Reseña del libro “Justicia para los animales”, de Martha C. Nussbaum
Hace ya tiempo que estaba buscando un libro como Justicia para los animales y tengo muchos motivos para alegrarme de la novedad de Paidós. Llevo más de una década leyendo sobre este tema desde el punto de vista científico y me he dado cuenta de que estaba ignorando voces muy valiosas para la sociedad. Porque de qué sirve conocer que los otros animales también sienten y padecen si después nadie con acceso a la maquinaria que nos regula se pone manos a la obra para arreglarlo. Y ya sabemos todos lo que ocurre en las historias cuando el científico brillante pretende impartir justicia por su cuenta. En la vida real, este papel les corresponde a otros profesionales que deben esta atentos a esta y a otras voces y ponerlas en común para hacer justicia de verdad. Una tarea nada sencilla.
Martha C. Nussbaum es profesora de Derecho y Ética de la universidad de Chicago y lleva más décadas abordando el tema antes de decidirse a ponerlo sobre papel. Entre sus conocimientos existe una serie histórica de acontecimientos, bastante particulares, de lo que nuestros antepasados opinaban sobre los diferentes grupos animales y que se remonta a los primeros filósofos. Reconozco que me han sorprendido para bien estas idas y venidas de pensamiento porque, quieras que no, sirven para recuperar un poco la fe en el ser humano. Este inicio ayuda a verlo todo en perspectiva y a saber desde dónde se parte antes de dar el siguiente paso. Nussbaum no solo sabe de leyes, también de filosofía, y con ella es capaz de tambalear lo más profundo de nuestros pensamientos para invitarnos a reflexionar, una vez más, pero con todos los ingredientes sobre la mesa, y llegar a conclusiones que antes no se me hubiesen ocurrido. De levantar la vista del libro y quedarse mirando la pared con la vista fija en el gotelé. Ante todo, recomiendo un sitio tranquilo para leer.
Ya puestos a abordar un tema tan polémico que suele elevar los colores a cualquiera con el antropocentrismo subido, creo que se tira a la piscina cuando, a veces desde un punto de vista subjetivo pero regresando al carril de la objetividad cuando lo merece, hace un repaso de lo propuesto por sus colegas de profesión antes de presentar sus propias ideas. Es un gesto muy valiente, casi temerario, sabiendo que al menos algunos pueden contestar o al otro lado del teléfono; y necesario en todos los sentidos para dejar a un lado los tabús y mostrar todas las cartas antes de empezar el juego, no ya de la filosofía, sino de propuestas concretas que incluso llega a enumerar. Con lo que el libro no solo muestra que existe una historia —¡tantas!— y te invita a pensar, también sirve como herramienta de gestión.
¿Pero qué hay de los protagonistas, los animales? Plantea todo desde lo que llama el Enfoque de las Capacidades, o EC, y esta premisa tan permisiva me parece muy valiosa porque tira por tierra las antiguas teorías de que solo aquellos que se parecen a nosotros, ya sea físicamente o en lo que son capaces de hacer, merecen nuestro estudio y atención. Como si solo los favoritos de la clase pudiesen ganarse la medalla de «inteligentes» y solo con ella pudiesen acceder a nuestra compasión y librarse de padecer dolor y otro tipo de injusticias. Nussbaum es consciente de la biodiversidad física, emocional y de comportamiento, y de que las especies no son comparables entre sí. Esto complica el mecanismo de la justicia, pero es una forma de abordarla más sana y más de acorde a los resultados científicos que cualquier texto con el que me haya topado antes.
Es cierto que, como lectora y persona interesada en, como mínimo, evitar el sufrimiento físico y emocional de los animales, puedo estar más o menos de acuerdo con algunos de los planteamientos. A pesar de ello, creo que el libro es un muy buen punto de partida para abrir debate partiendo de una base amplia porque aporta información que ayuda a expandir la mente sin que pretenda comértela. Pese a cuestionarme las cosas, como es lo normal, no tengo la sensación de trampa ni cartón. O, como a algunos gusta llamar, aquí no hay ninguna «secta comecocos». Son personas preocupadas por una situación para la que proponen soluciones.
En lo particular, no era consciente de todo lo que había que tener en cuenta. Una cosa es el estudio, y otra la aplicación. Resulta sencillo encenderse al leer la noticia de turno y revelarse en seguida contra el sistema, pancarta en mano. No quita que se pueda tener razón, pero las maneras son también importantes. Al finalizar Justicia para los animales las emociones se encuentran. Es la necesidad de seguir avanzando, pero no de forma aleatoria y puede que alocada, sino de dar pasos firmes y justos, echar el anclaje en cada punto aunque quizás esto ralentice la marcha. Dejarlo por escrito para que no solo sirva para el presente, también para el futuro. Como este libro. Y sobre todo ser conscientes de toda la complejidad animal y de la complejidad judicial que esto conlleva. Respirar hondo y serenarse antes de seguir avanzando, siempre adelante.