Reseña del cómic “Kraken”, de Jordi Bernet y Antonio Segura
Cuando veo el nombre de Jordi Bernet lo asocio a la tira cómica que ha dibujado durante más tiempo: Clara de Noche. Crecí con ese slice of life de una meretriz que normalmente aunaba aventurillas humorísticas, erotismo y actualidad. Más de mil historietas publicadas en la revista satírica El Jueves convierten a la protagonista en la prostituta con más carisma del cómic. El azar hizo que un día cayera en mis manos Andrax (cómic de fantasía heroica en el que un atleta de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 se convierte en una especie de Conan) y empecé a sospechar que Bernet era mucho más que aquellas dos páginas semanales que me ofrecía El Jueves.
El tiempo pasó, mi afición por los cómics fue evolucionando y las revistas de cómics empezaron a proliferar. Fue en Creepy donde pude leer por primera vez una historieta de Torpedo. Un asesino a sueldo, crimen organizado y personajes despiadados a lo Al Capone era todo lo que ofrecía esa serie ubicada en el Nueva York de los año 30 guionizada por Enrique Sanchéz Abulí. Quedé totalmente cautivado por las andanzas de Luca Torelli alias Torpedo. Imposible resistirse, si hasta el mismísimo Will Eisner se deshizo en elogios. Desde esa adolescencia en la que leía cómics sin orden ni concierto, siempre que veo la firma de Bernet en alguna obra intento hacerme con ella.
Kraken es una serie de cómics con un poquito de ciencia ficción y mucho noir que nos explica las vivencias de los krakaneros. Las cloacas de la ciudad de Metropol son el escenario por el que se mueven estos soldados que, a bordo de lanchas motoras, inspeccionan los lugares más putrefactos de ese recóndito mundo subterráneo. Su cometido es proteger a los de arriba del aberrante monstruo que se desliza por los angostos pasadizos de ese laberinto de túneles. Pero, no os voy a engañar, veréis poco al kraken. El monstruo a veces es solo un ruido en las profundidades, en ocasiones apenas una sombra que acecha desde la oscuridad. El monstruo, sobre todo, es como el contenido del maletín en Pulp Fiction: una excusa para que la trama avance. Porque a ese submundo se adentran criminales, violadores, seres de la peor ralea y pobres desgraciados que han perdido la cordura. La misión alternativa de los krakaneros es limpiar las alcantarillas de toda esa gentuza, en ocasiones empleando métodos expeditivos y de corte fascista dignos de la peores distopías.
Antonio Segura fue el guionista encargado en 1983 de escribir las historietas de Kraken que periódicamente se irían publicando en la revista Metropol. Metropol fue un desastre y murió joven. Por suerte, el cómic Kraken le sobrevivió y pudo seguir publicándose en otras revistas del medio como Metal Hurlant. Antonio Segura no se andaría con hostias, sacó toda la artillería pesada desde el primer momento dejando que la libertad narrativa de la época fluyera por las páginas. Gracias a esto podemos disfrutar de un cómic noir donde se utilizan de forma soberbia todos los tropos narrativos del género. El personaje del investigador privado queda cubierto por el teniente de brigada krakanera Dante: un tipo duro, pelín cabronazo y demasiado antihéroe con el que, desde el principio hasta el final, es muy difícil simpatizar. Cada caso al que se enfrenta dura entre seis y quince páginas. Por las cloacas (metáfora sin sutilezas de los bajos fondos) pasan la flor y nata del mundo criminal. En ocasiones Dante se enfrentará a simples atracadores que se esconden, en otras se las verá con violaciones o asesinatos de extrema violencia que pueden hacer que la lectura se haga cuesta arriba para todo aquel de estómago débil. Pero Antonio Segura deja también una gran reflexión, una en la que muestra que en la sociedad de la ciudad de Metropol (como en la de cualquier gran urbe real) solo son barridos bajo la alfombra los delincuentes de poca monta mientras los peces gordos se esconden a plena luz del día en sus lofts de lujo. El capítulo titulado Juego de niñas (probablemente el mejor de todo el integral) sirve como muestra de ello con un final tan terrorífico como triste.
Mugre, podredumbre, ratas, aguas infestadas de mierda, cadáveres de fetos humanos y un sinfín de porquería más formará parte de la fauna y flora de las cloacas. A base de unos claroscuros que contrastan de una forma casi teatral, Jordi Bernet consigue dar con la tecla correcta para alcanzar un ambiente tan sórdido como claustrofóbico. Ese choque de negros y blancos, a su vez, formará parte de una narrativa que es fluida y compleja y de un dibujo que goza de la esencia de las tiras de Milton Caniff.
En resumidas cuentas, con el integral de Kraken la Editorial DQ recupera uno de los grandes títulos del cómic español. Bernet y Segura utilizan un monstruo como mcguffin para contarnos sin tapujos un buen puñado de historias noir que en cierto modo no se alejan de la crónica negra de nuestro día a día.