La familia: alojamiento con tensión completa, de Señorita Puri
Mae West dijo hace un tiempo: si quisiera formar una familia, me compraría un perro. Y oye, yo no entiendo mucho de ladridos, pero el lenguaje de mi familia lo entiendo a la perfección. Todo se resume a: todos estamos locos, pero nos toleramos. Porque la familia, para qué negarlo, es ese conjunto de personas que se aguantan, pero a la que quieres. Que nadie se meta con alguien de tu familia, para eso ya estás tú. Y así vamos pasando los días, intentando encontrarle sentido a la decisión de tu hermano de haberse echado una novia que parece recién aterrizada de Marte o a tu madre, que se empeña en tratarte como si fueras un niño a pesar de que ya estás casado, tienes una casa propia, un trabajo, y tu cabeza empieza a estar ser más calva que pelo. Pero nos reímos, porque en el fondo todo debiera resumirse a reírnos, con los demás y de nosotros mismos, porque si perdemos ese sentido del humor, estamos perdidos. La Señorita Puri, en el trono de las reinas desde este mismo momento, nos trae una nueva historia donde lo dejamos hace ya un año, contemplando cómo la familia puede estropearlo todo, pero de la misma manera arreglarlo. Porque, sinceramente, si nuestra familia apareciera en una película no tengo muy claro si sería de ciencia ficción o de terror, en cualquier caso, una comedia romántica no. Pero así es la vida, y de la misma manera que yo no entiendo de ladridos de perro, puedo decir que entiendo perfectamente que en este idioma entre familiares sólo puede haber una palabra que resuena todo el rato: el cariño.
Puri se enfrenta a uno de sus mayores retos: preparar una boda. Y todo con la ayuda de su familia. Pero la suya no es una familia normal, como la de nadie vamos, así que nos tocará asistir a todos esos momentos en los que mataríamos a alguien, pero que después convertimos en abrazos para sacar todo adelante.
Si la Señorita Puri no existiera habría que crearla, con delicadeza, no vaya a ser que la bomba explotara antes de tiempo. Hace ya un tiempo, con su primera novela, sorprendió a propios y extraños revolviendo nuestra vida con su toque de humor. Para mí, al menos, hizo que la vida me sonriera mucho más y se convirtiera en una de esas lecturas que uno no olvida y que recomienda a aquellos que se quieren, pero que se quieren bien. En La familia: alojamiento con tensión completa se da un caso raro en la forma de escribir una novela. Uno quiere encontrar humor, lo hace, se ríe, se sonríe e incluso logra llegar a la carcajada, pero se encuentra con capítulos que aderezan la vida del lector con una emoción tan grande que no cabe en el pecho. Yo, que no tengo un cuerpo especialmente grande, que casi diríamos que soy un “cuerpo escombro”, he visto como con algunas palabras de la autora el cuerpo se me revolvía y conseguía suspirar de la emoción. Y no, no es que esté especialmente sensible, que también pero eso es otra historia, pero el caso es que hay algo en la forma de escribir de esta mujer que te toca, que te acaricia suavemente y que consigue que la piel se erice y acabe llegándote algo ahí dentro, al corazoncito que todos tenemos, y que nos rindamos a la evidencia de que esta novela es mucho mejor que la primera, que ha habido un gran salto entre una y otra y que, cuando alguien nos cuenta algo así, es porque le gusta lo que hace y disfruta haciéndolo. Eso se nota, y es lo importante.
La familia: alojamiento con tensión completa son risas convertidas en páginas. Pero también es una alabanza a la familia, a pesar de meterse con ella, porque incluso en esos peores momentos, en esos instantes en los que clavarías el cuchillo a más de uno, nos vemos sonriendo y no dándole demasiada importancia, total, para qué, si además en las desavenencias está la sal de la vida, que qué importa que nuestra madre sea pesada a más no poder, o el cuñado de turno sea un papanatas que se ríe a destiempo. La Señorita Puri es una de esas princesas que convierte el lodo más absoluto en algo tremendamente divertido, porque no hay que olvidar que la familia es preciosa, pero también hay que entenderla, con paciencia, con tesón, con la fuerza que tenía Sansón (aunque yo tenga poco pelo ya), pero nunca perdiendo el sentido del humor, por favor, reírnos, qué placer, qué alegría, qué saludable todo. Así que estáis avisados. Las risas están aseguradas, porque es posible que todos nos sintamos reconocidos en estas páginas, en estas palabras que, como en un partido de fútbol que queda en tablas, no regala nada a nadie, lo expone para que nos convirtamos en alguien especial, en alguien que disfruta de la vida y que, durante su lectura, ha sido feliz.