Mira que a mí, los libros que versan sobre las temibles Guerras Mundiales que asolaron Europa, no es que me hagan demasiada gracia, pero llevo una temporada que, muchos de los libros que leo, versan —o al menos en parte— sobre estas barbaries. El último ejemplar de este estilo que reseñé fue El ruiseñor, novela que me encogió el alma a medida que iba pasando las páginas. La chica que dejaste atrás también sobrecoge, pero de una manera un poco más amable. Os voy a poner en situación para que esta reseña tenga sentido:
En plena Primera Guerra Mundial, Sophie ve cómo su marido tiene que marchar al frente. En un principio pensó que las tropas alemanas no llegarían hasta su pequeño pueblo, donde regentaba un bar junto con su hermana. Pero Sophie no podía estar más equivocada. Cuando un comandante alemán cruzó la puerta de su establecimiento, Sophie pensó que todo su mundo se iba a ir al traste. Su marido, a cientos de kilómetros y ella ya casi sin fuerzas ni alimentos que ofrecer a sus clientes; factores que no le ayudaban precisamente. Así que cuando el comandante quedó prendado de un cuadro que retrataba a Sophie (pintado por su marido), esta se pensó lo peor. La obsesión del comandante por ese cuadro llegó a rayar la locura, hasta el punto de enamorarse de esa mujer. Pero Sophie hacía mucho que dejó de ser la chica del cuadro, alegre, soñadora, apasionada.
Un siglo después, ese cuadro pasaría a manos de Liv Halston, cuando su marido se lo regaló como regalo de bodas, poco tiempo antes de morir repentinamente. Encontró ese cuadro en Barcelona, pagando por él una cantidad irrisoria. Liv jamás se imaginaría que tenía en sus manos una obra millonaria y que un policía lo estaba buscando con todas sus fuerzas, por tratarse de un cuadro robado.
Conocimos a Jojo Moyes en Antes de ti y Después de ti. Y mentiría si dijera que La chica que dejaste atrás no me ha recordado a esas dos novelas. Aunque al principio viajamos a una época diferente, a la que no nos tiene acostumbrados esta escritora londinense, la verdad es que en un personaje en concreto encontramos muchos rasgos que nos hacen recordar a Louisa Clark, lo que por otra parte es maravilloso, ya que irradia una personalidad abrumadora y cuya peculiaridad hace que le cojamos aprecio y simpatía desde un primer momento.
Esta novela habla de la persona que dejamos atrás cuando la vida se vuelve árida y gris. Habla del recuerdo que queda en la mente cuando eres consciente de que todo ha cambiado. Una guerra, una pérdida, da igual. Nada puede ser lo mismo que era en un principio. Tanto Sophie como Liv vivieron una época en la que eran felices, alegres, soñadoras. Pero después de vivir los momentos más duros que el destino tenía preparados para ellas, ya nada queda de las chicas que fueron algún día. De ahí el título. La chica que dejaste atrás es esa chica llena de esperanzas, de ilusiones, de felicidad. Ahora, después de tanto sufrimiento, solo queda pérdida, dolor y desamparo. Cuando el comandante se enamora de la chica del cuadro, no tarda en darse cuenta de que Sophie ya no es esa chica. Que esa joven desapareció el día en que su marido se fue al frente. Lo mismo pasó con Liv. Hubo un tiempo en el que fue feliz, pero la repentina muerte de su marido hizo que las ilusiones y la esperanza se desvanecieran casi al instante en que el alma de su marido volaba lejos de su cuerpo.
Es una historia que sobrecoge porque vas viendo, página a página, cómo esas dos mujeres luchadoras, se dan cuenta de que ya no son lo que eran hace años. Y eso rasga un poquito el corazón. Porque no hay nada más triste que saber que, tiempo atrás, fuiste feliz. Y ahora eres incapaz. Como las anteriores novelas que he leído de Jojo Moyes, este libro es carismático y muy entretenido; ha logrado que me pusiera en la tesitura de las dos protagonistas y que me preguntara si, en algún momento, echaré de menos a la chica que soy ahora mismo.