La cartera del cretino

La cartera del cretino, de Kurt Vonnegut

La cartera del cretinoUno de los misterios más inquietantes de la creación es la razón por la cual no resulta fácil encontrar libros de Kurt Vonnegut en las librerías. Recuerdo que cuando descubrí a este autor no pude esperar a terminar el libro que tenía entre las manos para ir a comprar todos los que encontrara de él, y encontré pocos. Lo cierto es que a día de hoy apenas he logrado reunir cinco obras suyas, y escribió bastantes más. Por eso el anuncio de la publicación no ya de una nueva edición de una obra antigua sino de una obra nueva ha sido una de las mayores y mejores sorpresas de este año editorial. Y sé que no es bueno crearse expectativas sobre una obra de este estilo, es decir, la mayor parte de las obras de un autor que no se publican en vida no lo hacen por motivos tan lógicos como evidentes, sin embargo en este caso no hay problema. No importa lo que uno espere de Vonnegut, él siempre te da más.

Lo cierto es que La cartera del cretino es una obra del  Vonnegut más apegado a la realidad, a la vida cotidiana, tanto es así que una de las ocho magistrales piezas que contiene es un breve ensayo. Tan emocionante, incisivo, clarividente y divertido como su obra de ficción, por cierto. Porque un autor de la talla de Kurt Vonnegut no precisa de un aparato narrativo excesivo con el que adornar la verdad esencial que transmiten sus palabras, literatura en estado puro.

Kurt Vonnegut retrata a sus personajes con tal profundidad que sorprende que para ello precise de tan pocas palabras, una penetración psicológica digna de Tolstói con la economía narrativa de Monterroso. El secreto de estos relatos es que no inventa historias fantásticas con las que convertir vidas normales en literatura, sino que pone de manifiesto la gran literatura que encierran las vidas corrientes, la heroica belleza que contiene eso tan difícil que es vivir. En otras historias de Vonnegut es frecuente el recurso de lo fantástico como explicación de lo real, pero en los relatos de La cartera del cretino no necesita el autor de extraterrestres ni de desenlaces sorprendentes (bueno, sorprendentes sí son, pero también realistas), le basta con emocionar, divertir y hacer disfrutar.

El último de los relatos de La cartera del cretino es de un tipo que me causa emociones encontradas, inacabado, y es así porque el lógico disfrute de conocer una obra más de un autor al que se admira se mezcla con la frustración de no conocer por dónde iba a transcurrir el resto, la parte no escrita. Generalmente me gusta, es decir, es un plus de diversión imaginar lo que el autor quería transmitir, fantasear con adivinar sus intenciones, pero en el caso de Kurt Vonnegut es ciertamente complicado, el hilo argumental de uno de sus relatos es cualquier cosa menos lineal y la capacidad de este autor para integrar en un relato los giros argumentales más insospechados de forma completamente natural, fluida y verosímil convierte la tarea en un rompecabezas de prácticamente imposible solución, esto es, especialmente divertido.

El ensayo es extraordinario, una muestra de madurez intelectual como pocas que demuestra que la expresión libre de las ideas no tiene que renunciar ni a la calidad literaria ni al sentido del humor. Si Kurt Vonnegut hubiese redactado manuales de instrucciones de aspiradoras, sin duda habrían sido piezas literarias remarcables.

Pero son los relatos lo que a fin de cuentas nos ocupa y son unos cuentos extraordinarios. Todos ellos. Una lectura a la que le cabe un único reproche, acaba pronto. Inconscientemente se dosifica uno para tratar de alargar la experiencia, acaba un relato y cierra el libro y lo mira con angustia confiando en que un milagro como el de los panes y los peces le regale unas cuantas páginas más con las que alargar la experiencia. Mil, a ser posible. Tienen todos ellos un nexo, una característica común que le confiere a La cartera del cretino como obra conjunta una coherencia que los relatos considerados independientemente no necesitan ya que todos ellos son perfectamente redondos. Ese punto en común es que en todos ellos el mundo de sus protagonistas da un vuelco, o al menos se ven obligados a convivir con unas circunstancias que cuando menos les son extrañas. En un caso es un pintor que se queda viudo prematuramente, en otro una hija cuyo padre resulta no ser lo que ella creía, en otro un matrimonio mal avenido que se busca a sí mismo en un continente que les es completamente ajeno, una secretaria adorada por todo el mundo por su belleza que de repente es despedida en gran parte por esa condición, unos enamorados cuyo amor imposible se vuelve aún más imposible por razones que no debo revelar o el inversionista del relato que presta su título al libro, La cartera del cretino, que ve como un cliente introduce en su mundo de cifras y balances unos parámetros nada económicos con los que no sabe muy bien como lidiar. Los esfuerzos de los personajes por reubicarse en su nueva existencia sirvieron a Kurt Vonnegut para construir su último tesoro. Disfrutémoslo como merece.

Andrés Barrero
andres@librosyliteratura.es

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