Batman: la broma asesina, de Alan Moore y Brian Bolland
Batman. Ese nombre ya dice mucho. Y Alan Moore. Que es otro nombre que tendría que hacer que temblarais de emoción. Después, como si fuera un trío perfecto, poned el nombre de Joker y ahora sí, ya tenemos una obra como dios manda, que nos recorre por dentro y que se convierte en un clásico de la novela gráfica, así, tal cual, que yo a veces me vengo arriba y me emociono, lo sé, pero en esta ocasión es la verdad, la pura verdad, que se trata de eso, de contar que aquí encontraréis lo mejor de las dos caras de la moneda, del hombre murciélago y de su enemigo por antonomasia, el payaso loco, con esa risa que se te mete entre ceja y ceja, que va hasta la médula espinal y ya no te suelta. Porque si de algún cómic habría que haber hablado antes es de La broma asesina que en sus numerosas ediciones enganchó a este que suscribe a ese mundo que era Gotham, y después ya le hizo más feliz, pobre también por el dineral que se gastó, pero feliz sobre todo. Que no vayáis a pensar que esto va sólo de una historia, porque esto implica querer saberlo todo, caer rendidos a dos personajes que ya son un icono, no sólo protagonistas de historias, y sino no hay más que ver la necesidad de la gente por ver más películas de ambos, y sí, he dicho ambos, porque Batman y Joker, cuando aparecen juntos, convierten aquello que no nos habíamos imaginado en posible. Sino, ¿por qué iba a hablar yo de esto si no me hubiera dicho algo distinto? Es un sentimiento, así, con todas las letras, y eso sucede poco, o casi nunca. Eso de llevar contigo una lectura más allá de los años diréis que sólo pasa en las novelas, pero no, sucede también con este tipo de lecturas. Y aquí lo vais a ver leche, impacientes, que sois unos impacientes…
Aunque una historia pueda parecer sencilla en su planteamiento, lo que la rodea no lo es. Nunca lo ha sido, y nunca lo será. Creo, además, que en el apartado de novela gráfica es mucho más sencillo definir esos puntos que sobrevuelan alrededor de la historia por una simple razón: el dibujo. Puede parecer obvio lo que estoy diciendo, pero el hermanamiento entre historia y viñeta tiene que ser tan profundo, tan especial, que cuando un trazo no se ve unión con lo que se cuenta, todo estará perdido. Quizá sea eso lo que ha triunfado en esta ocasión, yo no lo sé, pero el caso es que cuando uno abre La broma asesina y ve esa primera escena de gotas de lluvia cayendo sobre el asfalto, descubre que un cierto sabor noir da su dentellada en esta novela gráfica. No descubro nada a nadie si, además, digo que aparecer el Joker que es uno de mis personajes favoritos y que es una especie de obsesión lo que siento por él. Todo, desde que descubrí este apasionante mundo del cómic, lo que tenga que ver con él y su historia cae en mis manos para deleitarme. Es un manjar. Una de mis raciones diarias de comida. Pero es que además aquí se cumple una máxima que yo me impuse desde hace tiempo: disfrutar. Porque Alan Moore despuntó siempre, y lo sigue haciendo, como un autor que ahora es de culto, pero que dio su toque personal a todas aquellas historias que inventó para los que, como yo, necesitamos de letras para sobrevivir. Y no seré yo el que critique a ECC por reeditar estas joyas, para nada, es más, lo agradezco, lo agradezco tanto que casi les vendo mi alma si con ello van apareciendo para deleitarme nuevos títulos y seguimos así años y años.
Hay tres momentos que supusieron un antes y un después en mi relación con la novela gráfica. Y, curiosamente, los tres tuvieron que ver con obras que llevaban a Alan Moore como director de orquesta. Aquellas fueron: Watchmen, V de Vendetta y From Hell. Tres, como en la triada de la que hablaba al principio, que convirtieron a ese lector de únicamente novelas en un lector mucho más, por llamarlo de alguna manera, ecléctico. Una de los motivos por los que suelo leer este tipo de historias es para, cuando alguien me pide alguna recomendación, tener una visión más amplia de lo que existe. No he entendido nunca aquellos planteamiento de no, es que eso de los cómics es para niños pequeños cuando en realidad lo que se está demostrando es que no se tiene ningún conocimiento sobre el asunto. La broma asesina es un clásico que todo el mundo debiera conocer porque en el fondo no se diferencia mucho de las novelas policíacas que nos leemos y vemos hasta la saciedad en las librerías. No he sido nunca una persona con prejuicios en las lecturas, por eso tampoco vosotros debéis serlo. Al menos con este título, que si os lleváis a casa, disfrutaréis como verdaderos adictos a las palabras.