Un perro llega como un divertido amigo de demostrada fidelidad pero, con el tiempo, siempre acaba convirtiéndose en uno más de la familia. Así que, no es de extrañar que de tanto en tanto me descubra perdido en unos recuerdos que me llevan hasta la perrita que una vez formó parte de mi núcleo familiar. Algunos recuerdos dejan una huella de tristeza cuando pienso en ese pelo canela o en esa naricilla rosada y húmeda que mi sentido del tacto jamás volverá a percibir, pero, por fortuna, la mayoría son un cúmulo de anécdotas divertidas que consiguen hacerme sonreír. ¡Kota, ven! es un manga que básicamente trata de eso. Con un tono desenfadado y siempre con el humor como estandarte Takashi Murakami nos narra las aventuras y desventuras de lo que significa convivir con un perro.
Takashi Murakami ya demostró con El perro enamorado de las estrellas de lo que era capaz al tomar como protagonista a un perro. En aquella ocasión el género estaba a años luz del humor. Pérdida y soledad eran confrontadas con la amistad y fidelidad más pura de una manera magistral para contarnos una historia de la que era difícil escabullirse de la llorera desconsolada que únicamente los buenos dramones son capaces de provocar. Lo más curioso de todo es que por aquel entonces el autor no tenía ningún perro, así que tuvo que tirar de recuerdos de adolescencia (última vez que convivió con un cánido antes de que le diagnosticaran alergia al pelo animal) para poder llevar a buen término el manga. Los años pasaron, formó una familia y con el tiempo un shiba inu de pelo negro se unió a ésta.
En ¡Kota, ven! el autor nos lo cuenta todo sobre el perro que llegó a sus vidas después de que su hijo pequeño se tomara tan en serio lo de tener un perro que decidiera durante un tiempo sacar a pasear a un globo con forma de chucho. Con un dibujo bastante más simple y caricaturesco que el realizado en El perro enamorado de la estrellas (estilo que casa perfectamente con el carácter humorístico de la obra) el autor nos explica, entre muchas otras cosas, lo que significa sacar a pasear un perro. Con todo lujo de detalles escatológicos nos muestra lo que puede llegar a provocar una caca que decide no descolgarse del ano de Kota, los resultados de salir en medio de un tifón para que el perro haga su pipí o cómo un cohete puede ser el desencadenante de un paseo endiabladamente frenético. Con todo, y a pesar de que Kota es el indiscutible protagonista (del cual podremos incluso leer sus pensamientos), la familia al completo del mangaka también es parte esencial del elenco de personajes que intentarán comprender los, en ocasiones, extraños comportamientos del caprichoso shiba inu. Los lectores con perros no podrán dejar de reír a carcajadas a la vez que asienten al sentirse identificados con la mayoría de situaciones. Los que no tengan perros ya saben lo que se les viene encima si algún día deciden introducir un can en sus plácidas vidas.
Pero ¡Kota, ven! no va solamente de cacas, pipís y chistes facilones, pues el autor también toca la convivencia diaria con un perro: la visita al veterinario, la alimentación, los lugares favoritos de la casa en los que Kota prefiere esconderse e incluso algunas técnicas de entrenamiento que ya quisiera Cesar Millán. Y aunque se destila cachondeo en cada una de las viñetas que conforman las más de treinta y seis historias cortas reunidas en el tomo, temas como la necesidad de concienciar al lector de que un perro no es un juguete al que puedes abandonar cuando te aburres de él también son tratados.
Originariamente ¡Kota, ven! se publicó entre 2017 y 2018 en dos tomos. Por suerte para nosotros, Ponent Mon ha recopilado todas las historias contadas en esos dos volúmenes, incluidas las fotos reales del shiba inu protagonista, en un solo tomo de tamaño kanzenban.
En definitiva, ¡Kota, ven! es un manga que, con un humor apto para toda la familia, nos muestra lo que significa convivir con un perro algo peculiar. La obra además muestra simple y llanamente el amor y la lealtad que los perros son capaces de ofrecer y la forma en la que nosotros deberíamos responder.