A lo largo del tomo hay algún que otro altibajo pero en general todos los encontronazos que los héroes sufren con el Joker mantienen la justa tensión narrativa como para engancharnos y a la vez provocarnos cierto desasosiego. El gusto por lo macabro (y no importa que dibujante o guionista, con Scott Snyder a la cabeza, sea el encargado de recrear al Joker con su asquerosa máscara) como premisa y esa duda de si el Joker lo tenía todo planeado o va improvisando sobre la marcha son los dos puntos fuertes de una historia que para algunos puede desembocar en un final algo flojo pero que para mí no deja de ser un desenlace digno perpetrado por un psicópata que ejerce un férreo control sobre sus víctimas.
El apartado gráfico, al igual que el guion, tiene sus más y sus menos. Jason Fabok opta por una atmósfera oscura, lluviosa, de novela negra en la que Batman se mueve como pez en el agua. Ed Benes y Daniel Sampere dibujan la historia más dinámica del tomo en donde una Batgirl debe superar sus traumas por haber estado paralítica para jugar al maquiavélico juego que le tiene planeado el Joker. Brett Booth, con guion de Scott Lobdell y Fabian Nicieza, dibuja la trama con más acción en la que los Forajidos y los Teen Titans deberán dejar de lado sus diferencias y trabajar juntos para salir con vida de la que les tiene preparada el Joker. Pero es Patrick Gleason con guion de Peter J. Tomasi en la historia que tiene a Robin como protagonista el que nos ofrece el dibujo y la atmósfera más tétrica y asfixiante que podéis encontrar a lo largo de las casi 500 páginas que componen el cómic. La viñeta en la que el Joker lleva su corrompida y agusanada máscara colocada al revés es toda una oda a lo asqueroso capaz de provocar arcadas; simplemente sublime.
“Solamente hay un Batman y no te necesita… ni a ti ni a ninguno de los demás.”