Hace unas semanas acudí a una charla de Juan Cerezo, director editorial de Tusquets. Lógicamente, esperaba que en ella se hablara del éxito de Patria, de cómo se gestó, de cómo lo vivieron por dentro, de qué se hizo para estirar la cuerda hasta hoy, cuando aún sigue estando en las primeras posiciones de los más vendidos. Pero no puedo negar que yo fui ahí – aparte de como lector y amante de Patria, claro – como fiel seguidor de Murakami con la esperanza de sacarle algo sobre la próxima publicación murakamiana. No éramos muchos y él estuvo realmente cercano – si consideramos, además, que de todos los presentes solo un servidor había leído Patria -, con lo que vi el camino totalmente despejado para preguntarle por lo que realmente me interesaba. Me dijo que tenían pensado publicar la nueva novela de Murakami -que ya se está traduciendo – como bombazo del Día del Libro pero que, lógicamente, con el éxito de Patria no tenían tanta prisa e iban a esperar a después del verano para hacerlo. Lo que no me dijo en ningún momento fue que, de mientras, como se suele hacer en el mundo editorial, sacarían este La chica del cumpleaños – traducido, como siempre, por Lourdes Porta – para ir haciendo boca. Así que: sorpresa.
Primero de todo, quiero avisar, no es un texto nuevo, ya salió publicado en Sauce ciego, mujer dormida, pero eso sí, trae cosas nuevas y muy interesantes, como son las ilustraciones de Kat Menschik – que ya ilustró aquel bonito Asalto a las panaderías de Libros del Zorro Rojo, entre otros – o el texto final del propio Murakami hablando de su experiencia en día de cumpleaños.
Claro, como fan de Murakami, yo os diría que solo por ese texto – tan extraño como él sabe ser – ya vale la pena comprarlo, pero es que además el libro es muy bonito, huele muy bien, está cuidadosamente hecho, y decora la estantería como el que más. La historia, como siempre, es aparentemente sencilla: una chica que trabaja a tiempo parcial de camarera tiene que suplir a una compañera suya precisamente el día de su vigésimo cumpleaños. Pero claro, la cosa no quedará ahí. El restaurante lo regenta un hombre del que nadie sabe nada, a expensas del jefe de la chica, quien le lleva al dueño cada día a la misma hora su cena. El dueño vive encima del restaurante. Nada más se sabe. Pero ese día, el día de su cumpleaños, el jefe de la chica enferma, tiene que irse corriendo al hospital y entonces le toca a ella llevarle la cena al dueño del local. Ahí empieza todo.
Con la maestría cuentística de un Murakami que a mí a veces me parece que se desdobla o que es dos escritores diferentes por lo bien y diferente que hace sus cuentos y lo bien y diferente que hace sus novelas, La chica del cumpleaños es un libro ideal para regalar y regalarte. Porque tiene todo lo comprable por fuera y tiene todo lo comprable por dentro. Una historia de Murakami, una anécdota de Murakami, un libro de Murakami. Mientras esperamos la novedad. Si hay que hacer cosas en apariencia inútiles pero tan bonitas como esta, que se sigan haciendo. Porque no lo serán y porque para cosas inútiles y encima feas ya tenemos suficientes, ¿no? Unos centímetros más para ocupar la ya de por sí extensa línea horizontal de libros Murakami en nuestras estanterías.