Es posible que Rosa Montero sea la mejor creadora de arranques de libros. En concreto el mejor primer párrafo, ese en el que tanto se juega un escritor. Supongo que por el hecho de ser periodista ya sabe de la importancia que tiene un buen titular, y eso puede equivaler a las primeras palabras a las que uno se enfrenta al abrir un nuevo libro:
vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir. Y el momento justo de la acción es tan confuso, tan resbaladizo y tan efímero que lo desperdicias mirando con aturdimiento alrededor.”
Así es como empieza su nuevo libro, La carne, diciéndonos que soñamos unas cosas y dejamos de soñar con aquellas que ya vemos imposibles; cuanto menos nos queda por vivir, más se unen esas dos líneas o nostalgias, y en lo que vivimos al día no hay apenas reflexión porque antes de darnos cuenta ya ha pasado.
Una historia en la que no nos sorprenderá encontrarnos con la Rosa Montero que todos esperamos, la que habla del paso del tiempo, de la muerte, de la maternidad frustrada, del deseo, del sexo… Esos temas a los que nos lleva desde diferentes perspectivas y que la convierten en una especie de Woody Allen a la española. Y es que yo tengo claro que por la Montero pasan los años, ¡claro!, pero hay algo que nunca desaparece de sus obras: Sus temas, la sorpresa y el sentido del humor.
Siempre he ido leyendo a Rosa Montero un poco a remolque, así que cuando leí La hija del caníbal, comprobé, con una sonrisa dibujada en mi cara, que mi neceser de viaje estaba empezando a crecer escandalosamente 😉 Ni les cuento la cara que se me ha quedado al leer en este libro el hueco que aun deberé hacer no tardando demasiado.
Y es que esta escritora es como es, generosa en la vida y en la literatura, siempre dando segundas oportunidades a sus personajes, siempre mostrándose un poco a través de ellos, y en este caso apareciendo en la obra de forma literal, para que Soledad, la protagonista de La carne, pueda darle un pequeño repaso a su forma de ser, de vestir y de actuar,… ¿Es posible que aparezca para que nadie la relacione con Soledad ni se la vea como un alter ego?
Y es que en La carne, Rosa Montero, nos presenta a Soledad, una mujer que inicia su entrada en los 60, y como regalo la vida le acaba de privar de su joven amante, que la ha abandonado para continuar su relación con una mujer con la que va a tener un hijo. En unos días van a coincidir en la representación de Tristán e Isolda en el Teatro Real, y ella, ante la desesperación de que la vea como está, sola y abatida, contrata a un estupendo gigoló de poco más de 30 años para hacerlo pasar por su pareja actual.
Sobre la trama nada más les contaré, porque nunca lo hago y porque quiero que todos ustedes disfruten de esos giros “Monterianos” que tanto le agradecemos a la autora cuando nos aleja de las lágrimas y de la lluvia.
Pero sí quiero hablarles de Soledad, la protagonista. Soledad es una mujer de su tiempo, y nunca mejor dicho, es una mujer activa, una profesional competente, un ejemplo, también, de quien vive esclavo de su cuerpo y de su estética, porque así es la sociedad en la que vivimos, este es nuestro tiempo, lo que no es joven y terso pasa a un segundo plano. Y Soledad, como Rosa, o como yo misma, queremos seguir estando en el mundo, aportando, siendo felices con aquello que nos da felicidad, y en el fondo somos todas buenas mujeres, somos las mujeres que nos ha tocado vivir, cada una con su estilo, cada una en sus propios zapatos, una de tacón, otra con botas de extravagante diseño y otras, como yo, con unos simples zapatos planos de gamuza azul.
Pero Rosa Montero no monta una novela como esta para su mayor gloria, que no, que no; que si quieren que les diga la verdad esta novela está escrita para ganar lectores, sí, porque quien habla de autores y autoras malditos, y nos habla de sus vidas y sus obras con tanta concreción y con tanta pasión, ya sabe lo que eso despierta en el lector. Pasión. Pasión por la lectura. Y por la escritura. Todos sabemos que no hay mejor terapia que escribir, ya ven, aquí sigo yo, escribiendo y escribiendo, y así sigue ella escribiendo y escribiendo, y sorprendiendo una vez más a los lectores, incluso a sus incondicionales, y es posible que incluso a ella misma.
Como les recordaba, Rosa Montero es una estupenda lectora, y se nota, se nota en todo lo que escribe; pero en esta novela especialmente, yo he notado esa pasión que ella tiene por su novela fetiche: Lolita, una lectura que ha dejado un poso en ella, y que se refleja en parte de su obra, pero sobre todo en esta historia, en esta Soledad…
¿Y la música? ¿Han hecho alguna vez el amor escuchando música? Imagino que sí, claro, como todos, pero … ¿Con Wagner? Ufff ahora ya les veo torciendo el gesto… Y a mí se me escapa una sonrisa porque he recordado que “cada vez que escucho a Wagner me entran ganas de invadir Polonia”… Y con esta frase de Woody Allen se cierra el círculo de esta reseña.
No me queda más remedio que decirles que lean, lean, lean, lean este último libro de Rosa Montero.
Lé-An-Lo.
El párrafo de comienzo es genial, pero la explciacióm también, (me sonrío).
La reseña me ha encantado, ya lo sabes, que me conoces. Muy interesante lo que comentas de Lolita, y ahora leyéndote, me ha venido a la memoria otra puesta en escena de personajes desnudados por Rosa Momtero, a su estilo, y que tanto me gusta. Estuvo genial lo que comenta de un escritor y una novela, que no estando entre los escritores malditos, el análisis queda genial en el libro, y es el de Thomas Mann y su personaje Aschenbach.
Este libro de Rosa Montero, tal y como lo presentas, es de esos que si no lo hubiera leído me habrías hecho leerlo, como ya me pasó con La ridículamente idea de no volver a verte.
A Rosa Montero siempre hay que leerla, dice una amiga mía; yo opino igual, hay que leerla porque siempre aporta, siempre suma, siempre da esperanza, siempre aprendes…. Siempre nos lleva a la Literatura. Literatura para los que leen poco y para los que, como tú, se leen lo más sagrado de la biblioteca universal 😉
Susana, me chifla Rosa Montero y no la leo tanto como me gustaría. Solo he hecho referencia a un libro suyo en mi blog, pero su forma de escribir me hace vibrar por dentro y estimula muy vivamente sus pensamientos. La escuché hablar sobre este libro en un programa de La 2.
Lo que cuentas de Soledad, es realmente lo que les sucede a muchas mujeres. Haré caso a tus últimas recomendaciones. Especialmente la de leer este libro (que le espero en bolsillo).
Un abrazo grande, Susana…con taza de té calentita entre manos.
Es lo que le decía a Icíar, que hay que leer a Rosa porque Es una escritora que aporta mucho al lector.A mí me gusta, se nota su espíritu periodístico pero a algunos escritores les va bien, son concretos, directos, y para algunos temas ya me va bien… Si me hablase de la campiña inglesa ya sería otra cosa jajaja No sabía que hubieses leído a la Montero, y me alrgra mucho, ya hay otra cosa que nos acerca… UNa más
Un abrazo!