Hay escritores ambiciosos, y luego está Victoria Álvarez.
Hoy vengo a hablar de una de mis escritoras favoritas; me encanta todo lo que crea y hace que esté pendiente siempre de sus novedades. De sus doce (creo) libros que hasta la fecha tiene publicados, he leído once —y el que me falta lo leeré sin mucho tardar—, y sé de lo que hablo: esta mujer juega en otra liga.
Podría tirarme horas hablando de su trabajo y recomendándoos sus obras, pero he venido aquí para reseñar su último libro, por lo que me voy a centrar y me voy a poner a ello. Se trata de La Conjura de Aramat, la primera parte de una trilogía de corte steampunk que fascina a todo aquel que se atreve a entrar en ella.
Dentro de este libro encontramos varios reinos, por llamarlos de alguna forma, muy diferenciados entre sí. Aquí, Victoria hace una labor de worldbuilding maravillosa porque se preocupa de crearlos y desarrollarlos a la perfección. Se interesa por sus aspectos políticos, religiosos, botánicos, y, lo que es más importante, mágicos; entre otros, por supuesto. Porque sí, en cada uno de esos reinos hay un tipo de magia distinta con sus leyes y sus normas. Yo aquí voy a hacer un inciso y voy a decir que si ya me parece complicado crear un solo orden de magia, materializar varios en un mismo libro y hacerlo bien (y por primera vez) me parece asombroso.
El caso es que dentro de este conjunto de reinos vamos a encontrar a Raisha, la hija de la sultana Marjannah, que decide huir del palacio junto al último novio de su madre para intentar que su destino cambie. Te preguntarás que qué locura es esta, y yo te diré que la sultana —un personaje espectacular y que sin duda se ha convertido en mi favorito— lleva años matando a sus amantes a diario. Se casa un día y, a la mañana siguiente, decapita a su nuevo esposo. Y así, luna tras luna. Raisha se da cuenta de que eso no está bien y decide arriesgarlo todo para que su madre se dé cuenta de que no puede seguir así.
Mientras tanto, la sultana vivirá sus propias aventuras, al igual que Zafirah, una niña que también tendrá su protagonismo dentro de esta historia y que conseguirá conquistar el corazón de los lectores, mientras una gran guerra se va fraguando lentamente y está a punto de estallar.
No quiero contar mucho más de la trama de La Conjura de Aramat porque me parece muy interesante que el lector sepa lo menos posible sobre lo que se va a encontrar. Lo más importante que hay que destacar es que en esta historia no hay límites para la imaginación. Como bien dice Victoria en los agradecimientos, esta es la primera vez que se atreve a escribir algo fantástico y no me cabe ninguna duda de que ha puesto toda la carne en el asador. Y para ello ha tirado de islas flotantes, máquinas y autómatas, magia y hechizos, e incluso de yinns —o genios, si lo preferís—. Se ha preocupado por escoger todos los ingredientes y mezclarlos de tal manera que el lector se siente atrapado desde el principio.
He empezado esta reseña diciendo que me parece que Victoria Álvarez es una escritora muy ambiciosa, y a estas alturas ya entenderéis por qué. Y esto me lleva a decir que necesito una segunda parte con urgencia porque hay alguna cosilla que se ha quedado en el aire y que seguro que se desarrolla muchísimo más en esa segunda —sobre todo la historia de Marjannah, que espero como agua de mayo— y que va a dar mucho juego a la hora de enganchar al lector. Y todo esto se debe a que Victoria ha incluido muchísimas tramas, lo que le ha permitido ir sembrando semillitas que darán unos increíbles frutos que se podrán recoger en el segundo tomo.
Cierro este libro (y esta reseña) con pena porque una vez que me termine el libro que tenía pendiente de Victoria ya no me quedarán más historias nuevas de ella hasta el año que viene —espero—. Y, sí, eso me apena, porque sus libros consiguen que vuele, que olvide y, sobre todo, que disfrute tanto de la lectura. Gracias a sus libros logro recordar por qué me enamoré de la lectura cuando era bien pequeña y por qué cada noche, aunque me esté muriendo de sueño, necesite seguir leyendo un capítulo más.