La ecuación de la vida, de Yasmina Khadra
Buscando información sobre la autora en internet, descubrí con sorpresa que Yasmina Khadra no es más que el pseudónimo Mohammed Moulessehoul. Este Fernán Caballero a la inversa esconde tras de sí una historia asombrosa. Oficial del ejército argelino, se ve obligado a autoimponerse un pseudónimo con el que poder escribir con más libertad. Su prosa encandila al mercado francófono, que sufre un shock cuando en el año 2000, Mohammed abandona el ejército y revela su verdadera identidad.
La historia personal de Yasmina Khadra me apasionó. Poco después, hicieron lo mismo sus novelas, tales como “Lo que sueñan los lobos”, “Los corderos del señor”, y ahora su último libro, “La ecuación de la vida”.
En esta última novela, el protagonista es Kurt Krausmann, un médico de Frankfurt con una vida tranquila, pero que en un viaje a las Islas Comoras es raptado por unos piratas, iniciando un cautiverio por el África más devastada e inhóspita. La transformación del alemán según conoce el continente africano es creciente, encontrándose con un panorama más duro de lo que puede imaginarse cualquier occidental.
Lo que más me gusta de Yasmina Khadra es la forma tan sencilla que tiene de sacar el lado humano a todos sus personajes, ya sean terroristas, piratas o personajes anónimos. Sus libros hablan sobre la miseria humana, sobre el terrorismo y los terroristas, pero no abunda en el drama o el morbo, sino que presenta la maldad humana como una parte indivisible del mundo de hoy en día. Los terroristas siguen siendo los malos del cuento, pero al menos contamos con una opinión más formada sobre ellos.
Otro rasgo que define la literatura de Yasmina Khadra, y que se pone de manifiesto en “La ecuación de la vida”, es la detallada ambientación. No sólo se escribe una historia con personajes, sino que el autor intenta captar todos los sentidos del lector, describiendo con detalle cada sonido, cada olor y cada sabor, ya sea agrio o dulce. Aunque en ocasiones pueda ralentizar el ritmo de la historia, es necesaria para hacerse más partícipe de la novela. Ya lo dice Bruno, uno de los personajes más entrañables de la historia, cuando espeta al protagonista la frase de “África no se ve, señor Krausmann, se siente”.
Una vez más, el autor argelino pone el dedo en la llaga. Khadra muestra al mundo occidental la situación de un continente africano humillado, maltratado y pasto de sus propias miserias, capaz de hacer coexistir a la vez la desesperación más grande con la fe más inquebrantable. En “La ecuación de la vida”, Yasmina Khadra explora los límites del ser humano, ya sea ángel o demonio, y nos deja una historia de la que no podemos mostrarnos indiferentes. Porque África es especial y merece ser escuchada. O porque, como vuelve a decir Bruno, “El que sólo visita África una vez, muere tuerto”.