Hará unos diez años, leí Travesuras de la niña mala, publicada en 2006. Fue mi primer acercamiento a Mario Vargas Llosa y, la verdad, me dejó bastante fría. Sin embargo, dos de sus novelas han estado todo este tiempo en mi lista de pendientes: Conversación en La Catedral y La ciudad y los perros. ¿Es casualidad que sean dos de sus tres primeras obras? No lo creo. Aunque mucha gente piensa que los primeros escritos de un autor suelen ser los peores, en mi opinión, son los más auténticos: en ellos plasman lo que de verdad les remueve por dentro; quizá por eso me suscitan especial interés. Así que mi segundo acercamiento a Vargas Llosa ha sido, precisamente, la primera de todas, La ciudad y los perros, publicada en 1963, a la que la crítica señala como el inicio del boom latinoamericano.
Como es habitual en las primeras obras, La ciudad y los perros tiene un alto componente autobiográfico, pues se desarrolla en el Colegio Militar Leoncio Prado, donde el propio Mario Vargas Llosa estudió varios cursos. El protagonismo se divide entre tres cadetes: el Poeta, el Boa y el Esclavo. En sus apodos ya se entreven los temas de la novela, que giran en torno a la masculinidad.
¿Qué es ser hombre? La respuesta que podríamos dar ahora es muy diferente a lo que hubieran dicho en los años cincuenta del pasado siglo, época en la que se ambienta esta novela. Entonces, la virilidad estaba (aún más) ligada a la violencia y a la dominación. Y eso es lo que se plasma en La ciudad y los perros, a través de las relaciones de los cadetes con sus superiores, entre ellos y, también, con sus familias. Los personajes son machistas, racistas, clasistas, homófobos… O, al menos, fingen serlo, porque ese es el único camino posible para pasar de adolescentes a adultos y ser respetados.
A través de sus imposturas, Mario Vargas Llosa hizo una crítica directa a la doble moral e hipocresía del colegio militar, donde el sentimentalismo era lo criminal, pero también a las familias y a la sociedad en general, poniendo en evidencia los mecanismos de poder que subyacen en toda clase de organizaciones y, cómo no, su corrupción.
Además de atreverse con semejantes temas en su primera novela, Vargas Llosa también fue audaz en cuanto a la narración, saltándose las normas que habían predominado en la literatura decimonónica. Por eso mismo, las primeras páginas resultan un tanto confusas, hasta que comprendemos su juego de alternar a un narrador omnisciente no fiable con los monólogos internos de diferentes personajes y sus constantes cambios de perspectivas y de tiempos.
Como es costumbre en las ediciones de Cátedra, la novela va acompañada de una introducción de más de doscientas páginas. En la primera parte, se analizan los inicios de Vargas Llosa en el mundo periodístico, entre otros aspectos clave de su biografía. En la segunda, se relata el proceso creativo de La ciudad y los perros y los avatares de su publicación, que pasó por varias censuras en España (la dictadura franquista no veía con buenos ojos sus palabras malsonantes y sus descripciones obscenas) y en Perú (además de la crítica directa al colegio militar y a la sociedad limeña, el autor ya se había puesto en el punto de mira significándose políticamente). En la tercera y última parte, se ahonda en los personajes, los temas, la estructura y la repercusión de la obra. Al final, se incluye también un apéndice con fotografías y curiosidades de los manuscritos.
Toda esta información le da un valor añadido a la novela, aunque he de decir que las notas a pie de página me han parecido excesivas y me han sacado de la lectura, hasta el punto que decidí ignorarlas. Agradezco que se expliquen palabras propias del país o dobles sentidos que quizá no se entiendan, pero me ha sorprendido que se definan tantos y tantos términos de sobra conocidos. ¿Acaso hay que dejar claro que el sol es la moneda peruana, que «marica» es una forma despectiva de llamar a los homosexuales o que los calzones son la ropa interior?
Salvo este apunte, los anexos de la edición de Cátedra me parecen excelentes para profundizar tanto en el contenido como en el contexto de La ciudad y los perros, una obra que supuso un antes y un después en la literatura latinoamericana y que, sin duda, merece la fama que tiene.
Una reseña estupenda que me sugiere que vuelva a leer La ciudad y los perros. En cuanto a Las aventuras de la niña mala, me encantó. ¡Qué grande es la literatura y qué inescrutables sus senderos!
¡Gracias! Que disfrutes de la relectura. Yo espero leer próximamente otras obras del autor.
Saludos.
Hola, gracias a tu reseña me animaré a leer este libro de Vargas Llosa. Un saludo
Que lo disfrutes.
¡Espero que te guste tanto como a mí!