La casa de las bellas durmientes

La casa de las bellas durmientes, de Yasunari Kawabata

la casa de las bellas durmientesTítulo: La casa de las bellas durmientes
Autor: Yasunari Kawabata
Editorial: emecé
Páginas: 112
ISBN: 9788496580794

Que el japonés, y Premio Nobel de Literatura, Yasunari Kawabata, fuera un insomne perpetuo, como cuentan de él, podría haber tenido mucha influencia en esta historia que tan turbadora me ha resultado. Porque si hay temas en la literatura que realmente me generen una gran inquietud son la vejez y la muerte.

Nada había leído de este autor, así que me decido por el que dicen que puede ser su mejor obra pero sobre todo la que constituye el mejor ejemplo de cómo es su conjunto literario.

Aprovecho y tras la lectura del libro me centro un poco en la historia de Yasunari Kawabata que me resulta realmente triste. Nació en Osaka, Japón, el 11 de junio de 1899, pero tras su nacimiento parece que pocas alegrías le deparó la infancia que quedó marcada profundamente por la muerte y la soledad.

Su padre, que era médico, murió de tuberculosis cuando Yasunari tan sólo contaba con dos años. Un año más tarde fallece su madre, poco después su abuela, también falleció su única hermana y finalmente pierde a su abuelo con el que convivía. Es lógico, pues, que todos estos sucesos hicieran del escritor un hombre solitario y melancólico.

Si nos centramos ahora en La casa de las bellas durmientes, tendremos que hablar de Eguchi, un solitario anciano, o no tanto, según piensa el, ya que cuenta con 67 años, que es invitado a una posada regentada por una mujer de mediana edad. En esta casa hombres ya ancianos y adinerados pagan para dormir con bellas, jóvenes y vírgenes muchachas, siempre narcotizadas de antemano, jóvenes que duermen desnudas junto a ellos, aunque los ancianos deben cumplir una serie de normas de entre las que destacan la prohibición de mantener con ellas relaciones sexuales, tampoco pueden realizar actos poco honorable, y naturalmente nunca deben intentar despertarlas.

Eguchi, en las noches que pasa junto a estas jóvenes irá recordando su vida, regresarán a él recuerdos de esa juventud ya pasada, pensará en su familia, en sus mujeres, su madre, su esposa, su amante, y sus tres hijas, pero serán varios los temas que rondarán la mente de nuestro protagonista en esas noches de vigilia, la juventud, la belleza, el amor, el deseo y el paso del tiempo, y la pérdida de todo, y la muerte que se acerca…

¡La soledad!

Olvidaba la terrible soledad que se debe sentir al estar junto a alguien que no puede compartir nada contigo, la lucha del deseo por lo bello y la necesidad de comunicación inteligente … Y que al final el deseo siempre suele salir airoso de estas lides.

Un libro en el que están cuidados todos los detalles, un libro de una gran belleza estética pero que sabe llevar a la reflexión y la meditación sobre los temas más inquietantes de la vida. Un libro que me ha dejado especialmente turbada al ver como los sentidos se agudizan con la edad para llevarnos al pasado, pasearnos por la vida para recordarnos lo que fue, ya no hay sueños sobre lo que pudo ser, quizá esa última oportunidad es la que duerme bella y narcotizada a su lado, que revive el deseo último de arrastrarla junto a él hacía ese último viaje de la vida.

Susana Hernández

4 comentarios en «La casa de las bellas durmientes»

  1. Pues sí parece que has conectado. Me gusta esto que comentas de “la terrible soledad que se debe sentir al estar junto a alguien que no puede compartir nada contigo, la lucha del deseo por lo bello y la necesidad de comunicación inteligente”. Puede que en el simbolismo que es el libro haya mucho de esto.
    Yo lo encontré elegante, un escritor artista, tedioso en las descripciones de las posturas, entiendo que pueda ser una auténtica delicida para determinadas personas, pero no llegué a conectar, aunque me sirvió mucho para crearme una idea de los efectos que la falta de libertad del individuo. Encontré en Eguchi una víctima, aunque no he escuchado que nadie pensara lo mismo que yo, así que igual tendré que envejecer más (¡aún más!!!! joé) para ver otras cosas.
    Muy buena reseña.

    Responder
    • Pues desde que dejaste este comentario bien has podido envejecer un poco más jjajajajjajaj Perdona, pero creo que aquí había una respuesta al comentario que ha desaparecido

      Hoy he regresado a la reseña porque tengo reunión en el Club de lectura de este libro y quería refrescar un poco mis recuerdos sobre lo que escribí en su día ¿Lo ves a él como víctima? Ufff al pasar del tiempo, ese por el que yo también paso, he seguido pensando en este libro y sus símbolos y en una frase que nunca se me va de la cabeza:

      … esta era una joven que tanto dormida como despierta incitaba al hombre con tal fuerza que si ahora Eguchi violaba la regla de la casa solo ella tendría la culpa del delito”

      ¿¿¿Como puede haber tanta maldad en palabras tan delicadas???

      Volveremos a este delicado tema, amiga.

      Besicos !

      Responder

Deja un comentario