Para un diseñador e ingeniero mecánico en sistemas robóticos programables en secuencia omicrom zeta 2 como yo, al oír la palabra “auditoría” lo que me viene a la cabeza es un soberano coñazo de comprobaciones in situ en empresas de facturas, impuestos, normas de calidad ISO- PIJO, pedidos, y otras muchas mierdas de esas que pasan a diario en oficinas y fábricas.
Por eso cuando vi la portada de este cómic, con ese dominante verde hulkiano acaparándola y co dos perros en una carretera, asociada a un título tan poco inspirador y relacionado en principio con el dibujo, me picó la curiosidad. Y si me pica la curiosidad me la rasco. Leo la sinopsis y, ¡oh, sorpresa! ¡Robots! ¡Robots! La auditoría va de auditar humanos. Mmmm…
Y es que una empresa ha conseguido construir robots indistinguibles de los seres humanos y, como siempre en estos casos, hay gente que les teme y gente que no; gente que lucha por los derechos de los robots y gente que se organiza para eliminarlos. El miedo al diferente, lo de siempre. ¡Qué poco hemos aprendido de E.T, joder!
El caso es que Mar es una auditora contratada por la empresa fabricante de esos robots y es enviada a un pueblo-factoría para recoger datos y realizar una auditoría de eficiencia, pero una vez ahí, la alcaldesa y dueña del pueblo le comunica que también debe investigar la muy posible presencia de un robot escondido entre la población. Por supuesto, los habitantes no sabrán de esa investigación para que no cunda el pánico y se arme un pequeño Salem.
El pueblo, además es muy curioso. Todo él, es una fábrica. Cada uno fábrica en su casa (y cada uno debe alcanzar una producción mínima) para la empresa de la alcaldesa, que a su vez es filial de la empresa que construye los robots, bajo pena de sufrir alguna penalización.
Otra peculiaridad es la prohibición de perros en el pueblo. Cuando la familia de la alcaldesa compró el pueblo diez años antes, ordenó su sacrificio, pero lógicamente, muchos fueron los que optaron por salvar sus vidas y soltarlos en el campo.
¿Qué más? Una inteligencia artificial, Automedonte, un poco a lo HAL 900, con forma de huevo de Fabergé ayudará a Mar a analizar los datos que recoja en las encuestas a los trabajadores y algo más, porque en el fondo es un poco cabronías.
Esta es un poco por encima la situación general sin entrar en mayores detalles ni destripar tramas.
Mar será el eje sobre el que rote toda la historia. Una historia que empieza ya en la primera página con el robot infiltrado pero cuya identidad se nos es ocultada hábilmente. Y lo cierto es que da igual. Da igual quien sea el o la robot porque este no es un guión de Ágatha Christie, no es un adivina-quién-lo-hizo y no vamos a ir recibiendo pista alguna para dar con él. No. Esta es una trama en donde lo importante es disfrutar el lienzo en el que se nos presenta una sociedad futura distópica, tal vez posible en unas décadas, con un muy agradable y refrescante sabor a Blade Runner, con una trama que avanza muy bien en la dosificación de la información y en su desarrollo, con una mirada a la vida, problemas y nostalgias de algunos de estos habitantes con los que Mar se relaciona, y con una grandísima, original e inesperada resolución que sorprenderá a más de uno, incluido yo mismo.
Jon Bilbao y Javier Peinado consiguen parir una obra de ciencia ficción en la que te metes de lleno, como un forastero recién llegado al pueblo, con una sensación extraña (y malsana como si estuvieras viendo uno de esos episodios de The twilight zone o Black Mirror en los que ves que algo está donde no debería) pero a la vez hipnótica. Y es una sensación, que te acompañará unos cuantos días.
La auditora es un cómic por el que te mueves con soltura y facilidad. Desde la primera página te ves involucrado de lleno en una historia que te engulle sin que te des cuenta y te ves conducido por ella gracias a un interés creciente que te hace prestar más atención a la historia que al dibujo, porque te ha inoculado el rabioso deseo de saber qué va a suceder al pasar la página.
El dibujo es correcto, limpio y elegante y el color es otro elemento a destacar en este tomo.
Una gran lectura, muy fluida, que conjuga con muy buen hacer varios géneros (ciencia ficción, noir, costumbrismo y drama) en un contexto futurista sin excesos chirriantes que consiguen hacerla creíble.
Sin duda una apuesta fuerte por parte de Astiberri y un cómic a tener en cuenta en este 2019.