Hollywood sigue recurriendo a libros de literatura infantil y juvenil que fueron escritos hace décadas, para convertirlos en películas. Por supuesto, las editoriales aprovechan el momento para reeditarlos y yo, para descubrirlos. Fue el caso del clásico de ciencia ficción de Madeleine L´Engle, Una arruga en el tiempo, del que os hablé el pasado junio, y ahora es una novela gótica de John Bellairs publicada por primera vez en 1973, La casa del reloj en la pared, la que llega a los cines este octubre, protagonizada por Jack Black y Cate Blanchett.
La historia de La casa del reloj en la pared transcurre en 1948 y tiene los elementos habituales de este tipo de novelas: niño huérfano, inseguro y sin amigos (Lewis Barnavelt), una mansión llena de misterios (en este caso, dos mansiones: la del tío Jonathan y la del vecino), unos malos malísimos y el fin del mundo a la vuelta de la esquina si los protagonistas no lo remedian. Y magia, mucha magia. Y resurrección de muertos, claro.
Pero no todo es típico en La casa del reloj en la pared. Me ha gustado que por una vez al niño protagonista, que ya tiene suficientes problemas por haber perdido a sus padres y tener que adaptarse a una ciudad y un colegio nuevos, no le toque lidiar con unos familiares bordes o despóticos. Al contrario: su tío Jonathan y la vecina Florence Zimmermann son la mar de amables y de comprensivos con él. También hay otro punto que rompe tópicos, pero no lo concretaré por no hacer spoiler; solo diré que a veces la buena voluntad no obtiene resultados, ni siquiera en las relaciones personales. Es una lección que todos deberíamos aprender cuanto antes, por lo que me alegra que se haya plasmado en esta novela que está dirigida a niños entre nueve y doce años.
Aunque el misterio que plantea La casa del reloj en la pared mantuvo mi interés, su resolución me supo a poco. De igual manera, la interacción entre los tres protagonistas intenta dar un toque de humor a la historia, pero no acaba de cuajar. Tal vez porque es demasiado cándido en comparación con la trama. En definitiva, la sensación que me quedó al acabar el libro es que le faltaba chispa. Y justo después me enteré de que, en realidad, La casa del reloj en la pared fue la primera entrega —la precuela, más bien— de las aventuras de Lewis Barnavelt y Rose Rita Pottinger. Y es que Hollywood no da puntada sin hilo: lanza la película sabiendo que, si triunfa, tiene material para varias entregas más (al igual que hizo con Una arruga en el tiempo). Por lo que he visto en el tráiler, la versión cinematográfica se ha tomado muchas licencias, hasta el punto de que es posible que logre esa chispa que le falta a la novela. Pero tendremos que esperar a ver cómo funciona en taquilla. Si cumple las expectativas, tened por seguro que se reeditarán las continuaciones de La casa del reloj en la pared. Y yo no descarto darles una oportunidad, para comprobar si John Bellairs consiguió suplir los puntos débiles de la primera entrega.