Reseña del libro “La especie desbocada”, de Anthony Brandt y David Eagleman
Recuerdo como si fuera ayer el día en que leí Mientras escribo, de Stephen King. En ese libro, el autor estadounidense se abría a los lectores para hablarles de cómo es su proceso de escritura, en qué se le va el tiempo o cuáles son sus metas. Y hacía especial hincapié en esa pregunta que los escritores le formulan una y otra vez: ¿de dónde sacas las ideas? Y él, tan suyo como siempre, respondía que las ideas llegan a su cabeza sin buscarlo, y que se pueden quedar ahí durante años hasta que, de repente, algo conecta (tal vez con otra idea que acaba de encontrar o que, al igual que la anterior, lleva años en el disco duro de su memoria) y todo cobra sentido. Y entonces, se pone a escribir.
Yo me sentí enormemente identificada con esto porque mi proceso de escritura es muy parecido. Hay algo, un germen, una idea que está ahí pero que todavía no ha encontrado su lugar, pero después, de repente, todo encaja y lo que hacía meses o años era una pequeña idea ahora es una novela con inicio, nudo y desenlace. Mejor o peor, pero novela al fin y al cabo.
Y de esto es de lo que nos habla también La especie desbocada. Esta novedad de Anagrama, escrita por Anthony Brandt y David Eagleman, se centra en explicarnos lo importante que es la creatividad y el mundo de “las ideas”. Sin llegar a ponernos filosóficos, no es difícil pensar en que la invención de la rueda, tantísimos años atrás, está directamente relacionada con la creación del último modelo de coche. O que una pintura que se realizó hace cientos de años pueda influir en un cuadro que se pinte en el siglo XXI. La creatividad es como un círculo perfecto que se va retroalimentando a sí mismo, de manera que se convierte en algo infinito. Y, además, que esto es lo bueno, cuanto más se trabaja, cuanto más tiempo se le dedica, más crece y más fácil es desarrollarla y tener más ideas con las que emprender en un futuro.
Los autores nos hablan de esto y lo hacen de una forma muy amena gracias a la cual el lector se mete de lleno en la historia. Y esto me alegra muchísimo porque últimamente se están poniendo muy de moda los libros de divulgación científica y, aunque los lectores no afines a este género se piensen que puede llegar a ser un poco rollo, libros como La especie desbocada nos demuestran que no es así en absoluto. Que se puede estar leyendo una obra de divulgación y estar entretenidísimo, ¡incluso enganchado! Y es que, cuando las cosas se cuentan desde la pasión y desde la admiración, es muy fácil transmitirlo a los lectores. Y en ese camino, plagado de interés e ilusión, se suelen ir perdiendo pequeñas joyitas de sabiduría que los lectores, si son aplicados, recogerán y guardarán como si fuera oro en paño para después utilizarlas en sus propias vidas.
Me ha sorprendido muchísimo esta novedad de Anagrama. Últimamente trato de leer libros de este tipo, que hagan que crezca mi creatividad, que me enseñen cómo incentivarla, cómo cultivarla para después poder usarla en mi día a día y, sobre todo, en mis libros. Así que agradezco enormemente que una editorial así, a la que admiro con profundidad ya que sé el cuidado que pone en todos sus trabajos, apueste no solo por dar importancia al producto final, sino también al camino que se recorre cuando uno, para bien o para mal, hace de la creatividad su vida.