Imagina que te dijera que no tendríamos El Quijote si no fuera por el Kalila y Dimna. ¿Qué pensarías? Pues poco voy a hacerte imaginar porque en cierta medida esto es así. Y hablo de El Quijote como podría hablar de tantas obras que para nosotros son ya casi sagradas y que en parte son genialidades surgidas a partir de la lectura de clásicos tan fundamentales como este. Pero hablo de El Quijote, porque es el que más se merece unas palabras y porque sí. El Kalila y Dimna, que coge su nombre por fuerza popular de una de las fábulas que contiene el libro, llega renovado a las librerías cortesía de Acantilado en una rejuvenecida edición traída lo más cerca posible a nuestros días por parte del escritor Ramsay Wood.
Con un estilo renovado en el que Wood – y no olvidemos también la parte de “culpa” de la traductora Nicole D’Amonville Alegría – da una mano de pintura fresca y joven a unas fábulas que cuentan con cerca de dos mil años, este Kalila y Dimna se erige como una genial opción para tener un libro en la estantería que te asegure que tus hijos te escucharán cuando se lo leas. Y es que lo que incluye esta obra son fábulas desgranadas del Panchatantra hindú que han ido evolucionando a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestros días, punto que no será su destino sino una parada más en el eterno presente que envuelve a este libro.
Es difícil encontrar algo a nuestro alrededor que no pase de moda. Y es por eso que causa felicidad al cuadrado encontrarse con la certeza o con la posibilidad de que en varias ocasiones esto sí suceda con ciertos libros. Las fábulas que contiene el Kalila y Dimna son siempre contemporáneas, son el espejo de la humanidad que nos desborda y que nos lleva desbordando desde el inicio de nuestra era, aunque yo no sepa cuál es esta. Vemos, cuando nos fijamos en los sofás de nuestros días, a niños viendo a animales parlantes en la televisión que han pasado primero por nuestra supervisión para decidir si eso era adecuado o no para ellos. ¿Alguna vez te has parado a pensar qué contiene el concepto «adecuado»? Lo que contiene no es más ni menos que la seguridad o la opinión de que aquello puede servir para formar a quien lo está viendo. ¿No es ese el objetivo principal del Kalila y Dimna?
Con ilustraciones de Margaret Kilrenny y G.M. Whitworth e introducido por Doris Lessing, esta nueva edición de Acantilado es una apuesta segura para todos aquellos que aún confíen en la posibilidad de dormir – ojalá no se durmieran – a sus hijos leyéndoles algo que crezca en sus mentes mientras sueñen. Las fábulas de este libro crecieron a lo largo de la Historia a través de los cuentistas, los traductores, los editores o cualquier persona que algún día escuchó o leyó alguna de ellas y se la contó a su pareja, a su hijo o hija, a su vecino, a él mismo. El Kalila y Dimna es uno de esos libros que ya no es de nadie pero que ha extendido sus brazos para ser de todos. Y yo no puedo decirte mucho más que esto: si en algún momento de este rato en el que has estado leyendo lo que yo he escrito – gracias por ello – has pensado que sí, que quizás tengo razón, que quizás este libro sería bueno para tus hijos – lo es –, quiero avisarte de algo, cuando hablaba del niño que dormía y soñaba me refería a ti – y a mí –, no me importa la edad que tengas.
Mientras escribo estas líneas está España sacudida por una tremenda ola de calor. Y quiero hacer caso a Doris Lessing cuando habla del libro como un «océano de cuentos» – por esa estructura de matrioskas o de cuento dentro de cuento que tiene – y bañarme en ellos, dejarme empapar por la frescura que ya tienen de por sí y por el suplemento que le ha inyectado Ramsay Wood. Y lo intento, pero es cerrar el libro y seguir muriéndome de calor. No entiendo muy bien cuando Doris Lessing dice: «todo está aquí». ¿Dónde?